jueves, septiembre 27

Muestra sobre el estado de la enseñanza de las asignaturas elementales en este país.


Decíamos el otro día que a los alumnos de ciencias se les presupone cierto conocimiento de matemáticas, comparándolo con la capacidad de leer y escribir. Esta comparación es literal. Un alumno sin capacidad para, por ejemplo, resolver una ecuación de segundo grado es incapaz de entender la química de 2º de bachiller. Habrá algún gracioso que dirá que eso tiene que ver con las políticas educativas, pero uno sólo tiene que levantar la vista y ver que en cualquier país se trabaja así.

Tampoco este ejemplo es casual, porque algunos de mis alumnos han tenido que luchar con las ecuaciones de segundo grado. Lo más habitual ha sido el clásico problema de hacerse un lío con los signos, pero me he encontrado un alumno que no supo aislar el término cuadrático.


Le resultaba un verdadero misterio.

Da que pensar, ¿eh? A mí me asombró especialmente. Tengan en cuenta que no es geometría no euclidiana ni operadores mecano-cuánticos: es simple y llana álgebra. Tuve que acabar ayudando al alumno a resolver el problema, pero le indiqué claramente que tenía que saber matemáticas y que iba mal por ese camino.

Acabada la clase con el surrealista alumno, no pude sino comentarle la ridícula escena al profesor de matemáticas, quien me obsequió con otra del mismo palo: resulta que estos chicos no sabían cómo descomponer el cuadrado de un binomio.

Esto, por si alguno no cae ahora.

Y es que uno de los mayores problemas de un alumno de ciencias, que he observado incluso en la facultad, es cierto nivel de ignorancia con el álgebra. Cuando se trata de sumar números, hasta el más tonto puede obtener el resultado sin problemas. Ponles términos abstractos (x, y, V, T…) y vete a saber cómo acabarán el ejercicio, si el resultado será razonablemente parecido y, ¡qué demonios!, si las unidades coincidirán. Porque en qué expresamos el resultado es fundamental en ciencia y no admite aproximación numérica alguna.

Quizás habrá quien sugiera que la calculadora tenga que ver con estos problemas, pero no estoy nada seguro. En primer lugar, porque la calculadora sólo ayuda a resolver rápidamente operaciones sencillas, no se puede usar para saber qué magnitud debes multiplicar ni te ayuda a despejar la incógnita. De hecho, de mis compañeros de facultad, los que tenían peores habilidades matemáticas no conocían apenas el manejo de sus calculadoras.

Simplemente, no practican lo suficiente. Existe con las matemáticas un problema parecido al de la enseñanza de la lengua: es una asignatura que jamás debes olvidar porque sus conocimientos son la base de otras asignaturas.



2 comentarios:

Lansky dijo...

No estoy totalmente de acuerdo, Ozanu. Yo no estoy muy cualificado para opinar porque sólo dí clase a aspirantes a licenciados en biología en la facultad de ciencias, y ahora, más aún, solo de posgrados, doctorandos y asimilados, pero me he encontrado problemas similares a los dos que pones de ejmplo -y no mucho más complicados-. ¿Cuál es mi opinión? Se puede enunciar de varias formas seegún pongas el énfasis; la más habitual: que a los alumnos les falta base al llegarte a tí, y es verdad, vienen arrastrando déficit de técnicas y contenidos y nadie sabe cómo ha sido pero han ido aprobando, desde parvulitos, la enseñanza primaria, la secundaria, la universitaria. ¿La culpa es del sistema educativo? Repuesta facilona; puede que tenga parte de responsabilidad, aunque lo que no debe ayudar es el continuo cambio de planes y sistemas con cada nuevo ministro del ramo, pero creo que la porción mayor de culpa corresponde a cierto 'buenismo' de los profes que encuentran que les crea menos incomodidades y problemas aprobar sin más a alumnos con esas carencias y pasar la bola al curso siguiente. Aún recuerdo la bronca que se monta cada vez que le suspondes un ejercicio o prueba de, pongamos por caso, fisiología, a un alumno por escribir con demasiadas faltas de ortografía, anacolutos sintácticos, errores gramaticales, de matemáticas elementales o de formulación química, y no por erratas (recuerdo uno que el agua siempre, siempre la ponía HO2), etc. van pasando, van parra arriba y concluyen licenciaturas o como se diga ahora sin saber leer y escribir cabalmente, sin dominar mates elementales, sin saber hacer un resulen, ni una exposión oral coherente y sin enterarse de nada

capolanda dijo...

En parte, pensaba hablar de eso en la próxima entrada, que tengo que repasar, pero en lo del buenismo aciertas mucho. No sé si llegaste a leer una entrada de Pseudópodo, en la cual comentaba que una de las peores consecuencias de la insistencia por conseguir una educación "pública" era un perjudicial bajón del nivel de exigencias. Une a eso un incesante cambio de planes y sí, un caos de contenidos mínimos, horarios, etc.

También diría que la educación española considera que el deber del alumno es escuchar al profesor y realizar ejercicios, pero no fomenta su iniciativa para aprender a exponer sus conocimientos. Yo aprendí, de hecho, a hacer exposiciones orales en la universidad, pero en las series americanas se puede ver que los escolares ya las hacen.

P.D: Primer día de formulación:
"Tened en cuenta, chicos, que se acostumbra a escribir NaCl, pero a decir cloruro de sodio, porque la nomenclatura es inglesa."
Examen: "Cloruro de sodio", respuesta, "ClNa".