Ahora, el alcalde del primer pueblo afectado pretende declararle la guerra al estramonio para evitar nuevas muertes. Como bien insinúa un experto en botánica citado en el artículo, eso es una actitud quijotesca, tanto porque el estramonio está demasiado difundido como para asegurar su extinción, como porque el mismo motivo habría que eliminar muchas plantas de efectos igualmente alucinógenos. Un buen ejemplo sería la belladona, que se supone usada por brujas y otros chamanes de la antigüedad.
Panorámix, no es el mejor momento.
En mi opinión, si el alcalde quiere hacer algo útil con el objetivo de evitar nuevas víctimas mortales, creo que podría hacer lo siguiente.
a) Financiar una campaña publicitaria cuyo lema fuese “Lo natural no es necesariamente bueno”. Hoy en día, muchos manifiestan su preocupación por los alimentos o el medio ambiente (lo que me parece legítimo y lógico), pero debido al consabido infantilismo que suele adquirir un discurso cuando este llega a un gran público, se ha llegado a la absurda idea de que lo natural es bueno per se. Este pensamiento puede encontrarse en discursos crudiveganos, defensores de la simpleza añorada (primitivistas, ludistas…) y apologetas de diversas pseudo-medicinas. Algunos de los asistentes a la fiesta rave aseguran, siempre de acuerdo a las noticias, que el traficante presentaba mercancía como “sólo compuesta por hierbas”. ¡Como si no hubiera hierbas venenosas! De hecho, el agua mata si se bebe a grandes cantidades. Como nos dicen a los químicos en las prácticas de la carrera, cualquier sustancia a la concentración suficiente es letal.
b) Dar información sobre las drogas y hacer especial hincapié en sus efectos. Insistir que lo que más se arriesga es la salud y que algunas son mortales. Sé que se hace, pero ante lo ocurrido no viene mal reiterar.
c) Apelar a la responsabilidad personal. La cuestión no es que te pillen, sino que seas consciente de que estás jugando con las vidas del prójimo. Sí, yo mismo sé que es muy utópico.
Cualquier otra alternativa podría llevarnos a la locura finalmente porque, en serio, ¿sabe el alcalde de esa localidad cuántas sustancias naturales son tóxicas? ¡Quizás algunos quieran ponerle puertas al campo, después de todo!