viernes, junio 1

El olorcico de un libro.

A veces, cuando se repite la polémica acerca de la pugna entre libro electrónico y el tradicional, se leen <a href="http://uklanor.wordpress.com/2009/08/26/libro-electronico-vs-libro-papel/">buenos argumentos</a> y lo que yo llamo argumentos cursis, que suelen ser como el siguiente:


<i>Me gusta el libro de papel porque su olor es especial, luce muy bien en la estantería y su tacto es suave y esponjoso.</i>


Vamos a ver, señores: los libros, principalmente, son para cogerlos y leerlos. Las novelas, los relatos y hasta los poemas, creo que más o menos se pueden leer igual en ambos formatos. Sin embargo, hay otros libros que no. Los manuales técnicos por ejemplo. Hace poco, vino McManus a mi casa y me pasó, no voy a engañar a nadie, bastantes cosillas en formato electrónico, entre las cuales se incluía un manual de evolución. Este estaba bien escaneado, pero a la hora de leerlo eché en falta que fuera de papel. ¿Por el olor? ¡No, hombre! Por la mayor dificultad para comparar el texto con las láminas de diagramas e imágenes. Pongamos algunos ejemplos.





Véase esta imagen. Considérese que se quiere leer la descripción de cada insecto, dada en páginas diferentes, a la vez que se observan las imágenes. Con un libro es un simple movimiento de mano. Pero con un libro electrónico es más difícil porque cargar una página te lleva al principio de la misma.

Con esta queda más claro, porque la complejidad de este diagrama precisa ser visto a gran tamaño. Habrá quien diga que se puede hacer un zoom, pero no es lo mismo, especialmente cuando tienes que mover la imagen para captar los detalles. Un libro en papel sólo precisa el movimiento más intuitivo: mover los ojos.

Y no digamos ya de las tablas, necesarias para realizar cálculos. En la entrada que he enlazado anteriormente, ya di mi opinión de que el estudio de un libro técnico es mejor cuando este es de papel, precisamente por estos detalles. Como nos decían en la facultad: los gráficos grandes, para que se puedan ver mejor.

El ejemplo paradigmático es el de los atlas. Y que nadie me diga que para eso existe el GPS, porque no entiende por dónde voy. ¿Qué gracia tiene un atlas si no es enorme?


7 comentarios:

Lansky dijo...

argumentos cursis, los llamas: sí, llevas razón, pero es dificil zafarse de esa cursilería, del simple fetichismo que representa un libro porque -tú mismo lo explicas muy bien- es un objeto excepcionalmente diseñado en su aparente simplicidad, y además a menudo son muy bellos.

(tu verificador me tiene casi convencido de que soy un robot)

L the Girl in Black dijo...

Sin embargo, hay otros libros que no. Los manuales técnicos por ejemplo.

Como decimos los informáticos, "you can't grep dead trees".

O'Reilly lleva publicando versiones digitales de sus libros desde hace más de 10 años... y, por dios, lo más normal en la informática es buscar información digitalizada, ya sean las páginas del man, un RFC o una especificación de un protocolo.

capolanda dijo...

Y útil en algunos contextos, Lansky.

L, pero es que en informática es imperativo porque el medio en que se traba también es digital. En un laboratorio, necesitas una tabla bien grande.

Paloma Polaca dijo...

Para leer revistas en mi Kindle tengo que currármelo.

La información escaneada es muy mala y si lo conviertes a formato mobipocket, te puede salir cualquier cosa.

Todavía hay que mejorar mucho, no obstante he podido disfrutar de textos muy buenos y libres.

Démosle un par de años a esta nueva tecnología.

capolanda dijo...

Esa es otra, los malos escaneos. En el caso español, se puede agravar por el desinterés de ciertas editoriales, que escanean mal hasta en la edición de tebeos, que ya hay que ser vago.

Ramón Merino Collado dijo...

Que sean argumentos cursis no significa que no sean válidos. Si a alguien le gusta el aroma de un libro, pues qué le vamos a hacer.

Yo soy un defensor a ultranza del formato electrónico por muchas razones: porque los libros no ocupan lugar, no se deterioran, no dañan el medioambiente...

Pero una cosa es lo que defienda, y otra lo que haga realmente. Porque todos estos buenos argumentos ceden ante el simple hecho de que me gusta el libro tradicional. No llego al punto de disfrutar del olor, porque el olfato lo tengo medio atrofiado, pero me encanta leerlo en papel, y con la pantalla es que no puedo, qué le voy a hacer. Y sí, los libros son para leerlos, pero una vez leídos me gusta cómo quedan en una estantería. Eso se llama bibliofilia, que igual es un poco tonta, pero existe y es respetable.

Por cierto, que vengo aconsejado por "Pequeñas reflexiones", y ciertamente Jesús tenía razón, me ha gustado mucho tu blog. :-)

capolanda dijo...

Gracias y bienvenido, Ramón.

Yo debo reconocer que mi bibliofilia se revela especialmente con los cómics: a pesar de la cantidad de páginas de escaneos, de traducciones de aficionados y de que, con conocimientos de inglés y de francés, puedo leer casi todo lo que me gusta, sigo comprando con regularidad.