viernes, noviembre 25

Sobre la supeditación de la política a la economía.

En Terapia de choque, blog llevado por el neoprog Raúl S., un comentarista decía algo digno de mención:

Totalmente de acuerdo. Hace unos días hablaba con unos amigos (“autentica” izquierda) que me decían que el problema de la política es que estaba supeditada a la economía. Yo les decía lo contrario, que si estamos como estamos en este país es porque durante muchos años hemos hecho política de espaldas a la economía. Y claro, tarde o temprano esa manera de hacer las cosas termina explotándote en la cara…

Pues sí, de acuerdo. Sin embargo, me llama la atención el modo en que sus amigos lo expresan. ¿La política se supedita a la economía? ¿Qué es “supeditar”? Atendiendo a la RAE:

supeditar.
(Del lat. suppeditāre).
1. tr. Sujetar, oprimir con rigor o violencia.
2. tr. Dominar, sojuzgar, avasallar.
3. tr. Subordinar algo a otra cosa.
4. tr. Condicionar algo al cumplimiento de otra cosa.


Yo creo que no es así. Más bien creo que la política, como cualquier área humana con decisiones importantes, necesita del apoyo de otras áreas. La medicina necesita el apoyo de la física y la química, la arquitectura de la física y el arte, la psicología de la neurología y la sociología, y así con cualquier especialidad.

Sin embargo, el comentario me escama, porque me recuerda a otros dos. El primero es un comentario de la red, el segundo, una anécdota histórica presentada en este blog.

(...) Un ejemplo de ellos se ve en las tecnologías modernas de la comunicación que han vuelto obsoletas figuras jurídicas absurdas y tramposas como la propiedad intelectual y los derechos de autor, en la práctica los derechos de autor (que por cierto sólo en raros casos beneficiaban realmente al autor) ya no existen porque gracias a las tecnologías modernas son una propiedad que no puede defenderse. (...) ¿Qué pasaría si esta facilidad de reproducción pudiera trasladarse a otro tipo de bienes, los alimentos por ejemplo? Pues pasaría que las tecnologías modernas acabarían con la propiedad privada e implantarían un socialismo de facto. (...)

De aquí se sigue que los Materialistas, no sólo son unos ciegos desertores de la buena Filosofía, mas también unos detestables enemigos del género humano; por consiguiente merecedores de que no sólo toda nuestra especie conspire a aborrecer tan infernal secta, mas también a exterminarla. Si con razón dijo Plinio, que el mayor número de males que padece el hombre, proviene de la iniquidad de los individuos de su especie: Homini ex homine plurima sunt mala (Prólogo lib. 7); ¿qué será, si librándolos del miedo del castigo, se suelta a su libertad la rienda para todo género de delitos? Lo peor es, que no sólo subscriben los Materialistas a esta licencia universal con el motivo de la impunidad, mas algunos de la secta pretenden autorizarla con la razón. El famoso Materialista Inglés Thomas Hobbes, estatuía la regla de que la naturaleza entre los hombres no exigía unión, o sociedad, sino discordia; y conformes a esta buena Filosofía natural, eran su Filosofía Moral, y Jurisprudencia, pues por la primera constituía último fin del hombre su amor, o comodidad propia; y por la segunda no conocía otro derecho en unos hombres, respecto de otros, que el que da la superioridad de la fuerza: de modo, que el más valiente, o más hábil puede, sin ofender la razón, hacerse propios cualesquiera bienes ajenos, y aun tiranizar a todo el mundo, si de tanto son capaces su fuerza, o su industria. ¡A tales extremidades conduce la bella doctrina de los Filósofos Materialistas!

¿No les parecen muy en línea con el comentario anterior? El comentarista protesta porque los científicos no han acabado de crear un “socialismo de facto”. El segundo, por otro lado, da a entender que los materialistas son poco menos que demonios ávidos de poder. Los tres comentarios parecen lamentar, en el fondo, que nada se supedite a lo que ellos consideran perfecto: los dos primeros, ideologías políticas, el tercero, una religión.

Todos tienen en común que creen que los demás tipos de conocimiento están para servir a otro considerado superior, pero cuando aquellos revelan la imposibilidad de lo que quieren, entonces se enfadan y acusan a los demás de esclavizarlos. Por este tipo de razonamiento, va el mundo así.

6 comentarios:

Lansky dijo...

La política sigue siendo nacional, esto es: local', la economía financiera es internacional/global, así que...

McManus dijo...

Buf, Lansky. Esto es más complicado de lo que parece. Verás, es cierto que la política como tal es local en su gran mayoría. Pero en la práctica, podemos apreciar cómo la soberanía nacional nunca ha sido completa. De hecho, al unirnos a la UE cedimos parte de la soberanía que teníamos. Es más, ¿acaso no conviene mantener las formas con otras instituciones humanas, llamadas países, para obtener recompensas como unas mejores relaciones comerciales o evitar uan guerra?

He aquí un interesante artículo relacionado: http://politikon.es/materiasgrises/2010/12/22/%C2%BFdebemos-escoger-entre-soberania-y-prosperidad/

La economía nacional del país de turno, como verás, es el resultado de muchísimos factores, entre los cuales destaca la balanza comercial con el mundo. De algún modo, dependemos del resto del mundo porque no vivimos aislados.

Y claro que la política depende de la economía, a la vez que podemos diseñar políticas para alterar el curso de la economía (pero, a su vez también, necesitamos de recursos para diseñarlas). Y para ello, tenemos que descender a la letra A de la economía: el intercambio de recursos. La política no vive aislada precisamente: de hecho, es muy maleable a influencias socioculturales y económicas.

De alguna manera, el dinero surgió como medio fácil para intercambiar recursos. Y resulta que en la política el dinero es importante para llevar a cabo iniciativas: para empezar, tienes que pagar sueldo a una míriada de funcionarios a la vez que diseñas esquemas de incentivos (eso ocurre en todas las instituciones: de alguna manera necesitamos un palo con zanahoria para hacer que mucha gente trabaje).

Es más, las deudas entre países no se distinguen en la práctica de los créditos a las personas (no es muy fiable prestar a Zimbabue, así que se ponen intereses altos para compensar las pérdidas). Y no es precisamente un invento nuevo: recuérdese a los banqueros Fugger y su tormentosa relación con España.

Básicamente, ¿qué medidas políticas tomarías con tres cincuenta? Tendrías que tener una sanidad limitada. Sí, lo sé. Es cruel, pero a menudo el cumplir derechos humanos o no depende de un grado de desarrollo social, cultural, tecnológico y económico, aunque luego podamos entrar en factores que hagan esto ineficiente como la falta de voluntad política (que suele pasar a menudo también, por cierto).

Un saludo a todos.

capolanda dijo...

Aparte de lo que dice McManus, una anécdota de hoy ilustra lo que quería comentar: estaba en un bar charlando con el camarero acerca de la crisis, y él comentaba que estaban cerrando muchos bares abiertos durante la anterior bonanza económica. A lo que yo contesté:

-¿No habrá más negocios en esta ciudad-Sevilla-que bares?
-¡Hombre, es que deja un dinerito un bar!-me contestó él.
-¡Sí, claro! Pero siempre dentro de un límite. ¿O es que es lógico esperar que aparezcan cien bares más en poco tiempo y que todos sean rentables?

Y él se encogió de hombros, dándome la razón. Pues algo así, sólo que con urbanismo y en gran escala, es lo que ha ocurrido en este santo país. La peña ha invertido en vivienda como si en esta vida no tuviera todo un límite, y ahora algunos se quejan de que todo esto se hizo “supeditado a la economía”. Lo siento, pero no es así.

Siendo justos, es posible que aquí haya dos conceptos llamados “economía”. El primero, el que yo defiendo, es ese que, como decía Lansky en una de sus entradas, está íntimamente ligado a la ecología y usa un fuerte aparato matemático para hacer predicciones. No es perfecto, pero es fiable. El segundo, el que defienden en algunas escuelas como la austríaca (¡Puaj!), está más cercana a la charlatanería, como en el ejemplo del aforismo sobre baretos, y sí que ha tenido un papel importante en la formación del agujero en el que estamos metidos.

Lansky dijo...

Ya, McManus, qué condescendencia la tuya explicándome que las cosas son más complicadas que como yo en mi mísera miopía las veo. Menos mal que hay intelectuales gratuitos de tu talla dispuestos siempre a enseñar al que no sabe

Miguel Baquero dijo...

Yo creo que tanto economía como política, en el fondo de todo, están supeditadas por la Realidad. Hay veces que los gobernantes o los economistas quieren llevar a cabo una acción pero al final de todo la realidad demuestra que, por más que se quiera forzar, es imposible. Bien es verdad que la realidad está para cambiarla, y se van rompiendo capas, pero llega un momento en que la Realidad es de un granito tan duro que no se puede mover, y si se mueve al final volverá a su sitio.

capolanda dijo...

El problema, Miguel, es que no pocos individuos metidos a políticos piensan que la realidad se "inventa" mientras se observa. El posmodernismo aún da coletazos.