lunes, diciembre 24

Mientras tanto, en el Vaticano...

Cuando los informativos abrieron su parrilla (¡Qué término más horrible, señor!) con la noticia de que el Papa negaba la presencia de la mula y el buey durante el nacimiento de Jesús, la verdad es que me hizo mucha gracia. La gente se pasmaba de lo que cualquier persona con cierta cultura debería saber: que todas las religiones sonsincretismos de diversas tradiciones y por ello el conjunto final sienta como leerse de una sentada todos los números que haya de una colección de superhéroes. Es decir, es la obra de varios autores en torno a cierta idea común, pero abunda en contradicciones, versiones alternativas y hasta personajes que reviven después de haber muerto.

Me lo pasaba pipa, en fin, con los noticiarios presentando, como si fuera la última novedad, que ese conjunto de libros llamados la Biblia no cuenta casi nada de lo que se da como hechos incontrastables, como la Santísima Trinidad, introducida en un versículo muy tardíamente, o el celibato de los sacerdotes, contradicho en otro. No pude evitar pensar en lo que comentaba Eduardo Robredo Zugesti en su blog, La revolución naturalista, sobre que los ateos suelen, de media, saber más que los creyentes de religión: tanto de teología, como de historia y de las relaciones con otras creencias (mitraísmo y zoroastrismo, sin ir más lejos). A esto se podría responder que los que se declaran oficialmente ateos son menos y suelen tener cierta formación frente a la poco clara masa de creyentes, muy heterogénea y que quizás de teología no entiende más que de evolución a nivel universitario.

No obstante, me han pillado. El Papa me ha sorprendido con otra declaración hasta tal punto que casi hizo que me cayera del susto: ¡¡Los Reyes Magos eran andaluces!! ¡¡¡Concretamente, de Huelva!!! Mientras intentaba recuperar la verticalidad, el telediario siguió con que, después del despido improcedente de las bestias del pesebre, el Papa volvía a consternar al mundo con otra de las revelaciones de su libro, La infancia de Jesús. A mí lo que me preocupaba era más bien otra cosa. Concretamente, ¿de dónde se había sacado el Papa esta idea? Dios me libre (¡Euh…!) de querer discutir de teología con Benedicto, porque para empezar me barrería en latín y griego, pero tampoco me impide preguntar cuáles fuentes emplea para hacer una revelación tan sorprendente. Desgraciadamente, el noticiario se limitó en el ya citado libro, así que la cosa quedó en un “el Papa ha dicho que los Reyes Magos eran de Huelva/Andalucía” y la cosa pasó a preguntarle a los viandantes del sur su opinión al respecto. Nada tengo en contra de que los diarios hagan este tipo de consultas, pero una noticia es más que eso, me parece. Como que esto debería ser la coda de la propia noticia, ¡vaya!

Defraudado, acudí a la prensa escrita para poder satisfacer mi curiosidad. ¡Ah, amigo! Los Reyes Magos eran de Tartessos (Tarsis), más bien la Provincia Bética por las fechas. Ya, Andalucía. La chanza, aunque hay que decir que nos prestamos bien a ello. Respecto a la fuente, Benedicto asegura que en el Libro de los Salmos se señala la civilización ibérica en vez de “Oriente” como la procedencia de los Reyes Magos. Como ya he dicho, será verdad. Mis conocimientos apenas llegan a entender todas las raíces latinas y griegas empleadas en tecnicismos, ¡como para dedicarme al estudio del Antiguo Testamento!

Lo que sí llego a dilucidar es que Benedicto parece dispuesto a ignorar la tradición navideña y se nos está poniendo un tanto literalista, que es uno de los buenos aspectos del catolicismo y no lo digo en broma: el mundo protestante está lleno de chalados que intentan buscar la respuesta a todo en la Biblia y que, en su insolencia, se enfrentan a intelectuales y expertos de cualquier ramo para decirles que el mundo es plano o cosas peores. El catolicismo admite que las escrituras son interpretables (como dicen ellos, eso sí) y no rechaza la compilación de otros saberes, aunque se arroga el derecho de qué se escribe y cómo. Sin ir más lejos, los varios religiosos que han realizado aportaciones científicas, humanísticas, artísticas y filosóficas no eran demasiado literalistas.

Además, el Papa habría de aclarar por qué los Libros de los Salmos es ahora la máxima autoridad. En el caso de la mula y el buey, pues entiendo que sea una invención posterior. De hecho, no es de lo más absurdo que haya oído en las religiones. En el mundo árabe, se cuenta que el nombre del yerno de Mahoma está escrito en la Luna1. En Oriente (ahora sí) se afirma que cuando Shiddarta Gautama (Buda) nació, declaró “Sólo yo soy digno en el cielo y en la tierra”2. Los chinos pensaban que el monarca del reino celestial, el Emperador de Jade, era un humano que se volvió inmortal por vivir muchos años y llegar a ser muy sabio3. El famoso talón de Aquiles fue también una invención posterior, inicialmente moría con el pecho ensartado a flechazos (bastante más prosaico).

En resumen, que aún es verosímil, dentro de lo que cabe. Como la identificación, de origen armenio, de los tres Reyes. Al menos no dice que hubiera un cuarto proveniente de Urano o algo similar. Para la próxima, me gustaría que el Papa aclare el famoso misterio de si la Virgen María sabía que Jesús iba a acabar en la cruz, duda que ya la tenía una antigua compañera del colegio pero no recibió respuesta por parte del profesor, quien aseguraba que era un enigma teológico. Quizás, con algo de suerte, al fin habrá una respuesta.

Sea como sea, ¡feliz Navidad/Fiestas/Lo que sea!

1 ¡Muérete de la envidia, Banksy!

2 Es un lema común entre las bandas de moteros japoneses.

3 Concretamente, alrededor de 300 millones de años (he encontrado dos cifras que varían en decenas de millones). Por cierto, que en Bola de dragón Dios fuera un namekiano verde seguramente se debió al nombre de este señor.

sábado, diciembre 22

Pues no se ha acabado el mundo, ¡leches!

Programé esta entrada hace más de dos años, el 13 de septiembre de 2010.

Hoy, en este preciso instante, según las tonterías de los agoreros del calendario maya, el mundo debería haber llegado a su fin.

Si estás viendo esto, el mundo no ha acabado, por lo cual:


¡FELIZ DÍA DEL SOMBRERO DE ESTAÑO A TODOS!

jueves, noviembre 29

Un universo de cosas invisibles.

Todo empezó con Leeuwenhoek, quizás. No mucho después de las obras de Newton, aparecidas en 1668. Exactamente, 1674. Con sus lentes, este buen señor, vendedor de telas, se dedicó un día a observar el agua y allá que encontró una inmensa, pero mínima, plétora de vida. Inmensa, por la enorme cantidad que había en lo que por aquel entonces se consideraba que no había nada. Mínima, por la escasa masa total que suma.

La célula supuso la primera frontera en el reconocimiento de que había todo un aspecto de la realidad desconocido hasta entonces. No sólo las enfermedades y ciertos procesos como la fermentación eran el resultado biológico de seres mínimos, sino que los seres macroscópicos éramos enormes conglomerados de esas mismas células, divididas en varios tipos. Este salto cualitativo en el conocimiento biológico difícilmente será superado, pues todos los descubrimientos posteriores han tenido que tenerlas en cuenta, sí o sí.


La astronomía, un siglo después, volvería a echar abajo cualquier esperanza de que el mundo esté pensado para que lo observemos con el descubrimiento de Urano. Un nuevo planeta, imposible de observar sin potentísimos telescopios, más si son comparados con el humilde objetivo de Galileo, posiblemente el mejor de su época. A todas luces resultaba obvio que aquel planeta, si tenía fines, no era para los terrícolas. Después vino Neptuno, ya intuido por las discrepancias de la órbita del anterior, y entretanto ya se descubrieron las galaxias y sucesivos clústeres de creciente magnitud de masa. Tales distancias que aturdían, simplemente1.

El edificio nomológico al que pertenece la astronomía, la física, también tuvo unos cambios bien conocidos: de creer que habían acabado y que sólo faltaba pulir los detalles, se pasó a teorías que desafiaban la imaginación. Las células y el universo sólo aturden por ser demasiado pequeñas y grandes, respectivamente, pero la mecánica cuántica aturde por ser anti-intuitiva. ¿Cómo que no se puede medir simultáneamente el momento lineal y la posición sin cometer un error? ¿Dice usted que la función de ondas no tiene sentido físico? ¡Ah, que su cuadrado se relaciona con la probabilidad de encontrar una partícula! ¿Y que si los signos de las funciones de ondas de dos diferentes partículas son opuestos, interaccionan destructivamente y ambas partículas no forman un enlace? De la mecánica relativista prefiero callar porque lo poco que vemos en química tiene que ver con el espín, pero aquí hay una serie de artículos que cuentan que el universo es un lugar tremendamente raro.

Pero volvamos a la biología, ahora en su faceta de historia natural. El desarrollo de la faceta descriptiva, paleontología, y la deductiva, biología evolutiva, ha acabado por matar sin piedad la última esperanza de que TODO era una suerte de tinglado pensado para nosotros. Todavía lo anterior; lo muy pequeño, lo muy grande y lo muy confuso podrían situarse, con una imaginación kepleriana, dentro de una especie de juego dispuesto por la Providencia. Pero a los dinosaurios no hay Kepler que les dé un sentido humano ni con toda la voluntad del mundo, a no ser que uno se confunda. Le ocurrió a Johann Jakob Scheuchzer, un médico y naturista suizo que encontró el fósil del Andrias scheuchzeri, una salamandra gigante que vivió alrededor del Mioceno. No obstante, su gran tamaño y que apareciera en unos sedimentos marinos hizo pensar a nuestro hombre que eran los restos de un niño antediluviano, es decir, uno de esos que se ahogaron cuando Noé y los suyos construyeron la celebérrima arca2.

Otra posibilidad es salirse por la tangente (una verdadera especialidad humana) y negar lo obvio, aferrándose a aquella creencia3 que el individuo considere imprescindible para su felicidad. No crean que las peores creencias son necesariamente religiosas, porque la filosofía también ha dado lugar a memorables momentos de rechazo. Uno de los que más me ha divertido este año es fruto del mismísimo Engels, y eso que ya fui advertido cuando me recomendaron el libro El azar y la necesidad, de Jacques Monod. Este libro es un ensayo acerca de los descubrimientos vitales de la biología molecular en los sesenta (nada novedoso para cualquier bachiller estudioso de ahora, pero tremendamente bien escrito) y una valiente reflexión acerca de la tortuosa relación que las tendencias filosóficas mantienen con la ciencia. Una de las críticas de Monod está en que Engels rechazó el segundo principio de la termodinámica porque a nivel cósmico predice que el universo agotará toda la energía disponible4.

Los últimos capítulos de este libro hablan de que no sólo el hombre se ha dado cuenta de que hay muchas cosas que le son invisibles, sino que el hombre se sabe invisible para el propio universo.
Si acepta este mensaje [la ausencia de un destino inmanente] en su entera significación, le es muy necesario al Hombre despertar de su sueño milenario para descubrir su soledad total, su radical foraneidad. Sabe ahora que, como un zíngaro, está al margen del universo en que debe vivir. Universo sordo a su música, indiferente a sus esperanzas, tanto como a sus sufrimientos o a sus crímenes.
Esto, en opinión de Monod, es lo que realmente asusta del desarrollo científico: la debilitación del principio antrópico. Personalmente, pienso que da en el clavo: no hay más que ver cómo todos los movimientos místicos suelen invocar la sabiduría de tiempos antiguos, porque el conocimiento científico puede asombrar, pero no fascinar al prójimo para seguidamente estafarlo.

El universo es demasiado grande y demasiado pequeño para comprenderlo in tutto. Este pequeño rincón del universo, llamado todavía la Tierra5, tiene la respuesta de cómo y cuándo surgió el hombre, pero no le dice qué debe hacer ni cuáles son sus aspiraciones. No obstante, el hombre, sigue intentando encontrar su sentido de la existencia fuera de sí mismo, por el riesgo que comporta aislarse del mundo. A su favor debe decirse que jamás pierde la esperanza, incluso después de cometer tremendos errores.

¿Cómo no tenerle simpatía?

1 Si no se habla del centro del universo, es por la imposibilidad de determinar algún núcleo en tal inmensidad.


2 Este malentendido sirvió de base para el libro de ciencia-ficción La guerra de salamandras, de Karel Čapek (creador del término “robot”), en el que el fósil Andrias Scheuchzeri aparece en una isla de la Polinesia y se revela como una salamandra inteligente. Lectura divertida y crítica, por contradictorio que parezca.

3 Hay que diferenciar entre idea y creencia. La primera está mejor definida y sirve para la discusión pública, mientras que al segunda es más íntima, incluso visceral.

4 Baste decir que Engels confiaba en que en nuestro universo existiera algo comparable, si no superior, a la Fuerza de La guerra de las galaxias. Confiaba en que, de algún modo, la energía se reorganizaría y el cerebro humano volvería a aparecer.

5 Más que el planeta Agua, yo lo llamaría como la Biosfera. Sería una sinécdoque, pero es totalmente apropiada.

miércoles, noviembre 28

Argumentos dignos.

En la anterior entrada, hablé de los curiosos pensamientos que Galileo Galilei y Johannes Kepler desarrollaron después de ese enorme descubrimiento que fueron los satélites de Galileo. Aparte del propio interés histórico, lo hice por una buena razón: mostrar que dichos pensamientos surgían más de razonamientos (por extraños que parezcan) que de “intuiciones”.

Hoy en día, es lugar común que la astrología es básicamente irreal. El primer argumento, y más poderoso, es que nuestras constelaciones (lo que incluye, obvio es, el zodíaco) son totalmente arbitrarias: la forma y el número con que nos han llegado se basan en lo que egipcios, babilonios y griegos vieron en el cielo en tiempos antiguos. No hay más que comprobar que los chinos tienen su propio sistema de “constelaciones“. Donde los griegos vieron al famoso y desgraciado Orión, ellos veían “Las tres estrellas” y “El pico de la tortuga”. Hay que destacar que esta es una de las constelaciones más coincidentes en ambos sistemas.

A algunos lectores puede parecerles que mi anterior aclaración es una perogrullada, pero es necesario decirlo porque algunos creen que las constelaciones pueden, por ejemplo, ser descubiertas como si fueran especies desconocidas.

No obstante, hay una diferencia respecto a los astrólogos de ahora y los de la época de Kepler: se basaban en hechos astronómicos. Una de sus mayores preocupaciones fue si el horóscopo seguía teniendo validez, pues el descubrimiento de Galileo revelaba más astros de los tradicionalmente conocidos. La defensa de Kepler se basó en lo que hoy en día llamaríamos un argumento cuantitativo: como los satélites de Júpiter, en apariencia, no se alejan demasiado del propio planeta, su efecto se deduce de esta particularidad.

Esto es, los astrólogos de entonces observaban realmente el cielo. Cuando decían que Júpiter estaba en conjugación con Piscis, no era marear la perdiz con términos aparentemente profundos y llenos de significado, sino que querían decir que la posición de Júpiter en el cielo pasaba realmente por Piscis. Que luego le buscaran al hecho una influencia terrenal (correcto, quiero expresar que ocurre en el planeta Tierra) sobre el comportamiento y el devenir del prójimo, pues ya es una tontería, pero la astronomía ya purgó todos esas supersticiones... que se independizaron y mantuvieron inalteradas.

 La astrología actual ignora la estructura del universo. El universo puede estar montado sobre cuatro elefantes, a su vez posados sobre una tortuga gigante, que sus tonterías las seguirán vendiendo. Se basan sólo en la fe. Kepler puede que siguiera esta creencia, pero las intentaba racionalizar lo mejor posible, incluso con argumentos matemáticos. Esto no las hace ciertas ni defendibles, pero son falsables y cuantificables, lo que siempre tiene su honra.

Hasta qué punto se habrá disociado la astrología de cualquier observación que, como citaba antes, todavía no se han enterado de que Ofiuco cruza la elíptica desde hace ya un buen tiempo. Todo el rifirrafe de la decimotercera constelación, a propósito, surgió por los comentarios de un astrofísico ante la pregunta de por qué no creía en la astrología. Este señor no pudo menos que comentar que los horóscopos se hacen en base a como era el cielo desde tiempo de los babilonios (¡Ya son años!), y que entre los cambios del eje de rotación de la Tierra, los propios movimientos de las estrellas (el sistema solar está incluido) y que la Tierra se aleja del Sol, los cielos han cambiado lo suficiente como para que las coordenadas estelares se hayan alterado desde aquellos tiempos. Nótese que todos estos movimientos son relativamente lentos para la inmensa magnitud de las distancias que consideramos, causa de que los cielos hayan sido percibidos durante siglos como inmutables. Eppur si muovono…

La respuesta del mundo de la astrología y parte del paranormal (¡Cómo no!) se basó en el sentimiento y el ad hominem. Un tipo aseguraba que él se seguía “sintiendo un Leo”. A eso, con todos mis estudios y mi conocimiento no puedo sino quedarme callado, porque a ver qué cojones es ser “un Piscis” más allá del hecho astronómico. Esto es como lo que leí acerca de los chamanes y otros fenómenos culturales como los berserkir, que después de tomar ciertos brebajes estaban convencidos de que se transformaban en animales y adquirían un estado de invulnerabilidad. Yo puedo decirles que no hay constancia, pero hacen de la experiencia personal un hecho incontrastable y van por el mundo con esa actitud.

El ataque personal fue representado por aquel astrólogo que orgullosamente aseguró que ellos hacen felices a la gente, mientras la ciencia nos da Prozac. Claro que sí, hombre. Fíjate que, mediante esta tecnología, he podido llegar a oír tus ladridos. En otras circunstancias, tu estupidez me habría pasado desapercibida y al menos no habría tenido el disgusto de saber de tu pobre existencia.

Aún así, la parte sobre la numerología cósmica y el supuesto lugar privilegiado del hombre es poco digna de comentar. La defensa de Kepler es, como mínimo, débil al considerar una simple casualidad como un hecho trascendental sin otras pruebas. Sin olvidar que todo el razonamiento partió de la suposición de que existían jovianos… Siendo justos, esto se debía a que Kepler era un maniático que buscaba un cierto idealismo aritmético y geométrico en el universo y siempre podemos pasar por alto esta debilidad.

Además, como decía Darwin, citado en el blog de Lansky, tan malo puede ser no querer arriesgar en comprobar un hecho por temor a hacer el ridículo, como creer lo primero que pase. Dije que Galileo era reacio a admitir la participación de la Luna en las mareas porque eso de la “fuerza a distancia” le parecía una tremenda fantasía. Miren que, alternativamente, podría haber concluido que, si la Luna no causaba las mareas, sus fases podían ser otra consecuencia de la causa que él hubiera considerado más acertada, pero no quiso verlo así. Seguía convencido de que las mareas eran a causa del propio movimiento de la Tierra. Aún así, hay que admitir que también era una explicación que podía llegar a razonarse y comprobar su veracidad.

Hubo que esperar a que Newton elaborara su teoría universal de la gravitación para que todos estos hechos fueran explicados finalmente. Esta explica tanto los propios movimientos de los planetas como el efecto de las mareas. También esta teoría hirió de muerte las pretensiones de la astrología: todo el influjo de los astros era una de dos, el efecto de su gravedad en nosotros o en nuestro planeta, o su emisión electromagnética. En el primer caso, la Luna se queda con las mareas con cierta participación muy secundaria del Sol, mientras que el Sol atrae a la Tierra, y la Tierra a nosotros. En el segundo, el Sol es el máximo protagonista, con la Luna participando de un modo secundario con la energía que refleja de este. Los demás, con luz propia o prestada, no llegan ni a figurantes. En grupo, como la Vía Láctea, o todavía sin ser estrellas, como algunas nebulosas, sí.

Así, el universo pareció absolutamente ordenado. El Sol, en el centro, los planetas girando en orden, las estrellas girando todavía más lejos. El conjunto parecía lógico y lo observable coincidía con lo existente.

¡Ilusos! A acabar en la siguiente entrada.

martes, noviembre 27

Las circunstancias de la caída del sistema ptolemaico.

He leído hace poco un libro que reúne La gaceta sideral, de Galileo Galilei y Conversación con el mensajero sideral, de Johannes Kepler, el primer escrito de Galileo en que defendió públicamente el sistema copernicano1 frente al geocentrismo y la respuesta favorable de Kepler, respectivamente. Hasta ahí llega la opinión popular, porque ambos ensayos fueron también un argumento en contra de otras ideas relacionadas, como la perfección de los cuerpos celestes (esto es, la afirmación de que son inmutables sin experimentar generación ni destrucción) fue desestimada por la observación del relieve lunar y la negación sobre que estos cuerpos tuvieran dos movimientos, transformadas en certeza por los satélites que Galileo descubrió en Júpiter, que llevan su nombre2. Ambas eran ideas aristotélicas esgrimidas contra el modelo de Copérnico, pues en su visión del mundo todos los astros realizaban un único movimiento de traslación alrededor del Sol, pero la Luna hacía dos: la circunsolar y la circunterrestre.

Aparte, el libro contiene ciertos extractos de cartas de Galileo y Kepler sobre otros descubrimientos astronómicos de la época, como las manchas del Sol, una imperfección que agotó la paciencia de los aristotélicos, y algunas observaciones más, como el hecho de que Saturno fuera “tricorpóreo” (o más concretamente, que tenía muy cerca de él lo que parecían dos cuerpos que lo ceñían) y cierta mancha roja sobre Júpiter.

El libro, traducido por Carlos Solís Santos, está convenientemente anotado. En las notas, se hace ver que fueron especialmente los jesuitas quienes atacaron a Galileo por sus descubrimientos, aunque hay que decir que no fueron los únicos: no pocos filósofos, esto es, estudiosos de cualquier cosa, se quejaron. Los astrólogos, de que los nuevos satélites jovianos revelaban la inutilidad de los horóscopos tradicionales y otros que negaban que la física pudiera mezclarse con los cuerpos celestes3. En el asunto de Galileo y la Iglesia ha habido voces que han intentado dar a entender que todo es un malentendido y que la segunda parte no intentó nada malo. A lo que digo que, ¡y un cuerno! Verdad es que ni era toda la Iglesia ni todos los implicados eran eclesiásticos, pero que hubo un juicio queda claro, aunque el libro cuenta que algunos jesuitas, como Christopher Scheiner, empezaron su campaña contra Galileo por motivos tan nimios por las manchas solares, que el citado pretendía haber descubierto el primero.

Aparte del indudable interés histórico, el libro es interesante para ver cómo se pensaba en la “física” pre-newtoniana. Entre comillas, porque lo que llamamos hoy en día ciencia por aquel entonces todavía se hallaba íntimamente ligado a la religión, en el sentido de doctrina que intenta dar sentido a la existencia. De ambos autores, el que se destaca más es Kepler el astrólogo, ocupación en la que ya de por sí se intenta buscarle sentido metafísico a hechos naturales. Y es que, aunque Kepler admite sin ningún problema la existencia de los cuatro satélites jovianos, lo que asalta a Kepler es una duda, digamos, “trascendental”.

La belleza de estos cuatro satélites quedaba desapercibida a los ojos terrestres si no se usaba una última tecnología de la época. Luego, ¿para qué existían? Con la teleología hemos topado. Todo existe para nosotros… La teleología parece una reliquia, pero todavía se ve su fantasma en algunas de las peleas entre ateos entre religiosos, como aquella anécdota entre el científico ateo y el sacerdote católico, en la que el último le preguntó al primero cómo no podía creer en Dios por las maravillas del universo, y el aludido respondió que le parecía que Dios había desperdiciado casi todo el espacio.

Bien, Kepler era, aparte de un tipo brillante, muy religioso. Para él, todo el universo era una obra de Dios para nosotros. Luego, ¿qué hacían allá, tan lejos, esos satélites? En su obra propone una explicación, la cual lo lleva a otro argumento. Advierto de antemano que ambas son curiosas para el gusto actual y que se basan en que la contemplación de los satélites de Galileo es mejor desde Júpiter que desde cualquier otro punto del universo:

Los satélites están para que los contemplen los jovianos o joviales, esto es, los supuestos habitantes de Júpiter. Esta especulación, probable para Kepler, aparece después de que mencione cierta hipótesis clásica sobre los selenitas. Se apoya en el hecho de que como los satélites identificados fueron cuatro, el mismo número de planetas más cercanos al Sol que Júpiter (Mercurio, Venus, la Tierra y Marte), están ahí para “compensar” a los jovianos las enormes dificultades para contemplar estos planetas, que deben ser prácticamente imperceptibles para ellos. Además, afirma que para los jovianos la luna debe de ser imperceptible, con lo que demuestra que, si la Luna es nuestra, los satélites de Galileo están para ellos.

Esta especulación lleva a Kepler a otra consideración filosófica: si existieran los jovianos (u otros alienígenas) y fueran racionales, ¿serían más nobles que el ser humano? No, en opinión de Kepler, porque resulta que la Tierra está en un lugar privilegiado: en el seno del universo, el único constituido con los cinco sólidos platónicos, en el centro de las esferas celestes principales4 y donde se separan las dos órdenes de los ya citados sólidos (sic). Esto demuestra sin lugar a dudas que, incluso si hubiera jovianos y fueran racionales, el hombre es la criatura favorita de Dios.

Además, piensa Kepler que el descubrimiento incitaría un “salto tecnológico”: propone que quizás esos satélites hayan aparecido como una manera de estimular la creación de una “máquina de volar” (sic) que llevara allí a intrépidos exploradores, los cuales no faltarían. Kepler ya propuso la NASA, ¡vamos!

Increíble, ¿eh? Esta entrada no hace justicia a la inmensa capacidad de digresión que demuestra Kepler en su texto, en el cual toda esta discusión se sigue perfectamente de la aceptación del descubrimiento de Galileo. De hechos llanos y cantados, pasa a buscar la razón última y trascendente, como destaca Carlos Solís Santos.

Pero hay más: Kepler era, como he dicho, astrólogo, y no uno cualquiera. Observaba continuamente los cielos y los contrastaba con sus ideas acerca del efecto que los astros debían tener. Para él, la aparición de los satélites de Galileo no fue tanto un problema con la organización del universo, pues él era copernicano, como con el horóscopo. Si había más astros de los que contemplaba su sistema, los cálculos obtenidos eran incorrectos. Al final justificó un poco su sistema alegando, mediante ciertos razonamientos geométricos, que las características de los satélites jovianos sólo influyen en cierto tipos de características.

Es decir, Kepler aplicaba lo que podríamos llamar el método científico a todo esto (eso sí, era una total pérdida de tiempo). Kepler incluso afirmó su esperanza de que los satélites de Júpiter y los posibles de Marte5 ayudaran a corregir las divergencias entre la realidad y su modelo cosmológico.

Por su parte, Galileo rechazaba de plano alguna influencia astral sobre los asuntos terrestres, incluyendo esa relación bastante marcada entre las fases de la Luna y las mareas, porque eso de ejercer fuerzas a distancia le parecía cháchara… Hubo que esperar a que a un tal Newton se le ocurriera que había una cosa llamada gravitación para aclarar esa parte. Para Galileo, las mareas se debían al propio movimiento de la Tierra alrededor del Sol y de sí misma. Como con un vaso de agua, ¡vaya!

Galileo, asimismo, comparaba sus observaciones de la Luna con el efecto de los mares terrestres en su explicación del relieve lunar, pero desechará más adelante esa idea. También consideró que esta tenía atmósfera, a la que atribuía algunos efectos ópticos, como que la circunferencia del disco lunar parece más brillante que el interior del mismo y carente de accidentes geográficos.

Ambos autores, curiosamente, estaban plenamente convencidos de que el Sol era, sin duda alguna, el exacto centro del universo. Lógico, pues con esos datos de la época no tenían que pensar otra cosa. Excepto una: los cometas, cuya irregular órbita fue aprovechada por los jesuitas y otros aristotélicos para impugnar la validez del sistema copernicano. Galileo intentó encontrar una solución que salvara el conjunto, pero fue (y sigue siendo) imposible6. Así, de pronto se volvió aristotélico y declaró que los cometas eran fenómenos atmosféricos. En tiempo de Galileo, no obstante, el sistema copernicano acabó sustituyendo al ptolemaico definitivamente, muy a pesar de los jesuitas y, esta vez también vamos a superar la versión popular, los luteranos radicales. Porque no tuvieron tanta fama, pero Lutero criticó personalmente la obra de Copérnico y le molestaba hasta tal punto la idea de que la gente no interpretara las escrituras literalmente que llegó a exclamar aquello tan famoso de “La razón, esa puta”. Los fanáticos, ya se sabe: cuando no tienen argumentos, atacan al honor.

Primera parte de tres.

1 Es curioso observar hoy en día que, ante la complejidad del universo, suena a chiste hablar de un posible centro. Claro que, bien observado, este es más irrelevante porque, si este existiera, no sería en absoluto observable desde la Tierra.

2 Calixto, Europa, Ganímedes e Ío son llamados los satélites de Galileo, pero el propio Galileo los llamó Astros Mediceos, en un intento basta claro de hacerle la pelota a Cosme de Médicis, duque de Toscana y antiguo alumno suyo. De hecho, en su libro omite a Paolo Sarpi, un religioso que le comunicó las nuevas sobre los telescopios, porque este hombre estaba enemistado con los Médicis por aquel entonces.

3 Tal era la disociación del mundo aristotélico, que las matemáticas no se solían usar para explicar los fenómenos terrestres.

Se refería a la serie Sol-Mercurio-Venus-Tierra-Marte-Júpiter-Saturno..

5 Kepler tiene el curioso honor de haber predicho que Marte tenía dos satélites, pero basándose en un razonamiento igual de poco realista: como la Tierra tiene uno, y Júpiter cuatro (los de Galileo, claro), Marte debía tener dos para que la progresión fuera correcta. Para que vean ustedes que acertar no supone tener mayor conocimiento.

6 Porque, aunque ya estaban desarrolladas las leyes de Kepler, no identificaron el movimiento de los cometas como órbitas de alta excentricidad. Curiosamente, para los jesuitas esta anomalía “confirmaba” el sistema mixto de Tycho Brahe. De hecho, para ellos cualquier cosa lo hacía.

lunes, octubre 29

Desde El tablero intelectual, ¡grandes y buenos videojuegos!

Esta entrada debería haberla publicado antes, pero bueno. La operación Pokémon me ha inspirado para la creación de los que podríamos llamar videojuegos sociales, cuyas temáticas no se abstraen de las difíciles situaciones que sufrimos. Sin más, aquí los tienen:

Pukemon

¡¡Llega Pukémon!! El único juego que te permite cazar políticos corruptos e inútiles y contemplarlos enjaulados.


Zapatero, según la Frikipedia.

Podrás moverte por los pasillos de los centros de gobierno en busca de ejemplares para tu colección. Después de derrotar al político que se te aparezca, ¡atrápalo con tu pukeball! Busca con insistencia en todos los rincones donde puedan aparecer: alcaldías en números rojos, contrataciones de EREs, especulación inmobiliaria… ¡¡Pero ten cuidado!! En un fútil intento de escapar su inevitable captura, no dudarán en azuzar a sus medios de comunicación contra ti.


O te atacarán ellos mismos, como es el caso del alcalde Quimby.

Disponible en establecimientos especializados en las ediciones roja y azul.

Grand Theft Market

Rockstar vuelve a sorprendernos con otro de sus simuladores sociales, en este caso ambientado en Andalucía. En este caso podremos ponernos en la piel de unos activistas políticos que organizan asaltos a supermercados para robar artículos de primera necesidad y dárselos a familias necesitadas.


Repartiendo el botín.

No obstante, como es costumbre en la saga GTA, no todo se reduce a atracos. También puedes dedicarte a otros asuntos: apoyar regímenes dictatoriales porque se dé la circunstancia de que te convenga políticamente, hacer propaganda y organizar manifestaciones.


Asamblea claramente democrática.

Disfrutarás de las ventajas estratégicas que supone tener medios absolutamente fieles a tu partido y, conforme subas de nivel, a tu persona. Podrás ningunear a tus adversarios pero aliarte con ellos en secreto para sacar aún mayores réditos de la situación.

Precisa conexión a la red. Si no tienes, piratea la de tu vecino.

Atonishing News!!

Simulador que te pone en el papel de un editor ascendido a director justo después de que el anterior fuera despedido por tener el mal gusto de publicar las feas tetas de Catalina. Este simulador te permite definir qué línea seguirá tu periódico: objetiva, claramente partidista, sensacionalista o esotérica. También puedes negociar la publicidad, recomendar los personajes a entrevistar y gestionar tus propios trolls para la edición digital.


Entre otras situaciones, deberás decidir cuáles noticias se publicarán. ¡Qué difícil es ser editor!

Deberás, asimismo, mantener un cierto control sobre tus redactores, quienes conspirarán contra ti para ocupar tu puesto. El departamento legal te asesorará cada vez que alguien te imponga una demanda porque hayas publicado algo que lo ofende.




También puedes crear tus propios suplementos dominicales, perfectamente adecuados para lectores inteligentes y capaces.

Incluido como regalo con los periódicos más objetivos del momento.

Minister Evil

Survival Horror, fruto de la colaboración entre Konami y Capcom, en el que deberás enfrentarte al equipo de incompetentes que el presidente electo ha elegido como ministros. Deberás sortear sus falacias lógicas, sus periodistas adictos y sus enchufados.


Hay que tener especial cuidado con sus protegidos.

Tienes varias armas con las que hacer frente a las hordas de aquellos gestores que más gusten del populismo: pistolas de agua, tomates podridos y muñecos de goma. Cualquier cosa, con tal de no causar daños innecesarios.

Ejemplo, de cómo enfrentarse a exaltados sin violencia.

Por hoy, ya está bien. A la próxima, quizás toque algún RPG.

jueves, septiembre 27

Muestra sobre el estado de la enseñanza de las asignaturas elementales en este país.


Decíamos el otro día que a los alumnos de ciencias se les presupone cierto conocimiento de matemáticas, comparándolo con la capacidad de leer y escribir. Esta comparación es literal. Un alumno sin capacidad para, por ejemplo, resolver una ecuación de segundo grado es incapaz de entender la química de 2º de bachiller. Habrá algún gracioso que dirá que eso tiene que ver con las políticas educativas, pero uno sólo tiene que levantar la vista y ver que en cualquier país se trabaja así.

Tampoco este ejemplo es casual, porque algunos de mis alumnos han tenido que luchar con las ecuaciones de segundo grado. Lo más habitual ha sido el clásico problema de hacerse un lío con los signos, pero me he encontrado un alumno que no supo aislar el término cuadrático.


Le resultaba un verdadero misterio.

Da que pensar, ¿eh? A mí me asombró especialmente. Tengan en cuenta que no es geometría no euclidiana ni operadores mecano-cuánticos: es simple y llana álgebra. Tuve que acabar ayudando al alumno a resolver el problema, pero le indiqué claramente que tenía que saber matemáticas y que iba mal por ese camino.

Acabada la clase con el surrealista alumno, no pude sino comentarle la ridícula escena al profesor de matemáticas, quien me obsequió con otra del mismo palo: resulta que estos chicos no sabían cómo descomponer el cuadrado de un binomio.

Esto, por si alguno no cae ahora.

Y es que uno de los mayores problemas de un alumno de ciencias, que he observado incluso en la facultad, es cierto nivel de ignorancia con el álgebra. Cuando se trata de sumar números, hasta el más tonto puede obtener el resultado sin problemas. Ponles términos abstractos (x, y, V, T…) y vete a saber cómo acabarán el ejercicio, si el resultado será razonablemente parecido y, ¡qué demonios!, si las unidades coincidirán. Porque en qué expresamos el resultado es fundamental en ciencia y no admite aproximación numérica alguna.

Quizás habrá quien sugiera que la calculadora tenga que ver con estos problemas, pero no estoy nada seguro. En primer lugar, porque la calculadora sólo ayuda a resolver rápidamente operaciones sencillas, no se puede usar para saber qué magnitud debes multiplicar ni te ayuda a despejar la incógnita. De hecho, de mis compañeros de facultad, los que tenían peores habilidades matemáticas no conocían apenas el manejo de sus calculadoras.

Simplemente, no practican lo suficiente. Existe con las matemáticas un problema parecido al de la enseñanza de la lengua: es una asignatura que jamás debes olvidar porque sus conocimientos son la base de otras asignaturas.



martes, septiembre 25

Αγεωμέτρητος μηδείς εισίτω, que decía Seleucus.


Pues vuelvo a actualizar el blog. Muy al contrario de la mayoría, no lo dejé por estar de vacaciones, de hecho he estado trabajando, pero la mayoría de mis lectores estaban de vacaciones y jamás me ha ido predicar en el desierto.

Bien, esta primera entrada posvacacional es, en su totalidad, una respuesta a un comentario de Lansky. <i>Tempus fugit</i>, ya acabado el curso de repaso y quizás vuelva a trabajar en esa empresa. Hablaré de cómo he visto a estos alumnos en matemáticas.

La novedad más importante para mí han sido los exámenes, pues he estado por primera vez al otro lado de la trinchera, por usar una manida metáfora bélica. El caso es que los resultados no me han alegrado demasiado. Digamos que en su mayoría han sido simplemente regulares: aprobados simples, justitos. En el caso de una minoría, es especialmente nefasto. En otra, es bueno pero sin ser excelente. Y no, no se puede decir que tenga muchos alumnos por aula y no pueda atenderlos a todos.

La verdad sea dicha, es frustrante. Entendería que fallasen en dos o tres preguntas, pero no comprendo que dejen dos o más sin contestar de ocho preguntas. No creo, con franqueza, haber sido tan mal profesor. De hecho, me atrevo a decir que ha sido al revés.

Incluso se ha dado la perversa circunstancia (no puedo darle otro nombre) de que, aunque parte del temario de cursos superiores es un repaso del que se da en cursos inferiores, algunos alumnos veteranos han contestado peor el mismo tipo de pregunta que sus compañeros más jóvenes. Para más inri, es interesante comentar que en el temario se imparte perfectamente ese tema de repaso.

¿La culpa? Pues los alumnos tienen mucha, incuestionablemente. Si un chaval de 17 años no tiene del todo claro lo que puede hacer otro de 15 perfectamente, es que tiene que repasar. Por otro lado, sus profesores de matemáticas han fallado en algo fundamental: transmitir pensamiento matemático, algo que en ciencias es tan fundamental como saber leer y escribir. No entiendo cómo pueden liarse en cosas tan elementales como la regla de tres, que es la misma base de la conversión de unidades.

El mayor problema de las enseñanzas de las ciencias naturales es que se le supone al alumno la capacidad de leer matemáticamente un ejercicio. Después de haber advertido estas dificultades, no me quedó más remedio, teniendo sólo dos meses para ayudarlos a recuperar la asignatura, que entregarles ejercicios con resultados (que no resueltos) para que practicaran. Por supuesto, algunos no han hecho ni puñetero caso y casi he tenido que hacerles la guerra.

Es como un alumno de bajo nivel de lectura: la única solución es que practique mientras se le enseñan los conocimientos específicos que debe leer (las ecuaciones, las unidades, etc).

A la próxima entrada, me extenderé un poco en este problema con el ejemplo del álgebra y expondré ejemplos de cómo leer matemáticamente un ejercicio.

martes, julio 31

Decíamos el mes pasado…


Pues miren, ¡más de un mes sin actualizar esto! No crean que me he ido de vacaciones, de hecho estoy trabajando. Lo que ha ocurrido es que el cambio de mis hábitos por la llegada del verano se ha seguido de otro cambio. Para colmo, mi ocupación es de aquellas que se extienden más allá del horario: doy clases de recuperación. Tengo que lograr que unos muchachuelos se convenzan de que el estudio es como un entrenamiento físico: es necesaria la reiteración para que puedan asimilar los conocimientos que han de aprender. Concretamente, doy ciencias, y lo que más me hace sufrir es la falta de nivel matemático, porque sobre ello se monta buena parte de mi enseñanza.

Ya les contaré, ¡un saludo!

viernes, junio 1

El olorcico de un libro.

A veces, cuando se repite la polémica acerca de la pugna entre libro electrónico y el tradicional, se leen <a href="http://uklanor.wordpress.com/2009/08/26/libro-electronico-vs-libro-papel/">buenos argumentos</a> y lo que yo llamo argumentos cursis, que suelen ser como el siguiente:


<i>Me gusta el libro de papel porque su olor es especial, luce muy bien en la estantería y su tacto es suave y esponjoso.</i>


Vamos a ver, señores: los libros, principalmente, son para cogerlos y leerlos. Las novelas, los relatos y hasta los poemas, creo que más o menos se pueden leer igual en ambos formatos. Sin embargo, hay otros libros que no. Los manuales técnicos por ejemplo. Hace poco, vino McManus a mi casa y me pasó, no voy a engañar a nadie, bastantes cosillas en formato electrónico, entre las cuales se incluía un manual de evolución. Este estaba bien escaneado, pero a la hora de leerlo eché en falta que fuera de papel. ¿Por el olor? ¡No, hombre! Por la mayor dificultad para comparar el texto con las láminas de diagramas e imágenes. Pongamos algunos ejemplos.





Véase esta imagen. Considérese que se quiere leer la descripción de cada insecto, dada en páginas diferentes, a la vez que se observan las imágenes. Con un libro es un simple movimiento de mano. Pero con un libro electrónico es más difícil porque cargar una página te lleva al principio de la misma.

Con esta queda más claro, porque la complejidad de este diagrama precisa ser visto a gran tamaño. Habrá quien diga que se puede hacer un zoom, pero no es lo mismo, especialmente cuando tienes que mover la imagen para captar los detalles. Un libro en papel sólo precisa el movimiento más intuitivo: mover los ojos.

Y no digamos ya de las tablas, necesarias para realizar cálculos. En la entrada que he enlazado anteriormente, ya di mi opinión de que el estudio de un libro técnico es mejor cuando este es de papel, precisamente por estos detalles. Como nos decían en la facultad: los gráficos grandes, para que se puedan ver mejor.

El ejemplo paradigmático es el de los atlas. Y que nadie me diga que para eso existe el GPS, porque no entiende por dónde voy. ¿Qué gracia tiene un atlas si no es enorme?


martes, mayo 22

Estos cómics quieren tu alma, ¡literalmente!

El cómic es un formato nacido en el siglo XX, aunque se pueden rastrear formas primitivas en el pasado. Quizás por ello, es una víctima idónea para un invento que llegó a tener una despiadada influencia en este mismo siglo: la propaganda. Si bien el cómic suele estar relacionado con productos infantiles, no es raro ver cómo algunas caricaturas periodísticas favorecen claramente una determinada postura.

No obstante, no es imposible que un tebeo infantil contenga verdadera mala hostia proselitista, especialmente si el susodicho tebeo es religioso. Estos serán el tema de la presente entrada. Con todos ustedes, ¡los tebeos misioneros!

Jack T. Chick, el Hombre del Rostro Común.

Jack “Talking about Christ every damned second” Chick es, incuestionablemente, el rey del proselitismo vía cómic. Este señor lleva cincuenta años, más de los que lleva un servidor vivo, propagando la palabra del señor en un formato popular y apto para todos los públicos, incluidos los analfabetos, como se verá en nada.


A este señor lo conocí en ese foro llamado Manga a gritos, un foro de manga en el cual muchas veces no se hablaba de manga, como se demuestra con este caso. Concretamente, gracias a su obra Dark Dungeons, que en mi opinión es su obra maestra. Todos los tebeos de Chick van de gente que, incomprensiblemente, viven sin haber oído ni mu, que dirían en mi casa, del Nazareno y por ello viven en el pecado y adorando a Azathoth, más o menos. Dependiendo del tebeo, puede que deje su vida abominable y reconozca a Jesús como su salvador, o que continúe con sus maldades hasta que muera y vaya al infierno.

Antes de nada, es justo mencionar que Copépodo ha escrito varias críticas de tebeos de Jack T. Chick. Como están muy bien, los enlazo y aprovecho para montarme sobre ellos, porque lo que comentaré ahora son detalles que han quedado fuera porque se restringen a particularidades de este sujeto.

La primera pregunta, con toda seguridad, es, ¿por qué Chick se dedica a estas zarandajas? Pues por culpa de los chinos. No, no estoy borracho. Chick tuvo su inspiración para dedicarse al proselitismo por viñeta en lo que un misionero protestante le contó sobre los comunistas en la tierra de la antigua Catay: al parecer, publicaban historietas-panfletos en pro de las ideas de Mao. El dibujante Jack T. Chick se dio cuenta de que él podía hacer lo propio con la auténtica fe: el literalismo surgido de las tendencias más extremistas de la reforma luterana.

Así, con una misión noble, Chick cogió el lápiz y dedicóse a dibujar… ¡¡Y le dio forma a sus tratados!! ¡¡¡Al fin, unos tebeos que podían contar la aprobación del mismísimo Fredric Wertham!!!

Chick decidió que su modelo de negocio consistiría en lo siguiente: él dibujaba los tratados y las copias impresas serían compradas por aquellos deseosos de dar testimonio de que Jesús es el único camino si quieres tener sitio en esa zona residencial llamada Paraíso. Los tratados ganaron una rápida popularidad, pues un tebeo gratis entra fácilmente. Además, son aptos para los analfabetos por el uso de la imagen, como ya he comentado al principio.

Gracias a los tebeos de Jack T. Chick, este joven se ha visto cayendo al infierno. Jack T. Chick, un autor que deja huella.

 Las creaciones de Chick no se limitan sólo a los tratados. También le gusta hacer libros de historietas un poco más largos. Uno de ellos trata del padre Alberto, un supuesto jesuita de origen español que sufre, según su testimonio, la persecución de la Iglesia Católica por denunciar su falsedad. Estas historietas tienen colorines y todo (¡Cómo se nota que aquí paga el lector!).

Por supuesto, alrededor de Chick hay mucha polémica. Jack tiene una visión no ya conservadora, sino reaccionaria. Como buen literalista bíblico, la defiende a muerte. Al parecer, hemos de agradecer a la fallecida esposa de Jack, Lola Lynn Priddle, que su marido se dedique a semejantes menesteres. Cuando ambos acudieron a la casa de los padres de ella, en Canadá, pillaron al pobre hombre a traición y lo convirtieron después de darle el coñazo con un programa de radio. La verdad es que me identifico con él: entiendo que uno se haga incluso de la Cienciología después de pasar por algo así.

Aparte de atacar el evolucionismo, Jack arremete contra los gays, la música rock, los ya mentados juegos de rol, las demás religiones, el laicismo y el consumo de drogas. Lo único que defiende es la familia, América y poco más. Chick se defiende alegando que todas las críticas en su contra no es sino corrección política.

Irónicamente, a pesar de ser un enemigo de lo “políticamente correcto”, Chick mismo lo es. Ha reescrito varios de sus tratados para el “público negro” (“Black audiences en el original), para las “damas”, y para las “damas negras”. Descojonante porque recuerda a la habitual acusación de que ciertas personas acceden a cargos de importancia sólo porque pertenecen a dos minorías discriminadas positivamente, lo cual se parodia con la recluta Angua de las novelas de Mundodisco, que entró en la guardia de Ankh-Morpork porque era mujer y licántropa. Jack T. Chick, con intención de quitarle el puesto a Terry Pratchett como el escritor humorístico en inglés más vendido. Bien mirado, no sé cómo no se le ha ocurrido antes.

También hay que destacar que Chick se corta a veces en las traducciones. En el famosísimo tebeo The Nervous Witch, un ataque la saga de Harry Potter, se puede ver si comparamos estas dos viñetas.


Normal, por otro lado: no puedes acusar a tu público de ir al infierno porque no sepa inglés. Concretamente, un dialecto casi medieval, aquel en el que está escrito la Biblia autorizada del rey Jacobo.

Debido a su enorme fama, Chick ha sido objeto de despiadadas críticas. Algunas de las más cachondas están en esta página, donde se le parodia con una mala leche diabólica (risas enlatadas). Personalmente, prefiero atacar a la fisonomía del hombre.


Este es un retrato del propio Chick, dibujado por otro literalista bíblico. No hay fotografías suyas debido a que lleva una vida recluida y no ha sido visto en público. Desde luego, poca gente puede llegar a encarnar un rostro tan común. Sus facciones son claramente las de un WASP, pero su expresión tampoco denota nada particular ni señalable. Es, en resumen, un tipo corriente con creencias corrientes convenientemente radicalizadas. Es el Hombre del Rostro Común. De hecho, me atrevería a afirmar que no es sino la encarnación del famoso hombre-masa de Ortega y Gasset si la idea no me llenara de tanto terror como de fascinación.

Por el momento, Jack T. Chick continúa con sus tebeos a pesar de su edad y de que cada vez le salgan peores. Desde aquí, le mando una petición de que, por favor, se retire y se dedique a vivir todo lo apaciblemente que pueda un hombre con su personalidad.

Nayzak, el rey moro de Deviant Art.

Antes de nada, he de admitir que es curioso. Si no me falla la memoria, tengo entendido que los países de tradición musulmana jamás han destacado en pintura ni escultura porque el Corán considera sacrílega la representación de la figura humana. Por supuesto, esto varía según la zona, como muestra la representación del rostro del profeta en la confección de alfombras persas, pero como regla general es innegable. Luego entonces, ¿es coherente promocionar la lectura integral del Corán con dibujos de personas? No lo sé, la verdad. Aún así, Nayzak lo hace y hasta se excusa de ello.

Este curioso individuo es un usuario de la famosa página de aficionados deviantART, donde expone su arte proselitista. Al igual que nuestro querido Jack, Nayzak tuvo una epifanía y decidió usar el poder de la viñeta para atraer al prójimo a su causa religiosa.

Nayzak se especializa en la caricatura ejemplar, como las que se pueden ver en los diarios, con un marcado estilo manga que es muy alabado por la comunidad de deviantART, estilo conocido por ser del agrado de los chavalines. La verdad sea dicha, hay que reconocer que es muy vistoso, y que Nayzak no pertenece al numeroso y nefasto grupo de los “yo sé dibujar [inserte estilo chachi]”, caracterizados porque no saben dibujar siquiera un gallo, como denunciara Cervantes acerca del pintor Orbaneja. Aquí se tiene la verdad en un pedestal, por lo cual reconozco que Nayzak tiene estilo. Eso no le impide ser horrorosamente kitsch, pero supongo que todo proselitismo lo es de algún modo u otro, incluso aunque intente huir de esta condición.

Los temas de Nayzak son variados. Empezaré por el ejemplo que nos ofreció de la universalidad racial del Islam.

Los colores unidos de Benetton.

Para apoyar la anterior afirmación, Nayzak nos avisa de que no todos los musulmanes son terroristas. Aunque tiene un estilo muy peculiar de hacerlo.

Un poquito exagerado, ¿no?

No puedo estar más de acuerdo, pero a ver quién es el guapo que lo difunde por según qué lares.

Las buenas maneras de vestir de la mujer musulmana, así como los buenos modales del esposo musulmán, se hacen inevitables de mencionar.

Pues claro, hija mía. ¿Quién soy yo para determinar la longitud de tus cadenas? Un piltrafilla, ¡claro está! Si Barney Gumble y Homer Simpson afirman que el alcoholismo es una forma de vida, la que ellos eligen para sí, lo tuyo todavía es tolerable.

Tengo para mí que no sólo los musulmanes deberían tomar ejemplo. Ya se sabe que incluso un reloj parado da la hora bien dos veces al día.

Dedicado con cariño a los que gusten de unas buenas costillas.

Una de las características más interesantes de Nayzak, que además comparte con “Jacko”, es su encendida defensa del creacionismo.


El libro que el chico porta es de Harun Yahya, el más famoso de los creacionistas islámicos. En esta página pueden contemplar los trabajos de su mente privilegiada, capaz de refutar más de un siglo de biología.

Aparte, Nayzak también trata asuntos tan importantes como el ecologismo, la historia del Islam, la verdadera sharia, la tolerancia entre credos o la paz mundial, pero sin descuidar consejos para que el buen musulmán lleve una buena vida, como no criticar por la espalda, exigir ser llamado “musulmán” en vez de “mahometano”, hablar del profeta y el Islam, apiadarse de los más débiles o amar al profeta Jesús.

Además de las viñetas, Nayzak crea cortos de semianimación, por llamarlos de alguna manera. Básicamente, vídeos en que se alternan diversos dibujos, una versión posmoderna y al alcance de cualquiera de los tebeos animados de la Marvel de los 60. El personaje, en la misma postura, parece moverse porque se suceden varios dibujos con la posición de las manos y la expresión del rostro alteradas. Desgraciadamente, estos cortos no destacan por su calidad, a pesar del dibujo, por carecer de un fluido desarrollo en las escenas. De esto hablaré más detalladamente con el siguiente bicharraco.

En general, Nayzak se dedica a mostrarnos una cara simpática y amable del Islam sin despreciar sistemáticamente a sus rivales. A este respecto se aleja de la doctrina de Chick, cuyos herejes son una pandilla de payasos risibles que adoran a Azathoth, como ya se ha dicho. No es aficionado a los hombres de paja, lo cual cuenta en su favor. Por supuesto, esto no lo libra de feroces críticas ni de tener unos cuantos rivales, entre ellos un buen amigo mío. Nayzak, todo hay que decirlo, no es un cínico que ignore la preocupación de la gente por el terrorismo islámico, aunque su interpretación caiga en un victimismo ligeramente exagerado.

Aún así, este extraño sujeto ocupará un lugar en mi atea alma por hacer proselitismo en uno de los lugares con menor sentido crítico del universo. Jamás pescar en un barril tuvo tanta gracia.

Serenity, el manga cristiano.

En Amazon, acerca del primer número de esta serie:


Teens worldwide love "manga" comics--"now you can give them this popular style with great Christian content!

¡En efecto, seguimos con el puñetero manga! Porque este es el caso de un tebeo que, en contra de toda expectativa racional, ha logrado ser editado por una editorial seria, que vende sus tomos a precios positivos. Al menos, Jack sube sus puñeteros tebeos por el internete y los vende para que el misionero de turno haga proselitismo con ellos. Nayzak sube sus monigotes a una web de acceso gratuito como es Deviant Art. Estos te cobran la broma, seas quien seas. ¡Mal, Buzz Dixon (guionista) y Min Kwon (dibujante)! ¡Mal!



Serenity es un cómic que trata de una epónima heroína de nuestra era moderna. Hija de padres divorciados, tal ruptura familiar ha provocado que Serenity sea una jóvena, que diría cierta diputada socialista, que va por mal camino: ha sido expulsada de varios centros educativos, se ha embriagado, ha practicado sexo y, aunque no venga en el tebeo, yo opino que con toda seguridad adora a Azathoth.


La epopeya de nuestra doncella de discutible doncellez comienza cuando llega a otro instituto. Nada más consultar su expediente, la directora se lo deja bien claro: a ella no le toma el pelo ni el famoso barbero de la historia que llevara Tim Burton al cine. Serenity se ríe en su cara.


Una vez afuera, la fiera es abordada por los miembros del club de la oración. Estos son (¿Hace falta decirlo?) guapos, educados y políticamente correctos, y, como no tienen nada mejor que hacer, se han propuesto como misión espiritual salvar a la pobre Serenity de su vida pecaminosa. La pregunta es, ¿lo conseguirán?

Nótese que estamos ante un cómic que lleva publicados diez tomos de historia continuada. Tanto los tratados de Chick como las viñetas de Nayzak llegan rápido a la palabra “fin”, pero aquí tenemos una historia que se desarrolla con calma, mostrándonos el camino que sigue Serenity. Eso sí, como ocurre con los tebeos de Jack T. Chick, los justos y los pecadores tienen enfrentamientos en los que dirimen sus argumentos acerca de los temas más candentes de la actualidad. Como también ocurre con los tebeos del Hombre del Rostro Común, los ateos son feos y groseros. Bueno, la única atea es la ya mencionada directora, porque la madre de Serenity es sospechosa de paganismo. Serenity, más que atea, es una “no creyente”. Es interesante constatar que los fanáticos suelen aplicar el principio chestertoniano de que cuando no se cree en Dios, se cree en cualquier cosa. Lo curioso es que los partidarios de la opción no cristiana (para generalizar) salen bien parados, tanto porque sus argumentos son buenos como porque los “buenos” no son lo que parecen.


Por ejemplo, resulta que nos enteramos que uno de estos mozos, llamado Eddie, esconde un interés por las mujeres bastante obsesivo (aunque en estas viñetas me parece un tipo bastante normal, ¡vaya!). Bien, pues al final se aclara que esta adicción nació porque una de sus canguros lo inició cuando tenía once años. ¡Hum, sexo con prepubescentes!


También tenemos a Kimberly, hija de un pastor muy estricto y muy dada a recordarle a Serenity su pasado lleno de drogas, folleteo y preces a Azathoth. Todo porque la primera está intentando robarle el novio… Hija, ya sabes: pon la otra mejilla. Bueno, en este caso la de tu novio.

Otra que tal baila es una tal Lori, que no reza sino que le suplica a Dios que le quite esa preferencia por su propio sexo y la haga sentirse atraída por el otro. Como decían el otro día en La Realidad Estupefaciente, cuando una obra es tan larga tiene que haber algún homosexual por ahí, aunque sea para hacer sitio.

Cuando ya la cagan es con la conversión de la protagonista, momento en el cual el señor Grand, un profesor de historia que aquí actúa como un Palpatine puritano, se alegra de que para la muchacha haya sido un verdadero lavado de cerebro porque “alguien tenía que hacerlo”. Gran frase para la posteridad, ¡vive el diablo!

Paradójicamente, hacen buena a la directora de la que hemos hablado, quien, en una de las historietas, afirma que la presión del grupo, sea cual sea el contexto, puede ser lesivo para la personalidad de un individuo, especialmente cuando no tiene muchas ilusiones en la vida, como es el caso de Serenity.

Una verdadera metedura de pata. Los herejes de Chick son unos bufones con los que nadie cuerdo se sentiría identificado, pero hacer a los malos razonables es querer tentar a la suerte. ¡Y peor cuando estamos viendo que los buenos samaritanos del club de la oración tienen bastantes historias siniestras por detrás! Lo que se llama en mi casa estar lleno de mierda hasta las orejas.

Habrá quien esté empezando a preguntarse cómo los autores han podido crear semejante grupillo de hipócritas como modelos de la bondad y el respeto a los derechos humanos. Pues miren, ha sido muy fácil: los autores han ignorado deliberadamente los defectos de estos para concentrarse en los de Serenity. Como la gente no es tonta, ha habido protestas hasta el punto de que los autores han prometido que estos fariseos tendrán que arreglar sus males tarde o temprano. ¡Lástima que no se haya visto todavía! Irónicamente, algunos cristianos han protestado porque todo lo anterior es, claramente, un mensaje contrario a su fe.

Además, artísticamente es un producto muy mejorable, especialmente en el fondo de las viñetas y en la narración. Mucho me sospecho que el dibujante sea del tipo que, por hacer dibujines resultones como la portada de más arriba, se cree capacitado para dibujar un tebeo, cuando es una habilidad diferente. Se puede entender que es la misma diferencia entre ser capaz de tomar estupendas tomas de cámara y hacer una película: no sólo basta con que demuestres pericia en cada una de ellas, sino que además todas deben interaccionar armónicamente. Además, no hay que olvidar que las viñetas varían de tamaño.

El tebeo ha sido objeto de la ira de 4chan y otros sitios web biliosos, haciendo manipulaciones pornográficas por doquier. Aunque en el caso de 4chan, ¿qué no han manipulado pornográficamente? Supongo que la diferencia estará en que sin cariño.En fin, ha acabado siendo un tiro por la culata. Si alguien tiene interés, el guionista tiene esta página.

Y, por hoy, basta. Quizás algún día haga una segunda parte.