viernes, septiembre 30

Cómic italiano.

Y quiero terminar esta serie de artículos a la cual ha dado ocasión el manga del Papa para hablar de un asunto polémico: el manga español.

-¿Manga español? ¿¿Manga español?? ¡Ven aquí, pequeño bast…!

¡Tranquilos! Sólo quiero discutir su existencia. Como se vio en la primera parte, mucha gente está empeñada en llamar a esos libros que cuentan historias a través de viñetas con varios nombres, en vez de conformarse con uno. Los otakus son uno de estos grupos. Un otaku viene a ser un friqui, pero que sólo se fija en lo japonés. Bueno, en lo que ellos consideran lo japonés: manganime.

-¡Perdona, pero eso es un tópico! En los salones del manga puedes encontrar talleres de shōgi, origami, caligrafía japonesa…

¡Vale, muy bien! Indiscutible. Sí, me parece bien. El caso es que se aplica la siguiente nomenclatura:

• Se lee hacia la izquierda, manga.
• Se lee hacia la derecha, cómic/tebeo/novela gráfica/…

Bueno, en realidad no, porque también hay una discusión relacionada con la estética. Hay quien dice que si una cosa con viñetas sigue los cánones del manga, el producto debería llamarse manga en vez de cómic, aunque se dibuje en la Resolana.

Y claro, la gente no se pone de acuerdo. ¡Cualquier logra aclarar algo! Como comentaba en el primer artículo, ¿que la narrativa de The Authority se acerque al manga lo hace definible como tal o no? ¿Dónde está la frontera?

¿Y qué se entiende por estilo manga? Habrá quien diga que cuando hay ojos grandes, pero es que eso también ocurre en Casper, en Betty Boop y en las películas de Disney. Además, dentro del estilo japonés hay un gradiente de detalle desde Shin-Chan hasta gente como Takehiko Inoue. Por lo general, cuanto más realista es una historia, tanto más probable es seguir una anatomía realista. Por supuesto, esto suele importarles un carajo a los practicantes del animu que mencioné en mi primer artículo, y te dibujan a Montag, el protagonista de Farenheit 451, como un chavalillo mono, a pesar de que, por la descripción dada en el libro, no es tan joven ni puede ser mono después de tantas quemaduras durante su faena diaria. En cierto sentido, esta gente piensa como Dan Brown: si para el escritor un buen personaje es alguien apuesto, para los del animu un buen personaje es necesariamente mono.

En realidad, no es la primera vez que se copia lo extranjero, pero sí que haya un debate respecto al nombre. El príncipe Valiente inspiró El capitán Trueno. Franquin marcó el camino de muchos dibujantes españoles, y nadie reclama que los tebeos de los seguidores sean llamados BD. Más que nada, porque a alguno le daría un ataque de ictericia como mínimo.

Pero en ADLO! llegué a leer cómo Hernán Migoya lo explica mejor en un artículo acerca de los fumetti (tebeos italianos):

Sólo la cultura italiana ha sido capaz durante el siglo XX de lanzarse al cultivo de su propia interpretación de la cultura estadounidense, proveniente y saqueadora a su vez, como muchos sabéis, de todas las demás mitologías. Mientras tanto, los españoles, mucho más tímidos y con un mayor sentido del ridículo y la hipocresía, nos hemos refugiado en la parodia de dicha mitología de raíz anglosajona, empresa donde el que tira el dardo siempre se queda a resguardo.

Y es verdad. Por supuesto, hay obras no paródicas, pero es posible afirmar que el cómic español, como el italiano, se basa en la interpretación propia de la mitología más popular de su momento. Tal como lo veo yo, el “manga español” sigue la tendencia observada desde siempre en España. Siguen siendo tebeos.

* O como dirían ellos, “kawaii”.

jueves, septiembre 29

Inversión.

Continuamos con la discusión de ayer, a la cual precederá una introducción. En términos generales, es cierto que hay una generación que está más familiarizada con Gokuh que con Superman. La llegada de las series japonesas a la parrilla televisiva de los ochenta y noventa familiarizó al público con el estilo nipón.

Sí, algún purista puede decirme con toda razón que antes de esa fecha estaban Heidi, Marco y Mazinger Z, y más. Pero la invasión fue entonces. Con el tiempo, las editoriales empezaron a publicar los originales en que se basaban algunas de esas series.

Ya pueden empezar a soltar lagrimitas por aquellos tiempos en que se hacían sus primeras gayolas.

Aquellas ediciones solían ser cómic-books. Pronto quedó comprobado que la lentitud de los mangas hacia un tanto inepto este formato y que lo más apropiado eran los tomos. Bueno, no en el quiosco (¡Por entonces yo aún compraba en quiosco!). Las editoriales necesitaron cierto tiempo para ser convencidas.

Con el tiempo, se probó con tomos de 96 páginas. Finalmente, llegó el día en que se probó con los tankōbon. Este es el formato corriente de publicación en Japón: un tomo de 22 cm x 15 cm y alrededor de 200 páginas. Cuando se vio su éxito, otros formatos menos usuales, reservados para obras muy exitosas acabaron por aparecer.

Pero no de cualquier manera. Además, se respetó el sentido de lectura oriental. Es decir, los mangas se publican al revés. A lo mejor, estimado lector, no sabías esto. Mi hermana tuvo que enseñarle uno de los míos, editado en recio castellano, a una amiga suya para convencerla.
¡Y no sólo eso! Además, ¡¡se dejan las onomatopeyas en japonés!! Esta es buenísima. Se practicó casi a la par que la solución anterior.

¿Te preguntas, lector, por qué? Pues hay buenas causas tras esta decisión. La primera y fundamental, ¿sabes cuánto cuesta adaptar las onomatopeyas? Un poco, porque en Japón la rotulación y el dibujo no van aparte, como sí ocurre en América. Segundo, ¿te das cuenta de que adaptar las viñetas al sentido de lectura occidental hace que el dibujo se invierta? Es decir, todo el mundo tiene dextrocardia, es zurdo… ¿Que si yo me fijo en todas esas cosas? Pues excepto un momento de la edición de Dragon Ball en que Gokuh se agarraba el lado derecho del corazón, jamás me he fijado.

Pero es mejor ser objetivos, y citar todo lo que ocurre cuando el dibujo es alterado.

• Todos los elementos asimétricos son alterados. Hay dos tipos:
•• Hechos anatómicos improbables, tales como que todo el mundo tenga el apéndice a la izquierda.
•• Los sistemas de escritura, señales de tráfico y demás lenguaje simbólico queda igualmente alterado.
• Las traducciones tienen una mayor probabilidad de error, pues desde el original japonés lo izquierdo y lo derecho intercambian sus lugares.

Eso sí, si decides publicar en el sistema oriental, tienes que:

• Leer hacia el lado inusual (¡Al principio cuesta!).
• Hay mayor probabilidad de que las onomatopeyas no sean traducidas.

Ni que decir tiene que todo depende del grado de japonés práctico que se conozca. Si no conoces la escritura, como que te dará lo mismo que esta se invierta o no en la adaptación. En el caso de que se invierta algún texto en alfabeto latino no debería ser difícil leerlos al revés o son detalles irrelevantes (anuncios, controles de un electrodoméstico, etc). Si se conoce un grado respetable, es probable que sí se prefiera leer al revés. Claro que, entonces, también podemos pensar que podría leerlo en japonés y prescindir de traducciones.

El origen de esta decisión es extraño. Se llegó a rumorear que todo nació del capricho de Shinji Makari, quien se habría negado a aceptar la publicación de su obra Yugo en sentido occidental. No obstante, la verdad es que, en lo que es España, el primer tebeo publicado hacia allá fue City Hunter de Tsukasa Hōjō por empecinamiento de su autor. La Wikipedia sólo comenta que los japoneses se opusieron a esta alteración de su trabajo, pero tampoco ofrece una cronología ni nada de eso.

No obstante, los fans casi han impuesto que lo normal es publicar los mangas en sentido oriental. Hasta les ha dado por dibujar sus propios tebeos así de entrada.

A mí, personalmente, ya me da igual porque estoy acostumbrado a ambos sentidos. Eso sí, es remarcable señalar que algunos jóvenes sólo leen tebeos cuya portada está donde los libros tienen la contraportada.

Sobre el tema del principio, pues ya entenderán: si el tebeo se lee a la izquierda, ¡es manga! Si no, pues será lo que toque según la nomenclatura. Mañana, de todos modos, quiero dar mi opinión particular.

miércoles, septiembre 28

El éxito mundial del manganime.

Sé que hace ya mes y medio de todo este lío, pero entre los preparativos de la venida del Papa, salió un manga de su vida.

Porque el manga es mucho más apto para la juventud que John Cassidy y Marvel, ¡coño ya!

Esta acción ha venido a confirmar lo que muchos ya saben: que el estilo japonés ha llegado a ser, por derecho propio, el referente mundial de la monería. O como lo llaman en el mundo anglosajón, el animu. Esta palabra se basa en la pronunciación impostada a la japonesa de “anime”, y es peyorativa. Básicamente, consiste en imitar las características más llamativas del manganime pero sin tener una sólida formación como dibujante. También, como se comenta en este hilo de discusión, se suele hacer que todos los personajes sean jóvenes o mucho más jóvenes de lo que deberían. Esa es la razón por la cual Benedicto tiene treinta años menos en la portada.

En realidad, el manganime no es el único que sufre de advenedizos. También el naïf está plagado de gente que ni siquiera sabe dibujar, como denuncia más de uno. Se confunde que el trazo sea sencillo con que sea fácil hacer algo parecido.

Eso, y la idea de distinción que da. ¿Dibujar tebeos, yo? ¡No, hombre! Yo dibujo manga/naïf/slice of life… En el fondo es eso, la idea de que un tebeo es un producto pueril (en ambos sentidos), empezando por la propia palabra.

Hace algunos años, un manifiesto firmado por quince personas protestaba por la organización de una exposición de Tintín. ¿Por qué? Porque los manifestantes temían que provocara que el tebeo siguiera estando asociado a un producto infantil. Aparte de la propia discusión entre profesionales y críticos, siguió en paralelo la de llamar cómics a los tebeos, decisión que fue discutida por Carlos Giménez, entre otros.

No mucho después, entraron los mangas. Se volvió a repetir el proceso, y si bien al principio fue por rechazo o curiosidad, al final también se transformó en otra manera de no decir tebeos a cosas que se componían de viñetas.

Entonces, los aficionados al cómic francobelga empezaron a llamar B(ande) D(essinée) a las obras galas por elitismo.

Por último, cómo no olvidarnos del término “novela gráfica”, creado para hablar de cierto tipo de tebeos que suelen tener las estructuras narrativas de las novelas (guión cerrado, publicado en un solo número…). Más o menos tenía una función clara, pero se fue al traste cuando se vio que se transformó en un sinónimo chic de “tebeo” en varias adaptaciones cinematográficas. Eso, y que se usa como un concepto incompatible a “tebeo” (¿Es un tebeo o una novela gráfica?).

Y más o menos podríamos dejarlo ahí, porque aunque se hable del manhwa a veces, se ve como manga coreano. Al final hemos acabado con cinco términos para referirnos a más o menos lo mismo… Bueno, la mayor parte de la gente sólo usa dos o tres.

En el fondo, todo esto no nace sino de un enorme complejo por la palabra “tebeo”, o “cómic”, o “manga”, o… Menos la expresión “novela gráfica”, muy posiblemente encontrarás al menos a una persona que piense que los términos anteriores se relacionan unívocamente con creaciones infantiles. Y lo infantil, todo el mundo lo sabe, está unívocamente asociado a lo bobo, no a lo que hasta los niños pueden entender. Como si Astérix el galo ya empezara con un hándicap porque su público principal sean infantes.

Además, como ya he comentado, muchas veces se llega a discutir cómo llamar a una obra en concreto, lo que suele llevar a una logomaquia en el sentido más literal del término. Por ejemplo, hubo un tiempo en que hablar del “manga español” podía llevar en ciertos foros a airadas discusiones acerca del significado japonés de manga, de que algunos tebeos occidentales también tienen ojos grandes, de que el dibujo por sí solo no define a un tebeo. Porque si nos ponemos quisquillosos, The Authority podría ser un manga. ¿Por qué, si el estilo no lo es y además es de superhéroes? Pues porque su narrativa está cercana a este, que lo admite el propio guionista, Warren Ellis, que es lector de mangas. Después entró Mark Millar, quien también podría crear su propia definición de productos artísticos compuestos por viñetas si así lo quisiera (la labor de ambos en The Authority causó un fortísimo impacto en los tebeos de superhéroes).

No obstante, cierto detalle puede acallar la discusión al menos en el caso del manga. Mañana se verá cuál.

martes, septiembre 27

Nos tratan como palabras.

Colgué ayer una entrada acerca de la fobia numérica, particularmente estadística. Hoy quiero hablar de las palabras para demostrar de otra manera una de mis afirmaciones: el pensamiento común está más cercano a los métodos de la estadística de lo que quieren creer algunos.

La palabra se considera el don del hombre, como ustedes sabrán. De hecho, casi se considera divina: los cristianos suelen decir La palabra se hizo carne para describir la venida de Jesús de Nazaret. Tomar la palabra viene a significar que alguien puede hablar en una reunión. La mayoría suele creer, en cierto sentido, que el lenguaje es mágico y encierra la naturaleza de las cosas. Quédense con lo último.

No obstante, el número es considerado el detalle. Aunque nadie duda de la importancia de la palabra, el número no es tratado igual. Todos habremos oído el consabido “¡Es que nos tratan como números!”, ya citado anteriormente, que indica solapadamente el maltrato que sufren estos abstractos.

Ciertas personas pueden sentirse deshumanizadas si se les da un número de cita en un organismo público, aunque jamás en su vida vuelvan allí y nadie más, al menos durante ese día, fuese el número 7. Sin embargo, muy posiblemente estas mismas personas dirán con orgullo que son españoles, heavies, otakus o béticos.

Hay un relato de Borges que viene a la ocasión. Va de un sujeto que, debido a un accidente, pierde la capacidad de olvidar (sí, como suena). Nuestro protagonista obtiene un memorión sorprendente, y es capaz de recordar cualquier detalle. Puede, por ejemplo, reconstruir todo lo que hizo un día, de modo que la única diferencia con el día anterior sea la fecha.

Nuestro amigo, sin embargo, empieza a cuestionar el léxico español, ¡acusándolo de no ser rico! Por ejemplo, le incomoda que se llame “perro” a tantos animales que son claramente diferentes.

El narrador acaba confesando sus dudas acerca de la capacidad de pensar del protagonista. No obstante, fijémonos en el detalle. Al protagonista de la historia le fastidia que la individualidad de todos los perros sea eliminada por referirlos con un único vocablo, “perro”.

Es ficción, pero no creo que ande muy lejos de la verdad. Por ejemplo, la corrección política lleva años exigiendo que ciertos vocablos, muchos de ellos peyorativos, no sean usados porque en su opinión degradan a las personas.

Sin embargo, los propios propulsores de la corrección política dicen que existen otros modos de nombrar a la gente que están fuera de degradar a la gente. Hay un vocabulario que no es ofensivo, simplemente por definición: Negro es ofensivo, hombre de color no; maricón es ofensivo, homosexual no; etc.

¿Recuerdan lo que dije al principio? Que según los cristianos, “la palabra se hizo carne”. También, la entrada enlazada de Pseudópodo con la declaración de Feynman. Relaciónenlos con esto último.

¿No se podría decir que, del mismo modo que los cristianos dicen La palabra se hizo carne, los políticamente correctos dicen que la palabra se vuelve integración de minorías? En otras palabras, creen en el inverso del pensamiento mágico de Feynman: si nombramos las cosas de otro modo, estas cambiarán su naturaleza.

Concretamente, la peyorativa, pero no la clasificatoria. Desde el punto de vista del protagonista del relato de Borges, tanto da que llames a dos hombres negros que hombres de color, porque él seguramente dirá que no son exactamente iguales. A lo mejor uno de los dos sí tiene problemas graves de integración.

La corrección política demuestra que tampoco nos gusta vernos tratados como palabras. Aquí alguien pronunciará que lo que no le gusta a nadie es ser tratado con insultos, pero voy a demostrar que es el primer caso.

Hace algún tiempo, leí la protesta que una mujer envió a la sección de cartas al director. Esta había redactado con otros compañeros, todos ellos varones, un libro. Durante la presentación oficial del susodicho libro, el prologuista habló de los méritos, en absoluto escasos, de los creadores del libro, pero cuando llegó a la mujer, comentó que valía la pena comprar el libro sólo porque ella era muy guapa. A esta profesional no le gustó ni un pelo. No porque ser llamada guapa sea un insulto, sino por esa manera tan fuera de lugar de omitir sus méritos (únicos y definitorios de esta persona) por efecto del principio de la Pitufina.

Otro ejemplo fue todas esas protestas de feministas por la definición de mujer en la RAE.

mujer.
(Del lat. mulĭer, -ēris).
1. f. Persona del sexo femenino.


Según ellas, esta definición no comprendía la definición de “racional”, que sí aparece dentro de la definición de “hombre”:

hombre.
(Del lat. homo, -ĭnis).
1. m. Ser animado racional, varón o mujer.


(Creo que antes no aparecía “varón o mujer”)

Otras variaciones comprendían las acepciones más machistas de “femenino”:
femenino, na.
(Del lat. feminīnus).
3. adj. Que posee los rasgos propios de la feminidad.
4. adj. Dicho de un ser: Dotado de órganos para ser fecundado.
6. adj. Débil, endeble.


Yo, como soy un verdadero bastardo capaz de continuar por mi cuenta el razonamiento de alguien para ver si se estrangula, decidí buscar “varón”:
varón.
(Del lat. varo, -ōnis, fuerte, esforzado).
1. m. Ser humano de sexo masculino.


Por supuesto, decidí buscar “persona” y “humano”:

persona.
(Del lat. persōna, máscara de actor, personaje teatral, este del etrusco phersu, y este del gr. πρόσωπον).
1. f. Individuo de la especie humana.
humano, na.
(Del lat. humānus).
1. adj. Perteneciente o relativo al hombre.


Pues no sé, ¿no será que “persona” y “hombre” son enfoques distintos? La primera denota la individualidad y la segunda las capacidades latentes. Que en la definición de los heterónimos de la especie humana se emplee uno de los dos no quita que el otro sea aplicable: “mujer” es “ser humano de sexo femenino” y “varón” “persona del sexo masculino”. Por supuesto, esto es lo obvio. Pero no en el reino de la corrección política, donde temen ser tratados como palabras.

Y si no, ¿a qué tanta preocupación? Preocupación que se ve aumentada porque las palabras tienen varias acepciones y matices. Los números no tienen mayor peligro que una rima malsonante.

El fondo del problema no es ser tratado como números o como palabras. El problema es que somos ajenos a la monosfera de los demás. Y precisamente por ser ajenos, alguno de nuestros detalles pesará tanto para ellos que no tendrán en cuenta el resto de nuestra idiosincrasia, y seremos reducidos a un vulgar estereotipo: beatillo, gordo, baboso, friqui, mamón, rubia, listillo, empollón, futbolero, cachas, etc, etc, etc.

A todos nos gusta sentirnos tratados como individuos y que el médico, por ejemplo, tenga ese detalle. El mal está en que nos trate como si fuéramos tan insignificantes como un pasajero de un autobús para otro. Cuanto mejor sea la atención personalizada, mejor estaremos. Excepto si aceptamos a Brian como nuestro salvador, en cuyo caso todos somos muy especiales incluso aunque no lo creamos:

lunes, septiembre 26

Nos tratan como números.

En el libro El triunfo de los números, de I. B. Cohen, se resumen varias de las razones por las cuales el lenguaje numérico ha acabado imponiéndose en casi cualquier área más o menos seria. Una curiosidad es que el libro dedica todo un capítulo a las críticas de, entre otros, Dickens y Carlyle a la estadística. Concretamente:

(…) el descontento, la miseria real puede ser grande. Los sentimientos de los trabajadores, su noción de si los tratan con justicia o injusticia; su sana compostura, frugalidad, prosperidad en unos casos, su acre conflictividad, imprudencia, gestión de ginebra y ruina gradual en otros. ¿Cómo puede representarse todo ello mediante las cifras de la aritmética? (Thomas Carlyle)
No sé, señor Carlyle, ¿la ginebra no puede medirse en volumen como cualquier otro líquido? Y diría que la prosperidad o ruina lo calculaban muchas amas de casa, ¡en serio!

También se cita Tiempos difíciles, novela de Dickens, en al cual un joven comete un delito y hace que culpen a un trabajador honrado por la perniciosa influencia de la educación matemática de su padre, concretamente de que el último le contó al chico que la probabilidad de que alguien sea corrupto es muy alta. Por supuesto, señor Dickens, yo empecé aprendiendo aritmética de pequeño y al llegar al instituto era una mezcla del villano de Conan Baal-Pteor y del Indio de La muerte tenía un precio.

Lo realmente curioso es que la impresión que me da a mí es que ambos, más que odiar a la estadística por sí, odian el uso que se hacía de las estadísticas para no acometer reformas de seguridad laboral y otros avances humanitarios. Quizás, en el mejor de los casos, no entendían la necesidad de los promedios o, en el peor, eran pedantes de letras.

En el capítulo anterior a estas críticas, el libro comenta la enorme contribución de Quetelet, quien acuñó el término “física social”. Quetelet creía que se podían encontrar un equivalente a las leyes físicas en el estudio de la sociedad y, de hecho, que encontró regularidades en los recuentos anuales de varios tipos de delitos. No obstante, se le ocurrió definir al “hombre medio”, que es el “tipo” que puede representar la media de cualidades humanas de una población dada. Hay que entender que el hombre medio es, por tanto, una construcción teórica.

No obstante, el propio Quetelet se acabó convenciendo de que su hombre medio podía ampliarse al “homme type”, que es lo mismo pero para naciones, y que “las desviaciones del promedio eran accidentes”. Chungo, suena muy chungo. Ambos conceptos han sido atacados, pero sigue habiendo quien opina que la idea de que la estadística es deshumanizadora o, más exactamente, uniformadora. A veces, esta crítica puede extenderse a la información numérica.

Ahora bien, ¿es la estadística deshumanizadora? No, creo que no. De hecho, está más íntimamente ligada al pensamiento común de lo que a algunos humanistas les gusta pensar. Ahora, ¿ataca lo individual, como opinaba Dickens? Pues sí, pero no es culpa de la estadística olvidar al individuo. Mejor dicho, no es la herramienta adecuada.

Pongamos un ejemplo de la vida cotidiana. Yo sé que esta sugerencia hará que alguno se sienta ofendido, sobre todo aquellos que piensan que debatir es encerrarse en un cuarto a hablar ya no sólo de lo que ocurre a cien kilómetros de donde se está ricamente sentado, sino también de si los ángeles tienen sexo, y que sienten nostalgia por la filosofía bizantina.

Yo he adquirido un local, dicho en términos legales. Monto un negocio, digamos que una churrería. Antes de poder abrir el comercio, necesito poner una puerta. ¿Cómo ha de ser una puerta? Ortoédrica, dirá alguno. Cierto, pero además de ortoédrica, ¿qué cualidades debe tener? Pues tres:

1. Debe estar en un hueco lo suficientemente grande como para permitir el paso de los clientes (¡Cielos!, dirá algún pardillo).

2. Debe tener el sistema de apertura a la altura adecuada, que significa que uno pueda abrir la puerta moviendo sólo la mano sin levantarla demasiado, sin tener que agacharse o ponerse de puntillas para abrirla, y que sea fácil de accionar para todos.

3. No debe ser muy pesada ni muy liviana, para que los clientes puedan entrar pero sin que sea probable arrancarla involuntariamente.

Por supuesto, hay más, como que tenga bisagras y otros detalles, pero estos se definen en función de los tres anteriores. Si mi puerta es pesada, pondré bisagras fuertes. Ahora bien, ¿cómo cumplir todas estas características? Porque otra cosa no, pero variedad hay en el maldito género humano: los hay bajitos y altos y los hay fortachones y esmirriados. ¡Necesito una solución!

La solución puede ser la siguiente: “En la zona donde voy a abrir mi churrería, el noventa y cinco por ciento de los residentes miden entre 1,50 y 1,90 metros”. Nada, pues: El hueco de mi puerta medirá 2,10 metros. También sé que casi el 100% de los residentes pueden usar bien ambas manos. Pondré un pomo a un metro de altura. Por último, sé que el 95% de los residentes pueden empujar un objeto de 2 kg con gran facilidad con una mano pero tienen dificultades con objetos de a partir de 5 kg. Mi puerta pesará 3 kg.

Con estas medidas, voy al carpintero y le mando que me haga una puerta así y baratita. Este me la hace e inauguro el establecimiento, muy contento. De pronto, mi primer cliente resulta ser Shaquille O’Neal.



“Podría haber puesto un hueco de 2,30”, pienso, pero olvido el reproche cuando veo que detrás de él viene Sung Ming-Ming.



No me desanimo, pues pienso que estos dos están en la cola de la campana de Gauss y porque además me han comprado muchos cucuruchos de churros. Entonces, veo que va a entrar un chaval…

-¡Oiga, haga el favor de abrir! ¡Que me casqué el brazo jugando al fútbol y ya llevo dos bolsas!-me grita el chico.

-¡Ah! ¡Espera!-y entonces pienso, y aquí no tengo excusa, que una de estas puertas que siempre están abiertas habría sido mejor para todos.

Vuelvo a vender muchos churros, y me vuelvo a alegrar, pensando que estas escenas son por lo general raras, estadísticamente hablando. Además, llega un nuevo consumidor que… ¡NO!



Me quedé sin puerta. Este ejemplo basado en algo tan trivial nos enseña cómo la estadística no es sólo una cosa rara que los políticos usan para tratarnos como números (se conoce que estos viven humillados), es algo que se aplica al día a día. ¿La dosis a partir de la cual un producto es nocivo para la salud? Es una media, cada individuo tiene su límite. ¿La velocidad a partir de la cual un conductor tiene nula visibilidad de la carretera? Ídem. Cualquier asunto que afecta a un mínimo de cuatro personas tiene ya una alta probabilidad de incluir promedios.

Y nótese que digo personas, esto es, humanos. Si la gente, motu proprio, suele generalizar, ¿por qué criticar el uso expresivo de números para zanjar disputas? La estadística es la expresión numérica de las generalizaciones.

Ahora bien, el individuo sale claramente perdiendo. Las particularidades acaban difuminándose en la vastedad, a lo que Dickens asentiría. Popularmente, mis problemas parecen más pequeños cuando los comparo con la extensión del mundo.

Ahora, ¿esto invalida la estadística? Pues mire, depende de cómo se plantea el problema, qué muestreo se realiza y cómo se interpretan las conclusiones. Es decir, de si la estadística es una herramienta o una excusa para la dejadez.

El propio Dickens daba un buen ejemplo, hay que reconocerlo, pero en el libro de Cohen pueden ver ustedes otro mucho mejor de Henry Morley, socio de una de las revistas del escritor. Les presento el primero y ya buscan ustedes el segundo en el libro si quieren.

Esta gente de mente estadística, según Dickens, <> diciéndole que <>.
Pues sí, señor Dickens, lleva usted toda la razón. Pero permítaseme hacer hincapié en algo: quien da esa respuesta, ¿quién es? ¿El ministro inglés de trabajo o el equivalente local? Porque si es el primero, puedo entenderlo hasta cierto. Si es el segundo, es para pegarle. Vamos a ver, señor mío: usted debe fijarse en lo que ocurra en su zona. La media nacional está fuera de sus competencias.

La única manera de compensar el vacío que reciben los individuos es que el análisis estadístico se haga a varios niveles: nacional, autonómico, municipal, dentro del distrito, en cada comunidad de vecinos, en cada casa. Cuanto más pequeño es el tamaño de una población, más probable que el caso particular reciba al fin la solución que merece.

Por supuesto, siempre que tengamos funcionarios honrados. Si estos son corruptos o, peor, paternalistas, es para echarse a temblar. Y tenía la intención de hablar del lenguaje publicitario, pero sería repetir.

En fin, el problema es que nada funciona:



Mañana, la segunda parte de esta entrada.

martes, septiembre 20

Otra oferta de empleo mal escrita.

Tipo de Oferta: EMPLEO TÉCNICO ESPECIALISTA EN ELECTRICIDAD CON MÍNIMO DE 12 MESES DE EXPERIENCIA Y FP II DE ELECTRICIDAD. EMPRESA RELACIONADA CON LA TRANSFORMACIÓN DE ENVASES, PLÁSTICOS Y ENVASADOS. DOMINIO DE IDIOMAS (INGLÉS, CHINO, HINDÚ) NECESARIOS PARA ABRIR MERCADO EN ESA ZONA. CONTRATO INDEFINIDO. SALARIO 1500 EUROS.

A mí, este anuncio me deja algo perplejo. Por un lado, supongo que quiere decir que se pide el dominio de uno de esos idiomas, aunque me extrañaría un poco que, excepto inmigrantes, alguien supiera chino o hindú sin saber inglés. También me extraña que haga hincapié en “abrir mercado en esa zona”. ¿Significa que el candidato pasará de ser electricista a director de sucursal extranjera? ¿Que será trasladado en el mismo puesto si llega el momento?

De todos modos, esto hace que vuelva a plantearme el aprender chino.

domingo, septiembre 18

Disección de la presentación de un magufo.

Concretamente, esta.

Hola,soy un transcendental,guru o que se yo.
Magnífico: nuestro hombre no sabe qué es, pero está seguro de ser extraordinario, algo que no puedes encontrar mientras compras tebeos en tu librería favorita. Esta autoidentificación es el comienzo de todo magufo: la idea de que él es especial, como John Locke en Perdidos. Él lo vale (sea lo que sea ese “lo”).

Tengo 28 años,3 hijos y sin trabajo pues me a llegado de nuevo el fin de otro ciclo.
Una vez definido él mismo como alguien especial, es hora de hacer lo propio para referirse a los hechos de su vida. Nuestro hombre no está en el paro, le ha llegado de nuevo el fin de otro ciclo. Es como ese joven bosquimano tan conocido, no porque reconociera su pifia cuando vio que su huevo de avestruz perdió toda el agua, sino porque no quiso explicarles el hecho a sus amigos por sentirse avergonzado. Su silencio al respecto asombró tanto al resto de la tribu que llegó a ser considerado un sabio.

¡Vamos, que si no haces nada demasiado interesante, échate el rollo!

Ahora estoy madurando mucho espirutualmente,no creo en nada material
Decía George Orwell en su excelente 1984 que una de las características del lenguaje propagandístico es la eliminación de matices: con tal de evitar que los potenciales seguidores se muestren críticos, se suele hacer que estos no se paren a pensar en que el discurso que estén escuchando sea una tontería. Por lo tanto, las palabras serían desprovistas de varios de sus significados. Así, nuestro hombre afirma que él es muy “espiritual” pero en absoluto “material”. Esto es, ¿no cree en aquello que ve frente a sus ojos? ¿Qué diablos significa esto?

Es frecuente entre los iluminados acabar atacando lo material. Normal, por otro lado. Los seres humanos somos muy malvados y tenemos costumbres desagradables, como preguntar. Por ejemplo, en el párrafo anterior nos enteramos de que nuestro hombre está en el paro, lo cual puede despertar nuestro interés. ¿Por qué está parado? ¿Es por la crisis? ¿No quiere trabajar? ¿Carece de cualificaciones? ¿Sufre discriminación?

Podríamos también realizar más baterías de preguntas para el resto del mensaje. ¿La solución? Es algo “espiritual”. Traducido al lenguaje convencional, es lo que me sale de los cojones, sin importar las circunstancias, los hechos o el lugar, que son materiales. ¡Y a otra cosa!

busco asesoramiento para unirme o como guiarme para luchar con el sistema.
Un saludo a todos y animo.

Una famosísima cita es la siguiente:

No piensen que he venido a traer la paz sobre la tierra. No vine a traer la paz, sino la espada. Porque he venido a enfrentar al hijo con su padre, a la hija con su madre y a la nuera con su suegra; y así, el hombre tendrá como enemigos a los de su propia casa.

Jesucristo es una figura histórica muchas veces discutida, pero no me cabe duda que esa cita es una verdad como un templo. Pues sí, mire: si uno va a causar un impacto cultural, puede estar seguro de que nacerá el conflicto, y que posiblemente llegue a dividir familias, amigos, vecinos de escalera.

No obstante, nuestro hombre quiere luchar contra el sistema, pero pide asesoramiento y manda un saludo a todos. Podemos entender que se refiere sólo a los que le sigan en su lucha, pero me da a mí que no. Quiere parecer un revolucionario, pero no dar la impresión de ser agresivo.

De hecho, en su descripción insiste mucho en ser especial, pero lo cierto es que gran parte de lo que ha dicho es tópico. Hasta los vocablos lo son: ciclo, espiritual, gurú… Quiere luchar y quedar bien al mismo tiempo. Su rebeldía es de boquilla.

En resumen, que sintetiza todas las cualidades de un buen magufo.

viernes, septiembre 9

Anuncio de prensa delirante.

Y todo, por no querer puntuar como es debido. ¿Acaso les cobran por ello? Resulta que la descripción de cierta oferta nos dice:

Consistirá en potenciar la actividad comercial en el mercado de la zona asignada, ampliando la cartera de clientes para conseguir los objetivos establecidos por la dirección en la venta de los servicios de formación y LOPD. Desarrollo de negocio en la provincia, realizando visitas a clientes actuales y a prospectos para asesorarles en materia de formación Y lopd.- Incrementar las ventas y número de clientes en función de los objetivos marcados.- Identificar las necesidades formativas de los clientes, realización de propuestas y seguimiento posterior.- Analizar la situación del mercado y de la competencia.- Obtener la máxima satisfacción y fidelización de los clientes. Aptitudes: Buscamos una persona dinámica, con alto nivel de autonomía, organizada, acostumbrada a trabajar por objetivos y con alta orientación al cliente y motivada a responsabilizarse del desarrollo de su zona. Requisitos informática: word, internet, correo electronico experiencia: preferiblemente pero no es necesario sexo: indiferente carnet de conducir: si vehículo: si contrato laboral media jornada Cualificación necesaria Bup, bachillerato y COU Experiencia necesaria Menos de 2 años altos incentivos Bonus altos incentivos

Resalto que: no es necesario sexo

¡Menos mal! Ya me quito de encima el miedo de que esta empresa me dé por culo.

jueves, septiembre 8

Anarroseo.

Ana Rosa Quintana: "No hay televisión basura".

Y anarroseo de nuevo:

En una entrevista, Quintana asegura: "no hay telebasura, hay televisión que la gente ve y otra televisión que la gente no ve. Puedes verlo por la tremenda o con un ejercicio de ironía, que es como lo veo yo".

Y vuelvo a anarrosear:

Por eso, y ante las críticas que reciben determinados programas de Telecinco, la cadena en la que trabaja y con la que recientemente ha renovado su contrato laboral por tres años, la presentadora defiende la libertad de los espectadores.

¡Claro que sí, Ana Rosa! Si en el pasado mes de agosto he podido oír, varias veces y en contra de mi voluntad, que a una figura del mundillo que te da el pan le han hecho una paja, no es que haya un montón de telebasura, sino que es una elección mía por no ponerme tapones en los oídos.

Esta mujer es un caso, por otra parte, digno de estudio: siempre se ha proclamado una abanderada de las causas en pro de la mujer, pero intentó sacar tajada de un asunto tan preocupante como la violencia doméstica. El resultado fue el infame Sabor a hiel, escrito por un negro que plagió de otras novelas. Las consecuencias ya las conocemos, llegando al punto de formar el peyorativo “anarroseo” para hablar de la copia descarada del trabajo de otra persona. Sin embargo, algún tiempo después siguió abanderando el feminismo de baratillo con novedades tan grandiosas como una revista hecha sólo por mujeres.

En fin, es el epítome del carácter caprichoso y olvidadizo de la opinión pública.

jueves, septiembre 1

El poder de la sordidez.



Mi compinche McManus me pasó en pleno agosto esta portada de aquella publicación tan divertida que se llamaba Nueva Vale. Su observación, el calor de Sevilla y algunas ideas que iban rondando mi mente me han llevado a crear la mía propia.