jueves, abril 26

Hienas políticamente correctas.

Hace dos meses, un caso horrorizó al público norteamericano: un individuo llamado George Zimmerman mató a tiros a un pobre joven en el Refugio de Twin Lakes, Sanford, Florida. ¿El motivo? El muchacho pareció peligroso a los ojos del tirador, voluntario de la guardia vecinal (sic). La policía confirmó que la víctima era Trayvon Martin, que se encontraba en la zona de visita en la casa donde reside su padre con su prometida, y que sólo llevaba encima bolsas de caramelos y una lata de té helado. A ojos del intrépido Zimmerman, el chico era extraño, posiblemente se encontraba bajo los efectos de las drogas, por caminar bajo la lluvia mientras se agarraba del cinturón y llevaba algo en la otra mano (sic de nuevo) y no andaba para nada bueno, como demostraba el hecho de que empezara a correr después de que él lo hubiera seguido un rato (sic, y ya está bien). Cuando llegó la policía, Zimmerman estaba sangrando y tirado en el suelo, debido a que, según él, el chico lo atacó y tuvo que defenderse.

¡Ay, casi lo olvidaba! Resulta que el fiambre es negro. Ni que decir tiene que algunos han pedido la cabeza del Charles Bronson de pacotilla porque opinan que es racista, luego ha cometido un “crimen de odio”. También resultó que el pistolero estuvo a puntito de ni oler la prisión, porque el fiscal del estado no consideró detenerlo inicialmente. La población protestó y al final el sujeto fue acusado por una fiscal especial para el caso hace dos semanas.

Los medios se han lanzado a mil conjeturas: hubo quien aseguraba que en la transcripción de la llamada a la policía del asaltante se oía un insulto racista de traducción indeterminada, diremos que “negrata”. Otros recogieron la declaración de su familia y amigos, quien aseguraba que un mestizo de español y anglosajón con amigos negros no puede ser racista. Sonó mucho la acusación indirecta del detective encargado del caso, quien sospechaba de la versión del ahora acusado, junto a la mención de que alguien había movido los hilos para que el caso fuera archivado (no, no sólo la fiscal).

Por supuesto, una parte de la población tomó partido por la víctima, ¡quién lo duda! Con la familia de la víctima, ya lo dudo. Un montón de indignados se manifestó con el mismo modelo de sudadera que llevaba la víctima, una sudadera con capucha, y adquiriendo la misma marca de caramelos y de té helado que llevaba cuando falleció. Las Nuevas Panteras Negras ofrecieron una recompensa por la vida de Zimmerman, lo cual, leo en la Wiki, fue motivo de críticas (sic, lo siento). Spike Lee publicó en su Twitter una dirección de la ciudad donde cayó el occiso, en la cual supuestamente residía el tirador. Al final resultó que era una pobre familia sin relación con los hechos pero que tuvo que abandonar temporalmente su domicilio ante amenazas de exaltados. Spike Lee pidió disculpas más adelante.

Este hecho, la disculpa de Spike Lee, marca la vuelta del ciclo. Resulta que Zimmerman también se ha disculpado, una vez enterado de que ese chico que le pareció un delincuente peligrosísimo era un pobre chaval menor de edad y desarmado. Si lo hace por vergüenza torera o para fingir arrepentimiento en vista del juicio, no lo sé. A la gente tampoco le ha importado mucho. Claro que tampoco les debería importar la disculpa de Spike Lee. ¡Oh, que ha pagado una compensación! Ya empiezo a ver por dónde va esto.

La cuestión es evadir la cuestión principal. No pensar que los vecinos de Zimmerman estaban paranoicos por una oleada de delitos. No pensar que un particular, aunque estuviera preparándose para ser policía, no debería hacer labores de vigilancia solo y armado. No pensar que el hecho principal sigue siendo una tragedia, aunque los implicados fueran de la misma raza (sea lo que sea eso). No pensar que la legislación de Florida en armas de fuego es peligrosa, como mínimo.

A lo mejor están en lo cierto y la razón de la sospecha de Zimmerman es que Martin era negro. No lo sé, porque no lo conozco. Sí me parece, a la luz de lo que se ha publicado, que no debía de tener las ideas muy claras cuando empezó el seguimiento. En la transcripción de su llamada a la policía, llega a decir “estos gilipollas, siempre se salen con la suya”. ¿Cuáles gilipollas? ¿Le bastó ver al chaval deambulando para saber el tipo de persona que era? En la misma conversación, la policía le advirtió que no hacía falta que persiguiera al chico cuando este empezó a correr, a lo que contestó “Vale”. Después, admitió que no quería abandonar cuando perdió de vista al chico y quedó en encontrarse con una patrulla. Cuando lo encontraron, ya estaba junto al cadáver.

Respecto a Martin, se ha destacado que fue expulsado de su instituto y se han publicado algunos de sus mensajes en Twitter, que en opinión de algunos confirmarían que era problemático. Su novia, que permanece en el anonimato, asegura que cuando ella lo llamó, él le comentó que sabía que alguien estaba siguiéndole, ante lo que ella le aconsejó que corriera. Asegura que oyó al joven preguntarle su perseguidor acerca de sus razones para actuar así, y que al otro preguntar qué estaba haciendo él por ahí. Entonces oyó un empujón y se cortó la comunicación.

Yo, personalmente, no me atrevo a asegurar si hubo racismo, porque no tengo nada claro qué ocurrió exactamente. Sí veo paranoia por parte del primero, que le dio por sospechar de un viandante cualquiera; y temor comprensible por parte del otro, pues en efecto estaba siendo vigilado. ¿Racismo? Podría ser, pero no niega lo anterior. Por tanto, tampoco estoy seguro de que haya “odio”.

Aquí hay que aclarar, por si alguien no lo sabe, que en los Estados Unidos un “crimen de odio” es como se llama un crimen cometido hacia por motivos religiosos, racistas u homófobos, entre otros. En general, por lo que se llama “discriminación”. Hay críticos de esta consideración, puesto que defienden que, visto así, los crímenes parecen cometidos por miembros de un grupo hacia los de otros, en vez de un individuo hacia el prójimo. También alegan que es una terminología absurda, pues el título de “crimen de odio” no se aplicaría al hecho de que un canalla matase a un hermano que aborreciera simplemente porque existe. Dejada a un lado esta discusión, sí está claro que gran parte de la población tiene una idea muy curiosa del bien y del mal. Concretamente, en South Park lo predijeron con gran acierto.


Nótese que he dicho al principio que mucha gente está furiosa porque consideran que esto es un crimen de odio. Es decir, están furiosos porque un blanco (o hispano, me importa un carajo) ha acribillado a un negro. Yo, cuando oí la noticia, me quedé pasmado de que un hombre mate a otro porque pensaba que era un chorizo. Igualitos que en el vídeo: se enfadan con el homófobo, con el racista. No con el hecho en sí.

Percíbase el caso de Spike Lee: su estupidez y su resentimiento (porque el dinero no da riqueza espiritual) han puesto en peligro a una familia también inocente, pero aunque se han enfadado mucho con él, el tono es más reservado que con Zimmerman. Habrá quien diga que se ha disculpado, pero es el mismo caso que el del pseudo-Bronson, entonces (nadie me dice que en realidad le importa un bledo y lo dice para quedar bien). Habrá quien diga que ha compensado a la familia, pero eso es sólo un montón de pasta que quizás no cure el espanto de los acosados. Habrá quien diga, en el colmo del cinismo políticamente correcto, que él no ha empuñado ningún arma. No, sólo ha señalado con el dedo y ha dejado a la muchedumbre manifestarse en lo que se le da de fábula: el linchamiento. Puestos así, casi que prefiero a Zimmerman, incluso suponiendo que sea un racista que asesinó al chico a sangre fría: al menos dio la cara. De un modo cobarde y vil, pero se jugó el cuello.

La única defensa más o menos razonable es que Lee no es el único culpable: los anónimos de muerte han sido escritos por otros. Ahí afuera, algunos creyeron que era lo correcto, y quizás sólo se arrepientan de que la dirección fuera equivocada. Al mismo tiempo, si se enteran de que alguien hizo lo mismito que ellos pero con un negro o un homosexual porque lo son, se aíran.

En España, debido a nuestro pasado, también sufrimos este tipo de doble moral. Hace algunos años, en Crónicas marcianas alguien fue insultado de maricón, a lo que el interpelado respondió que no era un insulto, sino un orgullo. Creo recordar que no era homosexual, ¡¡pero que nadie dude de que es un orgullo!!

4 comentarios:

Lansky dijo...

No te metas con las hienas, son animales muy interesantes, estos animales que presentas aquí, no. Terribles, horrorosos sí, pero interesantes no.

capolanda dijo...

Los dejaremos en "bicharracos", entonces.

De todos modos, es como dice mi padre: que muchos de los que ahora insultan a los maltratadores, eran los primeros que insultaban a una víctima que protestara por ello hace treinta años.

El Editor. dijo...

Escaque blanco abajo a la derecha. Esta mal puesto el tablero de ajedrez.

capolanda dijo...

Se puede interpretar como visto por las negras.