lunes, marzo 28

Elogio al valor.

Una de las cosas que más echo de menos de mi habitación era que podía estar a salvo de según qué tipo de programas de la televisión. Ahora, en este piso provisional, tengo el ordenador en la sala principal. Y el otro día, en la serie Hospital central, oigo uno de los argumentos más delirantes de mi vida. Resulta que, por varias explosiones, llegan al hospital un montón de heridos. Entre ellos, un militar cuyo padre, también militar, está disgustado porque su hijo se dejó llevar por el pánico, a lo que uno de los protagonistas le replica:

¿Sabe? Mi hijo está naciendo ahora mismo en una sala de este hospital, y cuando crezca le diré que no tiene que ser valiente. (aproximadamente)

Pues eso dice el médico, ¡y tan pancho! Recuerdo que decía Pérez-Reverte que no le perdonaba a la izquierda que hubiera dejado que la derecha se apropiara de la palabra España. Bien, yo no perdonaré que los movimientos extremistas se apropien de la palabra "valor".

El valor no es sólo, como algún pacifista inocentón supondrá, ir a matar a cuantos se pueda en una guerra. También es saber cómo actuar durante una crisis, ser capaz de hacer algo arriesgado por salvar al prójimo, o incluso mantener tus convicciones a pesar de que podrías ceder a la presión de la mayoría.

Quizás hay quien piense que estoy descontextualizando a lo bruto un simple diálogo de una serie popular, pero no es así para quien sepa de la simpleza dicotómica que se hacen en estas series. Este tipo de ficción demuestra que gran parte de la población creee vivir siempre bajo amparo, sin tener valor... ¿Seguro? ¿Y si ocurre algún desastre? ¿Y si nadie puede ayudarnos? Piénsese en Japón. Ha habido muchos muertos, pero más debido al tsunami que al temblor. No sólo la buena calidad de los edificios ayudó, sino también la disciplina japonesa, que inculca que el deber de cómo superar un terremoto empieza en el propio individuo.

Todo esto resulta aún peor cuando uno piensa en la esquizofrenia cultural que ciertos habitantes del primer mundo sufren. Me refiero a esta gente que confunde la propia existencia de los ejércitos con la dictadura militar. Como denunciaba el dúo Trey Parker y Matt Stone en su película de marionetas Team America: La policía del mundo, no se dan cuenta de que, si bien es necesaria la crítica al ejército, este puede seguir siendo necesario para poder disfrutar de la libertad. Por muy duro que nos parezca.

(Hay destripe de la película)



Una analogía es el hecho de que mucha gente siente náuseas si contempla una operación, pero alguien tiene que practicarla cuando es necesario. Para hacerlo, debe ejecutar con frialdad este proceso. Si sintiera el dolor como suyo, no sería un buen cirujano. Sin embargo, los apóstoles del buenismo te presentan la simple empatía sin límites como el epítome de la bondad. Así, se confunde la cordialidad con el resto del mundo con ceder a todos sus caprichos.

Esta confusión se resume en la frase Más vale ser un cobarde un minuto que muerto todo el resto de tu vida. Frase estúpida en mi opinión, pues confunde el prudente con el cobarde. El primero sí puede tomar en consideración las dos opciones presentadas, pero al segundo lo domina de tal modo el miedo que es incapaz de encontrar algún modo de superar la situación. Ahora quieren igualar el valor con la temeridad.

Por supuesto, no os confundáis. Esto no es una beatificación de los ejércitos. Estoy totalmente de acuerdo con la crítica al mismo, del mismo modo con que lo estoy cuando se critica la corrupción. De hecho, yo diría que los más preocupados por la violencia de nuestra sociedad son los más responsables de esta posible beatificación.

El ejemplo que me viene a la cabeza es la protesta de una asociación de psicólogos americanos, quienes consideraban que los superhéroes eran un mal ejemplo para los niños por su violencia y su machismo. Más concretamente, denunciaban que algunos de ellos, como Hulk y Iron Man, tenían defectos. El primero es violento (¡Oooooooh!) y al segundo le gustan mucho las mujeres (¡Y a mí, coño!). No sé, es curioso, porque Hércules también tenía estos defectos (y era glotón, y hasta a algún efebillo llegó a conocer...). Sin embargo, exponían las cualidades de Superman y Spiderman, a los que consideraron más formales. En realidad, ellos dos también han sido violentos alguna vez, pero ese es otro asunto.

A mí lo que me preocupa es, ¿es peor que el poder sea fácilmente contaminado de la violencia, o que nos lo muestren? ¿Aún seguimos matando al mensajero? Un héroe con imperfecciones es humano (incluso en un cotexto fantástico), y como tal demuestra que su cualidad reside no sólo en sus admirables habilidades, sino en esforzarse o reconocer, llegado el momento, que se había equivocado.

Por supuesto, esta actitud es infrecuente. Siempre es más tentador caricaturizar a quien no gusta que enfrentarse a sus razones.

3 comentarios:

Lansky dijo...

Sí, estoy de acuerdo contigo. No entiendo por qué la gente se preocupa tanto de su aspecto físico y no del moral, del cual el valor es esencial. Un cobarde es un ser feo, y hay tantos...

McManus dijo...

Siguiendo este ritmo, habrá un holocausto de mensajeros que dejará parvo el que más conocemos, el judío. Los cadáveres se apilarán y la mayoría de las rutinas se resumirán en vivos trabajando para dar descanso a todos esos muertos. Casi nada más. Sí, no habrá casi nada más: la economía se paralizará. El desarrollo, mucho más lento será.

Las décadas siguientes nos lamentaremos y abriremos todo un nuevo género ensayístico y literario destinado a abjurar de la confusión entre medio y fin, insistiendo en la memoria histórica hasta que, poco a poco, desaparezcan sus supervivientes y el recuerdo pierda vivacidad.

capolanda dijo...

Lansky Me ha gustado eso de la cobardía como fealdad moral.

McManus Yo estoy convencido de que, en el futuro, se recordarán algunas de esas censuras como actos absurdos de hipocresía mientras se cometen otras nuevas. Lo que no cambiará es el motivo: ¡Por nuestros hijos!