miércoles, diciembre 7

Lo inimaginable.

Hay ocasiones en la vida en que te encuentras de cara a lo extravagante, sin más. Puede que sea porque yo no soy tan extraño como mi friquismo puede presagiar, o que cierta gente tiene características que hacen que tengan ideas muy peculiares. El caso es que pude comprobarlo el pasado miércoles, durante las prácticas que he estado realizando las dos últimas semanas.
En uno de los experimentos realizados, era necesario el uso de agua desionizada y destilada, que se obtenía de un depósito del departamento de química física. Así, fui más de una vez con los dosificadores de agua (iba a llamarlos "sifones", lo que ahce llamar un recipiente como su contenido) allí. Pero ese día vi un despacho abierto, y al primer vistazo vi la nuca de un señor negro sentado, esto es, de espaldas a mí.
Entonces recordé los rumores que oí de lejos sobre un profesor que "tiene un negro en su despacho y todos los días le da una página de química física para que la estudie". Esa historia me parecía algo peregrina, pero supuse que lo único que ocurría es que ese profesor ejercía de tutor o director de tesis con un alumno de origen africano, y que le pasaba dicha hoja para que se adaptara a la lengua, o sólo por su bien. Que la gente se extrañara por la raza, me era indiferente.
Por tanto, me detuve y observé con detalle. Me sorprendieron de entrada varias características raras: Ese señor tenía una cabeza muy extraña, un sombrero antiguo y una piel de textura y brillo extraños. Y tanto que era poco normal, como que lo que estaba en la silla era un muñeco. Negro, eso sí. En ese momento sólo pensé que estrafalaria ocurrencia sentar a un muñeco, cuando mis movimientos me permitieron captar algo hasta ahora fuera de mi campo de visión: ¡Un libro perfectamente abierto ante el muñeco!
Riendo algo nervioso, salí de allí. Mi padre dice que sencillamente es una manera del profesor de quedarse con los alumnos para causar interés. Quizás esta teoría explique que el mismo profesor obligue a los alumnos a reverenciar una fotografía de Boltzmann y que dé caramelos termodinámicos (que no, que "caramelos" no es un eufemismo ni una metáfora). El hecho es bastante famoso, aunque yo no lo haya sabido hasta ahora. Todas estas actividades son conocidas como sus "peculiaridades".
Sólo concluyo: Alguien capaz de algo así es imprevisible, a no ser que no cambie de año a otro. Puede que el curso que viene lo tenga en clase, ya os contaré entonces. ¡Y reconoced que es algo inaudito, vive Diox! ¡Juas!

3 comentarios:

Koopa dijo...

Es, cuanto menos, curioso. Aunque lo peor es oir rumores de "tal profesor está como una cabra" y ver que el sujeto en cuestión parece de lo más normal (¿Quién miente? Uhm...)

Koopa dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
capolanda dijo...

Bueno, en este caso es indiferente, pues es verdad. Sería buena idea representar este hecho en un juego de terror...