Dependiendo del programa, se
centran más en unos tipos de casos que en otros. En el programa matutino de
Canal Sur sienten cierta atracción por adultos en bancarrota, mientras que Sálvame prefiere a niños aquejados de enfermedades raras, de las que no se tratan en la sanidad pública. Por supuesto, todos siguen un esquema común:
el invitado explica al público su situación, con mayor o menor entereza según
su carácter, el presentador (como si tuviera una carrera de medicina o de
economía, digamos) le hace preguntas al respecto, se exponen grabaciones o
fotografías en el hogar de los damnificados -a veces, para comparar el aspecto que
tenían estos en el pasado con el actual y así ver los estragos causados por la
enfermedad-, el invitado se emociona y echa una lagrimita que es recibida
con aplausos por el público y, si hay suerte, alguien llama para hacer una
donación. El presentador, asimismo, hace una mención del importante apoyo que
ha resultado para la familia la ayuda de algún amigo o destaca alguna ausencia
importante (en el caso de un crío enfermo, el abandono de su padre). Por lo
general, el presentador se congratula de la solidaridad del prójimo.
No sé, entonces, por qué todo
esto me suena a la caridad. No hay que confundir esta con la solidaridad. La
caridad, tradicionalmente, es el donativo que un rico hace a un pobre o
un colectivo bien provisto a otro más desfavorecido y numeroso, visto desde una
perspectiva clasista. La solidaridad, por el contrario, suele entenderse como
la ayuda entre iguales, incluso aunque las diferencias económicas sean notables.
Quien no vea clara la diferencia, que lea El árbol de la ciencia, de Pío
Baroja, para tenerlo completamente claro.
Esto no quiere decir que los
términos puedan ser intercambiados con el significado del otro, como es
habitual con las ONGs de famosos. Es curioso decir que la beneficencia más
defendida por los medios de comunicación esté a medio camino entre la
solidaridad y la caridad: tiene en común con la primera su carácter multitudinario
y anónimo por parte del espectador, y con la segunda la exhibición por parte de
los medios, que se atribuyen todo el mérito y hacen negocio.
¡Caray, qué sorpresa! Son como
la Iglesia.
4 comentarios:
Sí, la distinción entre caridad y solidaridad es substancial, no anecdótica. La primera apuesta por amntener el statu quo, la segunda, no.
Sí que se me ha pasado decirlo.
He de admitir que me genera cierta contradicción este tema que comentas Ozanu.
Entre caridad y solidaridad me quedo con la segunda, de eso no cabe duda. Pero aunque la segunda obedezca a ese exhibicionismo que comentas, el fin me parece bueno.
Lo que a mí me sorprende es que la solidaridad no vende, hay varios programas en Canal Sur y la Segunda con esa temática, suelen tener una audiencia muy modesta.
Supongo que la caridad es más televisiva y da lugar a espectáculo.
Por cierto, maravilloso libro "El árbol de la ciencia", una lectura muy recomendable.
En la 2 no sé, pero lo que veo en Canal Sur tiene un cierto lado exhibicionista que me parece más propio de la caridad, por la posesión de los medios que permiten dar a conocer el mensaje. Por otro lado, tengo que reconocer que han mostrado algunos casos, dependientes de factores económicos, que han tenido solución.
Lo que me causa mayor repelús hacia estos programas "emotivos" es que no dejan de ser una especie de Schadenfreude, la variedad "leve" del viejo cuento de los vagabundo y los altramuces: sentirse mejor porque uno está peor que uno mismo, no porque nos alegre su mal sino porque nos revela que nosotros no estamos totalmente hundidos.
Publicar un comentario