domingo, febrero 26

Leyendas del mundillo friqui: El cartucho negro de Pokémon.

Ya que la primera entrega citaba a Pokémon, continúo por esa línea esta entrada y la siguiente. En el mundo de los videojuegos no es raro encontrarse hacks “de marca”: modificaciones de un juego que lo alteran de tal modo que los jugones reconocen la nueva versión como válida. Algunas alteraciones frecuentes son incrementar el nivel de dificultad o cambiar ligeramente los gráficos y/o la jugabilidad (en este último caso, incluso se venden como juegos oficiales).

No tan frecuente es hacer una versión especial, cambiando el propio argumento y el final, aunque se parta de la misma base y los personajes se llamen igual. Un ejemplo legendario de este tipo es el cartucho negro de Pokémon.

Pero antes de nada, uno de los numerosos vídeos que relatan la fantasiosa historia:



Es un buen resumen de lo que acontece en el supuesto juego. Según la leyenda, este extraño cartucho, que se vendería clandestinamente en tiendas especializadas en productos pirateados, es de color negro (recordemos que las entregas de Pokémon tenían ediciones, distinguibles por el color del cartucho, con bichillos exclusivos para cada una). Una vez adquirido, el jugón se encontraría con una mecánica que le permitiría no sólo matar con un pokémon invencible, sino también sufrir el mismo destino a manos de este siniestro espécimen. Ya lo dijo aquel, quien a espada mata… Sin embargo, no todas las versiones de la leyenda incluyen la última maldición, dirigida al propio jugador.

La cuestión principal es si el juego existe. A priori, lo que se cuenta en el vídeo acerca de la experiencia de partida es perfectamente plausible, de hecho, conozco algunos juegos comerciales que tienen argumentos aún más duros. La venta de cartuchos piratas, pintados de negro para la ocasión, es también posible, como los famosos 32 en 1 (un amigo tenía uno y nos lo pasábamos teta). Así, hasta ahora afirmo que la historia podría ser real.

Lo que ya no cuela es la posibilidad de que hay un solo cartucho del que, por supuesto, no podemos ver ni una fotografía porque su poseedor lo perdió o se deshizo de este cuando se cagó en los pantalones. Además, se afirma que la adquisición se realizó en uno de esos mercadillos donde, como sabemos por el cine de terror, se venden objetos malditos para pardillos. Por último, vender el cartucho a un precio de ganga, que supondré menor al que le costó al narrador, recuerda a El diablo de la botella. Muy tópico. Además, en las primeras versiones no se cuenta la revelación de que el pokémon Ghost acaba maldiciendo al desafortunado jugador, sino que acaba con las reflexiones en torno a los motivos del bromista.

En el fondo, esto no deja de ser un caso de dramatización popular. Pokémon no destaca por la profundidad de su propuesta (me descoj….), por lo que es un candidato perfecto para este tipo de jugarretas. Alguien quiso epatar a los jugones con una historia siniestra que nos recuerda, como decía el proverbio latino, que vita incerta, mors certissima. Ya hay juegos así, pero siempre impresiona más con un producto infantil.

Otras leyendas por el estilo hablan de 151 cartuchos malditos, llamados así porque los niños que los poseyeron murieron. Pues podría ser, claro. Es más probable que mueran unos cien niños que tengan un juego de Pokémon que tantos otros que hayan leído La montaña mágica.



Por último, un grupo de graciosos está programando su propia versión de Pokémon basada en esta leyenda, aunque no se puede matar a nadie, pero todo se andará. No hay nada mejor para una leyenda que llegar a ser verdad, así que es todo un éxito.

jueves, febrero 23

El peso de la mayoría absoluta.

Una de las peores consecuencias de la sociedad de masas es que todo aquello que es infrecuente pasa desapercibido, y lo que pasa desapercibido se considera inexistente. Bien lo saben en la Federación de Enfermedades Raras, que pide donativos ante la falta de financiación pública.

Otra, es que la necesidad de llegar a la mayor parte de la población puede ser, paradójicamente, un riesgo para la comunicación de ideas, porque, como expresó Joseph Goebbels, para llegar al más tonto de ellos hay que rebajar la idea a su nivel. De ahí, que muchas veces se lean en la prensa noticias cuya relación con el hecho ocurrido es tan lejana que parecen inconexos. Lo que ocurrió con Ofiuco es un buen ejemplo.

Muy relacionado con el anterior párrafo está el hecho de que la popularización de un artículo puede provocar que cada unidad del mismo sea menos elaborada que el mismo producto si fuera más minoritario, porque se prefiere la marca a la calidad. Véase el escándalo de los implantes PIP.

Pero lo peor es que hasta el individualismo se vende al por mayor, valga el oxímoron. Se puede comprobar yendo a cualquier página que presuma de ser revolucionaria o contraria al adocenamiento: todos reivindican, en líneas generales, que todo lo que hacen los demás es ilusorio y que el único, el auténtico, es uno mismo, simple y llanamente porque sí, porque es algo que lleva en sí mismo. Nada, al mismo tiempo, más falso y medio verdadero: la individualidad se trabaja y seguir la manada es también algo que llevamos dentro de nosotros.

Nadie vive sin aprender algo de los demás. Negar la realidad de los otros es caer en el narcisismo.

* No, el que lo más frecuente se identifique como lo normal es una de sus características.
* ¡Ya es desgracia que alguien así llevara razón!

domingo, febrero 19

Leyendas del mundillo friqui: El pokémon abortado.

Esta entrada inaugura, espero, una serie dentro de este blog: rumores o anécdotas de diversas subculturas etiquetadas de “friquis”, especialmente cuando sean chocantes o raras. Como tengo ciertas ganas de epatar al respetable, empecemos con una de las historias más retorcidas, cuya fama en la red ha crecido hasta que se ha transformado en una bola de nieve que lo arrolla todo.

La situación es la siguiente: En 1994 aparece un juego llamado Earthbound (título original japonés Mother 2) para una la entonces flamante consola de Nintendo, la Supernintendo. Este juego, un RPG japonés, se hace famoso por su argumento y sus villanos principales: Pokey Minch (en realidad, un Engrish de Porky), un niño gordo un poco hijo de puta, capaz de sacrificar a la chica del grupo de protagonistas a su religión inventada, la Feliz Iglesia del Felicismo (un claro precedente de Eric Cartman); y Giygas (¡Joder con el nombrecito!), que es... You can’t grasp the true form.


En efecto, no soy capaz.





En estos dos vídeos se puede ver la lucha final, durante la cual ambos villanos son derrotados. La parte del aborto se refiere a Giygas. Fijaos en lo siguiente:

-Los protagonistas tienen que viajar al pasado para esta lucha.
-El escenario que se ve al principio del vídeo, por donde se mueven esos robots, parece un material rugoso. Además, primero es un camino recto, luego torcido, y llega a un lugar más grueso donde yace un objeto esférico del que sale una carita.
-El tal Giygas es al principio un motivo gráfico que representa una cara haciendo una mueca, luego ese mismo motivo multiplicado, y por último multiplicado todavía más.
-Si uno se fija, a partir de 7:50 el motivo de la cara parece tener la forma de un bebé. Si no lo ves claro, sigue leyendo.



-Durante la pelea, Giygas dice cosas faltas de sentido, como quejarse de que le duele la paliza que le damos para inmediatamente declarar que se siente bien o ponerse a gruñir y a repetir el nombre del protagonista, Ness, unas cuantas decenas de veces. No tiene los sesos muy bien puestos o no es dueño de sí mismo.

Estos cinco elementos combinados ayudaron a crear la así llamada Teoría del aborto de Giygas: los protagonistas viajaron al pasado para abortar al terrible villano antes de que naciera. Tremendamente perturbador.


Ahora sí, contemplad el susodicho bebé. Lo de la violación viene ahora.


No obstante, Giygas nació de una perturbación. El guionista de Earthbound, Shigesato Itoi, respondió que se basaba en la mala experiencia que tuvo cuando vio de pequeño una escena de violación en una película. Según él mismo, “En resumen, Giygas es algo que no puede entenderse, ¿sabes? Pero también hay una parte de él que es como un ser vivo que merece cariño. Esa parte es el pecho de Hisako Tsukuba en la película “The Military Policeman and the Dismembered Beauty.
(...)
Después de verla, volví a casa, callado y confundido. Me había impresionado tanto que preocupé a mis padres. Al fin y al cabo, Una mujer había sido violada. Cerca de un río. En la película. Cuando el tipo agarró su pecho tan fuerte, se distorsionó hasta tener la forma de esta pelota. Me chocó profundamente. Fue un ataque directo a mi cerebro.
(…)
En otras palabras, era esta sensación de terror con atrocidad y eroticismo codo a codo, y eso es lo que las últimas frases de Giygas son. Durante el final, él dice, “Duele”, ¿a que sí? Eso es… su pecho. Es como, cómo lo describo, una sensación de “ser vivo”.
”.

No hace falta un aborto para que todo esto ya sea siniestro. En consonancia con esta línea de un enemigo inaprehensible, como se puede observar con atención en los vídeos, la única manera de matar a Giygas pasa por rezar, pero literalmente: los conocidos de los protagonistas responderán a las plegarias de los protagonistas con otras, lo cual hará daño el malo. Bien mirado, es lógico: en este mundo, la magia funcional consiste en poderes psíquicos. Si Giygas ha llegado a ser tan poderoso que ha perdido su cuerpo y sólo es la manifestación de esos poderes llevados al máximo, el deseo de alguien por el bienestar de sus enemigos sólo puede hacerle daño. En el último momento, uno de los primeros ejemplos de interactividad argumental con el jugador, este empieza a rezar para que se salven los protagonistas, lo que fulmina al malhadado Giygas. También lógico, ¿pues qué no quiere el jugador, sino ganar a toda costa?

Este artículo, que es una de mis fuentes para esta entrada, presenta una tesis demoledora: las contradictorias frases de Giygas durante su batalla no son sino una alegoría de la pubertad del protagonista. Y para colmo, da a entender que el único responsable de la muerte de Giygas es el propio jugador, quien realiza el acto sin tener mayores pruebas en su contra que el testimonio de Pokey Minch, un mentiroso irredento, y no olvidemos que Giygas no es consciente de los actos, ¿luego es malvado? Hemos pasado de hablar sobre un supuesto aborto para hacerlo de la vida íntima de un chaval y de ser acusados de asesinato. Aquí hay algo podrido.

Es digno de mención que el terrible poder de Giygas ya era conocido. Earthbound, como sugiere el título original japonés, es la segunda parte de un juego que no se conoció en Occidente por su época, 1989: Mother, de la consola NES. En este juego, como en la primera parte, el malo era Giygas (aunque el nombre se suele transcribir como Giegue). Su aspecto era, simplemente, el de un alienígena gris con rabo. Sus ataques seguían siendo inaprehensibles.


Feo con cojones, eso sí.

En este juego, Giygas te contaba durante la batalla final que los bisabuelos del protagonista, Ninten, lo habían criado siendo pequeño, motivo por el cual estaba muy agradecido a su familia. Llegó a proponerle a Ninten que subiera a su nave para salvarse del holocausto terrícola que pretendía llevar a cabo (las órdenes, ya sabéis). Como los protagonistas nada pueden contra él, deciden atacarlo de un modo “personal”: se ponen a recitar una nana infantil que acaba haciendo estragos en la mente de Giygas. El pobre desgraciado sólo puede rogar que paren, pero finalmente se viene abajo psicológicamente y es incapaz de completar el ordenado holocausto. Esto sigue lo que comenta el autor del artículo de antes sobre si Giygas es malo o no. Se puede ver aquí.



Y bien, eso es todo. ¿Qué ocurre? ¿Falta algo? ¡Ah, sí! ¡El pokémon! Pues la relación es la siguiente: El equipo de programación sacó el tercer y último capítulo de la saga Mother, después de lo cual empezaron con otro RPG algo diferente. La idea inicial iba de un chico que iba reuniendo unos bichos muy raros que podía usar posteriormente en combates. Como es costumbre en las compañías, aprovecharon unos cuantos de los diseños de los juegos anteriores para, entre ellos el de Giygas del primer Mother para uno de esos bichillos, que luego se llamaron Pokémon.




Puede verse que el parecido es notable. Incluso los ataques del Pokémon, Mewtwo, son psíquicos, lo que casa con los ataques de forma ininteligible de Giygas.

En resumen, el debate continúa, pero en algunos vídeos de You Tube se ruega a los comentaristas que no nombren más la teoría del aborto, que ya huele. Conclusión: un éxito.

Fuentes:
Grasping the true form of Giygas’s attack
Enciclopedia de la saga Mother
Webcómic de Las paridas de la guarida que me dio a conocer esta leyenda

miércoles, febrero 15

Este blog, un paraguas binario.

Mi amigo JSainz se ha enterado de la lista que redacté a comienzo de año y me ha hecho una crítica porque le ha gustado mucho.

En un pedazo de inmensidad cibernética compuesto por fractales alfanuméricos, el sevillano Ozanúnest ha compilado una lista around-15M con los, en su opinión-nacida de lecturas nada virtuales-mejores posts del año de la Spanish Revolution. La ecuación incluye términos positivos, negativos y hasta algún elemento neutro, pero su inexistente resolución nos recuerda que la red de redes carece de última página, muy a pesar de lo que cierta bufonada pueda hacernos creer. E incluyendo diversos temas debajo del mismo paraguas binario nos hace recordar que la realidad es poliédrica, pero en absoluto platónica.

lunes, febrero 13

Les chauvinistes, ce sont les français toujours!

Sigo, con asombro creciente, la reacción que ha seguido a cierta canción de los guiñoles del Canal + francés, en la que se acusaba humorísticamente (o eso dicen) a los deportistas españoles de dopaje. ¡Pues vaya novedad! No será la primera vez que un galo mira con desprecio hacia el sur de los Pirineos, pues al fin y al cabo no siempre están mirando al sureste, al este, al norte y al noroeste. En algún momento nos tiene que tocar y entonces tendremos que apechugar con la maldad gabacha. No en vano, el término chauvinismo (o chovinismo, para fastidiar) proviene de aquella tierra.

La respuesta usada; una camioneta que, mientras daba vueltas alrededor de la embajada francesa, cargaba una pantalla gigante donde se alternaban diversos tweets de españoles mosqueados con el programa franchute; me parece un poco ñoña. Parece, con perdón, la respuesta que daría un niño en el patio de un colegio si un compañero lo acusa de tramposo: ¡Yo soy bueno! ¡Yo no hice trampa! Y respecto a ir a la embajada para protestar, vamos a ver, eso es demostrar poco más juicio que aquellos musulmanes que montaron la de Dios no es Cristo (en este caso) cuando se publicaron las famosas caricaturas de Mojama, el árabe cósm… ¡De Mahoma, de Mahoma! No puedes culpar al gobierno de un país, ni siquiera al de Francia, de lo que hacen los medios de comunicación locales. ¡A no ser que te importe una mierda reseca de gato cojitranco el concepto de libertad de prensa! Es un consuelo, al menos, que no hayan quemado la embajada.

¡Ojo, que yo no digo que no se pueda criticar el chiste! La excusa de “Sólo es humor” es una chorrada. La libertad de expresión existe en los dos sentidos, tanto para los del programa en el momento que emitieron la cancioncita de marras, como para los parodiados de levantar el dedo medio para enviar a los anteriores a tomar por culo. A mí, a título personal, el chiste me parece una puta mierda porque, según entiendo, acaban bromeando con gente como Gasol y Nadal, cuya única relación con Contador es que son españoles, deportistas y conocidos internacionalmente. También yo podría, en base a la misma lógica, acabar bromeando con un Sarkozy violador, pues Strauss-Kahn fue acusado de lo mismo. Si este chiste se hubiera hecho porque, y he aquí el quid, los parodiados hubiesen defendido a Contador más allá de cualquier razón, y siempre mentando el honor del deporte español, pues me habría parecido lo más apropiado y, para qué negarlo, gracioso.

Por otro lado, si sospechas que el chiste es parte de la conjura gabacha contra los honrados españolitos, pues también hay maneras de contestar más elegantes. Los organizadores de la respuesta española parecen ignorar ese dicho de que el culpable se defiende incluso antes de ser acusado realmente. Y es cierto: sin pruebas, todo el mundo es inocente. Si sospechas de que algunos sectores galos te acusan entre dientes, pues aprovecha para poner a parir al primero que diga alguna borricada sin tener mejores pruebas que “Me lo dijo un contacto” o “Lo sabe todo el mundo”. Exígele una demostración y déjalo estar ahí: el otro es un bocazas y tú quedas como alguien dispuesto a lavar tus posibles trapos sucios. Además, no se obtendrá más, pues la única conjura existente es como la de la famosa novela: una de necios.

El país también ha hablado bastante bien del asunto, que pasará al grueso libro de las desavenencias deportivas. Citius? Sólo para pedir explicaciones. Altius? Sí, hasta dos ministros están protestando. Fortius? Los lloriqueos, seguramente.

viernes, febrero 10

¡Madriz! ¡Madriz! ¡Madriz!

Tenía ganas de actualizar con alguna entrada corta, que se leyera en un suspiro pero dejara cierta impresión. Lo que no tenía era tema, pero he aquí que el corrector del Word me lo ha inspirado.



¡Por la estadística como método de regularización ortográfica! ¡Olé!

miércoles, febrero 8

El misterio tenebroso de Hamelín.

Comienza… LA HORA DE LA BRUJA MARUJA

¡Queridos telespectadores, bienvenidos a otro programa de La hora de la bruja Maruja! Esta noche viajamos a Alemania, concretamente a una ciudad de cuento… ¡Hamelín! ¿No es así, amigo Gómez del Foso?

¡En efecto! Hamelín es una ciudad misteriosa… Como todo el mundo sabe, es el lugar donde ocurre uno de los relatos de los hermanos Grimm: El flautista de Hamelín. En la historia original, una deuda impagada acaba en desgracia: todos los niños de la ciudad desaparecen… Poca gente sabe que, incluso hoy en día, hay una calle en la auténtica Hamelín donde está prohibido que se cante y se toque música: la Bungelosenstraße, la “calle sin tambores”.

¡Eso es muy interesante! Es justo decir que, según el cuento, el flautista fue contratado para desratizar la ciudad. Al parecer, se valía de la música… ¿Cómo es posible? ¿Estamos hablando de que, en plena Edad media, ya había una tecnología capaz de sintonizar con la mente ratonil?

¡Posiblemente se trataba de tecnología extraterrestre!

¿Cómo llegas a esta conclusión, Gómez del Foso?

Verás, Maruja: los documentos de la época hablan de alguien vestido de un modo extraño, con un traje compuesto de numerosos colores… Bien podría ser alguien con un traje brillante que hace juegos con la luz del sol. Un traje así es también insólito en nuestra época, lo que significa que estamos hablando de tecnología desconocida en nuestro planeta.

¡Fascinante! Cuéntanos, Gómez del Foso… ¿Cuál se supone que era el objetivo de esta misión, por llamarla de alguna manera, extraterrestre?

Bueno, los niños fueron secuestrados y llevados a los bosques de las afueras… No me extrañaría que fueran guiados a la base extraterrestre. Una vez allí, los niños fueron, quizás, objeto de experimentos.

¿Experimentos médicos?

Bien, podrían ser experimentos de todo tipo: sociales, psicológicos, e incluso de rastreo. Otros estudios afirman que en varias zonas de Polonia y otros países eslavos se extendieron los apellidos de los habitantes de Hamelín. Yo creo que los niños fueron devueltos a aquellas zonas para observar mediante algún marcaje, quizás radiactivo, cómo se extendía la descendencia de un ser humano típico.

¡Terrible! Pero dinos, Gómez del Foso, ¿cómo pudo un extraterrestre dejarse capturar por un grupo de habitantes del Medievo?

Es una buena pregunta, Maruja. Yo creo que alguien de su propia gente debió de entregarlo. Quizás cometió alguna falta ritual al secuestrar a esos niños, cuyo castigo era el abandono o la muerte. Otros opinan que el flautista era un extraterrestre ha que trabajó para los anunnaki, quienes lo entregaron cuando acabó su labor, en una maniobra similar a la del romano Quinto Servilio Cepión después del asesinato de Viriato.

Asesinato, secuestro, traición y misterio, sobre todo, un enorme misterio rodea el extraño caso de Hamelín… No cambien de canal: Después de la publicidad, más información sobre una de las partes de la historia que no nos han contado.

¡CHACHACHAN!

jueves, febrero 2

La opinión populachera.



Muchos han olvidado a esta mujer. Error.

Mi relación con la prensa ha sido tormentosa desde que empecé a notar, siendo chiquitín, que le tenían manía a varias de mis aficiones. Mientras iba creciendo, esa manía por mis aficiones acabó por ser medio disculpada para transformarse en un general aborrecimiento por el fenómeno del sensacionalismo.

El victimismo es la forma de sensacionalismo más común y habitual. Es fácil y sencillo ponerse en el lugar de la víctima: muchos han sufrido alguna injusticia durante sus vidas, o al menos lo creen. Es sencillo, con nuestra parte bien definida, buscar al adversario, que será el malo de turno. Así, el victimismo conlleva siempre la demonización de otro. Lo difícil es intentar juzgar los hechos objetivamente, incluso hay quien afirma que eso es en cierto sentido imposible, porque “objetivamente” aquí significa estudiar el conflicto desde un punto de vista externo al mismo, lo que no deja de tener cierta subjetividad (la de alguien ajeno al problema).

Aunque más arriba esté expuesta una fotografía de la famosa madre de Rocío Wanninkhof, el caso más representativo de demonización ocurrió en Australia: la desaparición de Azaria Chamberlain, una niña de apenas meses que fue devorada por un dingo. Aunque varios testigos apoyaban esta versión, finalmente fueron condenados por el “asesinato”. La actuación de la prensa fue vergonzosa: acusaciones de libelo de sangre, de que la madre no mostraba mucho dolor (¿A que les suena?), y de que vestía a la niña de negro (¿?), entre otras subnormalidades.

Es decir, que un país tenga cierta tradición democrática no significa que pueda caer en errores propios de dictaduras bananeras, como dejar que la prensa haga juicios paralelos. Por eso me entran ganas de reír, por no llorar, cada vez que oigo esa famosa cantinela de que es inconcebible que en nuestra reciente democracia sigan ocurriendo según qué atrocidades: como si el hecho de tener presidentes electos sirviera para curar el resto de males del país, algunos de ellos anteriores a la II República. Pensamiento mágico como el de la película Excalibur.

Por eso mismo, y por mucho que no sea contrario a las leyes, no me gusta un pelo que el reportero del programa de Ana Rosa, acompañado de dos primos de la madre de los niños cordobeses desaparecidos, acose a un miembro de la familia del padre, en prisión por ser sospechoso de la ausencia de sus hijos. Entiendo que, si no tienen pruebas para llevarlos ante las leyes, realicen acciones como colgar todos esos carteles cerca del domicilio del individuo, pero aún así se arriesgan a ser denunciados, aunque crean que salir en la televisión equivalga a la inmunidad diplomática. Afortunadamente, ante los ojos de la ley, todos somos inocentes hasta que se demuestre lo contrario.