viernes, abril 8

Mitsudomoe. Ejemplo de la disparidad y la evolución de los tabúes.

¡Aviso antes de empezar la lectura! Esta entrada no es segura para el trabajo.



Esta es una serie graciosilla que trata de las desventuras de unas trillizas, basado en el tebeo homónimo de Norio Sakurai.

Los personajes son: Mitsuba, semejante a Cartman en que es una gorda hija de puta que disfruta haciendo daño, aunque en el fondo es buena chica.

En serio, lo es.

Futaba, idiota perdida con una obsesión perenne por las tetas y fuerte como Son Gokû.

Eso sí, su única neurona es altamente funcional.

Y Hitoha, que se parece a Sadako de The Ring y quiere mucho al hámster de la clase. Demasiado. Llega a sentir celos por él.

En serio, no le quitéis el hámster.

Aunque son trillizas, no se parecen en nada. Su relación es un tira y afloja.

Literalmente.

Por otro lado, muestran poco respeto por su profesor.

La vida de profesor es muy perra.

¿Cómo es la serie? Pues es una pregunta curiosa. Por un lado, tiene su gracia y no está mal. Por otro lado, tiene un lado ligeramente… pederasta. En términos técnicos, lolicon.

Muy bien explicado (de la simpar Frikipedia).

Hablaré de eso más adelante. Decía que la idea en sí no es mala, aunque ya está vista: un colegio donde ocurren burradas sin fin, unos alumnos desquiciados, sus padres y profesores que son, francamente, entre medio y totalmente gilipollas. pongamos de ejemplo a algunos secundarios: el guapetón de turno acosado por tres crías insistentes:

Han llevado a la literalidad el dicho español “beber los vientos por alguien”.

Un chaval más feo que Picio que envidia al guapo y desea, como buena tarántula nietzcheana, que sufra porque sí, y que sigue el camino de Quagmire.

Un alumno aventajado.

Una fanática del ocultismo que suele acabar metiendo la gamba por su credulidad.

Directamente, se ha confundido.

El tercer trío en discordia.

Y acaba con otro trío de crías: Sugisaki (centro), que compite con Mitsuba en ser aún más repelente; Yoshioka (derecha), que está obsesa por las historias de amoríos; y Miyashita (izquierda), que tiene el defecto de ser más o menos equilibrada. Piensen en Lisa de Los Simpson: la pobre siempre paga por ser la más racional.

El problema, amigos, es que el tebeo se compone de capítulos cortos de siete páginas. Y han querido imitarlo… del todo. Es decir, en un episodio puedes encontrar cuatro o cinco de estos capítulos, uno tras otro. En la segunda temporada, llamada Mitsudomoe Zôryôchû (Mitsudomoe creciendo), es incluso más escandaloso cuando uno ve que se repiten los capítulos relacionados con San Valentín o las Navidades en episodios distintos. Vamos a ver: si tienes dos o tres capítulos con un tema parecido, ¡que vayan todos juntos! Que en el original apareciera, pongamos por ejemplo, uno de esos capítulos de tema idéntico en el tomo cuatro y el otro en el seis porque convenía entonces no es motivo para que tú lo sigas al pie de la letra. Me parece bien que se tomen las características del original y sus tramas, pero eso no te impide recrearlo a tu manera. Como más de una vez se ha dicho, mucha gente vio las películas de El señor de los anillos sin leer los libros y les han gustado, ¡hey!

No es la primera vez que me encuentro con estas prácticas hechas de un modo algo torpe. Ciertas adaptaciones de los ochenta, digamos, Urusei Yatsura, tenían el acierto de subdividir un capítulo en un máximo de tres subcortos. Así, cuando adaptaban los capítulos originales, podían llegar a añadir más detalles, cambiar el final o directamente acortarlo, y a veces quedaba estupendo. Aquí uno tiene la sensación de ver un pastiche un poco especial, porque todos los pasajes provienen de la misma fuente, pero que da esa misma sensación de estar hecha al tuntún.

Respecto al diseño, se han basado en el original, pero han decido añadirle piños infantiles. A algún otaku le ha parecido horrible, pero a mí me recuerda a Mónica y sus amigos. La animación, la corriente en Japón, así que no hay alardes.

Respecto al tratamiento de personajes, quizás habría agradecido un poco de mayor aprovechamiento. Pongamos un ejemplo antes de que salte alguien con el sambenito de que sólo busca entretener: en South Park, el señor Garrison es un personaje que, como dijo mi padre al ver la primera temporada, está como una puta cabra. Esa misma definición sigue valiéndole, pero la cantidad de disparates en las que se ha visto actuar a este personaje es impresionante. Lo mismo es aplicable a gran parte del reparto: Cartman es un gordo hijo de puta tremendo, mucho más que el epígono femenino que tiene aquí, pero lo ha demostrado de muchas maneras. Stan es un buen chico, pero su ingenuidad lo ha llevado a meterse en muchos berenjenales de cuidado sin darse cuenta.

En realidad, el quid está en la situación: el mismo personaje, con dos o tres características bien definidas, pero en diversas situaciones. Aquí las situaciones son dos o tres que se repiten de diversas maneras.

Y aquí ya recupero lo dicho antes. El lolicon. ¡Oh, sí! ¡El lolicon! Es curioso este fenómeno, más que nada porque en Japón está prohibido representar los genitales incluso en obras pornográficas. No está prohibido dibujar niñas en poses sugerentes, pero sí lo está dibujar una polla adulta. Esta censura llevada al extremó derivó en lo que hoy se denomina hentai con tentáculos, cuyo primer exponente diseccionó con acierto el señor Viruete en este artículo, cuya lectura recomiendo.

No es que yo esté criticando que ver lolicon sea exclusivo de inmorales. Me consta que hay seguidores por lo general respetables, aunque otros sean indefendibles. Pero claro, una cosa es que no me escandalice y otra que me guste.

En el caso de Mitsudomoe, casi todo se centra en bromas alrededor de bragas, sostenes, tetas y las lorzas de la mayor de las trillizas, todo lo cual es reducir los personajes a objetos. Vale, alguno pensará que es aplicable a South Park cambiando bragas por cosas que entran o salen por el culo, pero al menos aprovechaban para hacer crítica social, tirando con mala uva. Aquí, las bragas y todo alrededor de ellas son el decorado y el fondo. No es que llegue directamente al infierno del verdadero lolicon, pues Mitsudomoe es una obra inicialmente pensada para el público juvenil, pero tiene cosas en común.

Por ejemplo.

No deja de llamar la atención de muchos occidentales la facilidad, casi regularidad, con que el dibujante nipón dibuja fanservice. Lo interesante es cómo lo interpretan. Hay quien piensa que es una forma de libertad de expresión, y en parte lleva razón. En su día, sí empezó como algo provocativo, pero el morro de los dibujantes ha hecho que se transforme en algo cotidiano. Hace no mucho, se dio la circunstancia de que se intentó hacer una ley para evitar esta práctica. Yo me lo tomé a pitorreo, tanto porque la censura no me gusta como porque el que los otros invocaran a la libertad de expresión me dio risa. Lo que defienden los últimos es poder rellenar páginas con chicha, que siempre cuela.

Yukito Kishiro, por ejemplo, sí puede decir que luchó por la libertad de expresión. Este autor, para quien no lo sepa, es el responsable de Hyper Dimension Gunnm, bella historia sobre una cyborg que buscaba su pasado y su identidad, y que está acabando de un modo bastante GENIAL! en su continuación Gunnm Last Order. Salen monstruos con pollas gigantes, por ejemplo.


Señores, para que vean que no los engaño.

Bien, en la misma Hyper Dimension, en los bocadillos se pudo leer que algunos de los malos de esta serie eran descritos con el término hakkyô, palabra japonesa que viene a significar “enloquecer”,, y el inglés “psycho”, referentes a enfermedades mentales, tabú en aquellas tierras. Los editores quisieron que cambiara ese bocadillo para una reedición, por considerarlo infame. Esto en una serie donde casi todos son cyborgs, mutantes o ponga-usted-algo-raro que se matan. Pues ahora es intolerable que se llame a un personaje de ficción… “loco”. Kishiro aceptó, pero luego se negó a seguir publicando y pasaron ocho meses hasta que han encontrado una solución.

Otro tanto ocurre cuando en Sayonara Zetsubou Sensei deciden hacer una pequeña pulla acerca de los affaires de la política exterior japonesa. Por ejemplo, con Kim Jong-Il, sólo que no lo nombran. Bueno, se atreven a escribir Kim. ¡Y gracias!



¡Viva la encarnación de nuestra deidad local! (De 8:59 hasta 5:46)

No duden que estos dos ejemplos le pueden parecer más polémicos al japonés típico que las nenas en braguitas. Porque lo último ya es algo habitual, que ha formado un propio género con reglas propias, donde participa cualquiera. Y es que este dato es el que nos ha asombrado a muchos. ¡Norio Sakurai es mujer!

Y no está mal, la jodía.

Pues no, no es un autor gordo y feo. No es la imagen que en Japón se hacen del otaku ob(s)eso con Do Re Mi. Es una joven de 25 años que triunfa con dibujos un poco lolicon, ya nada provocativo, pues, por lo que es algo bien asimilado dentro del manganime. Del mismo modo que, hace unos años, todos los famosos de Los Simpson acabaron haciendo que ver a una celebrity, como dice algún cateto, en dibujos animados fuera muy corriente, aunque alguno pretenda que Padre de familia es rompedora y arriesgada.


De hecho, Donald y Lucas ya hacían eso en sus buenos tiempos.

Aún así, habrá quien defienda esto como ejemplo de atrevimiento y lucha contra lo establecido… Ya, e insultar a los nazis.

* Cortos para el estándar japonés de 18 páginas. Escobar y Vázquez contaban incluso más una sola, a costa del decorado.

* Sí, ya sé que el cuadro Sueño de la mujer del pescador de Hokusai es anterior.

2 comentarios:

Lansky dijo...

¿No está mal? Es muy guapa, la jodía

capolanda dijo...

Bueno, es que he hecho una valoración de belleza conservadora.