Cada día hay 4.000 parados más, por lo visto. Se quejó mi padre, cuando aún mandaban
los de la rosa, de que estos buenos señores aseguraran, el año pasado, que el
aumento del paro era una buena señal cuando la situación ya era horrible. ¡Y
ahora los de la gaviota dicen lo mismo!
Por supuesto, ambas manadas de
bicharracos tratan de justificar que sus respectivas políticas eran inevitables.
No lo voy a comentar siquiera porque algunos ya lo han hecho
mejor que yo.
Yo sólo puedo decir que el día de mañana no debería ser celebrado como el Día
del trabajo, sino como el Día del paro. Y si os parece cruel, pensad que es
inevitable y está perfectamente justificado.
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