Hugo Silva ha estrenado serie en Antena 3, llamada Karabudjan. En el anuncio para casa que dio esta cadena, se comentó que la serie iba a tratar de diversas temáticas, tales como "el peligro de las redes sociales". ¡Manda huevos! ¡No aprenden!
No niego que, usadas con malas intenciones, las redes sociales son un peligro. Tal ocurre con, por ejemplo, formar un grupo en la vida "real": según tus intenciones, puedes formar una banda de música, pero también otra de delicuentes. Está claro y no veo necesario recalcarlo. Lo que me enerva es el cinismo clásico de los grandes medios, siempre dispuestos a señalar la paja del ojo ajeno. Con la corta historia de las redes sociales (poco más de un lustro), me parece un poco difícil que su peligro inherente supere el de la prensa actual. No sólo ya es tecnológicamente asombroso, es de una maldad sin límites.
No me extenderé en ejemplos. Basta pensar en la imagen truculenta que para algunos sigue teniendo el sintagma juego de rol, por culpa de malos periodistas que lo asociaron a cualquier actividad menos lo que es un juego en sí. Más reciente es el caso del joven madrileño, residente en Tenerife, acusado erróneamente de abusos hacia su hija adoptiva.
Habrá quien piense que estoy siendo injusto: los medios grandes la habrán cagado varias veces, pero también han contribuido a que estemos informados. Por supuesto, sí, no lo niego. Pero es así cuando esta responsabilidad se antepone a todo, y no se dejan seducir por partidismos políticos o el morbo para tener más audiencia. Ética que también han de obedecer las redes sociales. No obstante, los medios se callan que no sólo cometen errores, sino que también mienten.
En resumen, están actuando como los fariseos.
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