viernes, marzo 11

¡Entrada sesquicentenaria!

¡Efectivamente! Ha pasado mucho tiempo desde que abrí este santo lugar, y quiero contar su historia. Eso sí, ¡qué ganas de decir entrada sesquicentésima!

Antes de fundar mi blog, hace ya seis años, yo comentaba en foros de la red. Principalmente, en uno llamado Manga a Gritos, donde se solía hablar de diversos temas menos de manga, fieles al espíritu de que un foro con buenos participantes no se restringía a un único tema, pues acaba cansando. Por entonces, se puso de moda algo que llamaron blog, y que supe que era un apócope de weblog, que quería decir bitácora web. Por aquel entonces, yo no me sentía interesado por tener el mío propio, simplemente porque no tenía nada que contar.

No obstante, me sentí tentado a probar, y me abrí una cuenta en el servicio de blogs que mejor conocía, Blogger. Mis primeras entradas adolecían de contar muchas cosas en una sola entrada, lo que combinado con mi manía de no separar los párrafos, daba una lectura algo farragosa del mismo. Además, eran entradas centradas en lo que me ocurría mientras estudiaba. Lo cierto es que la mayor parte de entonces no tiene demasiado interés. Anécdotas de un estudiante, sin más.

Sin embargo, también de tanto en tanto trataba de noticias que me hubiesen llamado la atención, o hablaba de asuntos universitarios no necesariamente vinculados conmigo. Como ahora, prefería aquellos que me llamaran la atención, por encima de supuestas polémicas. Procuraba dar mi opinión personal antes que aceptar lo que me parecía una explicación cogida por los pelos o inconsecuente. Asimismo, ya entonces empecé a escribir reseñas y a subir mis relatos.

Posteriormente a acabar la carrera, casi exclusivamente me dediqué a las reseñas y a los relatos. Por aquel entonces, principalmente visitaba webcómics y páginas friquis, hasta que hubo un punto en el que empecé a sentir la necesidad de conocer nuevos lugares.

No obstante, la ausencia de visitas y cierta apatía acabaron con mis ganas de actualizar mi blog. A los tres meses las recuperé, y volví para comentar hechos llamativos, inspirados por los nuevos blogs que visito en la actualidad. De momento, así continúo.

Respecto al nombre, llamóse esto hasta hace muy poco El analito en disolución. Un analito no es sino la especie (bio)química de la cual se pide información en un análisis: la concentración de LDL y HDL en un análisis de colesterol, el de etanol en la gradación de licores, etc. Cuando yo monté esto, yo aún daba clase en la facultad. En la asignatura Química Analítica II, el profesor se solía repetir en sus explicaciones, pero el término más pronunciado analito. Así pues, fue apodado "El analito, metonimia un poco triste. Por supuesto, también llegó a decir nuestro analito está en la disolución alguna que otra vez, y como broma privada con mis compañeros, bauticé así el blog. Hace poco, decidí cambiar el nombre y ponerle El tablero intelectual, quizás algo rimbombante, pero mucho mejor que analito (¿Cómo no lo vi?). Aún así, he dejado la dirección http con el antiguo nombre, para que no tenga que ser cambiado.

Por último, la motivación que me llevaba a hacer entradas también ha variado. Al principio, simplemente contaba lo que me ocurría. Después, acabé por atreverme a dar mi propia opinión, empezando por los productos de consumo hasta atreverme a hacer reseñas serias. Básicamente, esta es la actividad actual de mi blog. ¡Y las aportaciones de los lectores!

2 comentarios:

Lansky dijo...

Bueno, es la (tu) historia de un proceso

Ella dijo...

He hablado de ti en mi blog. Debes saberlo.