jueves, octubre 8

¡Inventemos!

Como se puede leer en la cabecera de esta bitácora, servidor es químico, y tarde hablo del asunto del recorte presupuestario en investigación científica que planean los del ministerio. Huelga decir que también apoyo la iniciativa.



La frase ¡Que inventen ellos! es de Unamuno, y existen varias interpretaciones sobre su significado. Según algunos, no significa que Unamuno deseara que España dejara de lado la investigación científica. Según la historia, desde luego, España ya era así cuando la escribió. Se puede leer en El árbol de la ciencia, de su coetáneo Pío Baroja: un amigo de Andrés Hurtado, el ingeniero Fermín Ibarra, tiene que acabar emigrando a Bélgica para conseguir financiación. Finalmente, envía cartas al protagonista para comunicarle que marcha adelante.

Este fenómeno acabaría por ser llamado fuga de cerebros*. En mi facultad, cierto profesor solía comentarnos que la preparación de los científicos españoles era valorada en el extranjero. Desde luego, hay casos históricos de talento, como Severo Ochoa y Ramón y Cajal. Sobre inventos, recordemos el autogiro. Sin embargo, nada se hace para cambiar la historia. Más allá del sistema educativo, los sucesivos gobiernos españoles no acaban de dar la solución definitiva al problema. Hoy en día no podemos esperar, como Unamuno, que los demás países nos enseñen siempre el camino, porque la tecnología avanza cada vez más rápido, y la red ha facilitado la transmisión de conocimientos.

La clave es conservar a quienes crean las ideas científicas. Mientras los gobernantes no abandonen la idea de que el científico es semejante a esos maestros de antiguo, que obligaban a los escolares a repetir mil veces la lección, no se tomarán en serio la financiación.

* Sin relación con el tema, el sintagma fuga de cerebros tiene una resonancia muy de cine Z, ¿o soy el único que piensa así?

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