lunes, enero 9

Cuando los juegos no son juegos, sino ludopoemas.

Esta entrada es entre una respuesta y una continuación de esta de Imperator, donde explicaba muy bien uno de los peores problemas de los videojuegos desde la época de los gráficos tridimensionales: la manía de ponerse a contar una película en vez de ofrecer unas buenas partidas.

El caso es que quiero extender lo que él dice aquí a los juegos independientes, indies para denotar que se es modelno. Los juegos independientes se llaman así porque son creaciones de programadores no vinculados a las grandes compañías. Por lo general, estos programadores aprovechan su alejamiento de los ruedos comerciales para hacer juegos basados en conceptos infrecuentes, a menudo inclasificables en géneros habituales.

Como cualquier actividad de carácter artesanal, varios de ellos desarrollan juegos experimentales, hasta el punto de empezar a ser algo distinto a un juego. Dos buenos ejemplos que he encontrado recientemente son obras del mismo individuo, Daniel Benmergui, a quien no tengo el honor de conocer personalmente. Concretamente, son I Wish I Were the Moon y Today I Die. Jugad, son muy cortos. Demasiado, de hecho.

Yo creo que no tardé ni una hora con ambos juegos antes de sacar todos los finales (nótese que no tienen instrucciones y que ni falta les hacen). ¿Los he vuelto a rejugar? Sí, para saber cuánto tardaba en hacerlos de un tirón. Ni dos minutos, ¡madre mía!

Nadie niega que este hombre, y otros como él, tengan mucha imaginación. Pero mi pregunta es, ¿no sería emocionante jugar un Today I Die que prometa, pongamos, trescientas horas de juego con diversos recorridos? Pero eso requeriría mucho trabajo. Precisamente, la cantidad de trabajo que suele realizarse en una compañía grande, a las cuales no les gusta arriesgarse, a no ser que puedan vender un juego así con el tirón de personajes ya establecidos (por ejemplo, Mario y Sonic). Y entonces, el juego pierde todo su sentido, porque habría de ajustarse a los propios universos de ficción de estos personajes.

Y he aquí la dicotomía: o juegos que están pensados para triunfar y, por tanto, creados para el gran público o juegos experimentales pensados para jugones que ya tienen más que vistos los géneros tradicionales. No debería ser un problema, muchos géneros ahora normales, como las plataformas, empezaron con juegos experimentales. Sin embargo, hoy se valora más el espectáculo que nada. Habrá un punto en que cueste distinguir entre un videojuego y una creación de Paul Robertson.







2 comentarios:

Lansky dijo...

Esa dicotomía que señalas en los juegos existe con muchas otras cosas: en literatura, en cine, en deportes...

capolanda dijo...

Cierto. De hecho, en algunas publicaciones comparan estos juegos experimentales con las obras de los pintores surrealistas.