La codorniz fue una famosa publicación de los tiempos de la dictadura que llegó a tratar tabúes como el gobierno franquista. Por ello, no pocas veces fue censurada, y llegó al punto de referirse a Franco como el Innombrable, en un gesto tan rebelde como cómico.
Hoy en día, también tenemos nuestros Innombrables contemporáneos. El primero de ellos ha llegado a contratar a un equipo de abogados que vigila la red para acallar toda crítica a su persona. Ayer mismo, el autor de un webcómic reveló que había recibido un correo electrónico del susodicho bufete, que le exigía retirar ciertos contenidos que, en su opinión, vulneraban gravemente el honor de su cliente. Es interesante señalar que, más que la obra del autor, se referían a algunos comentarios de lectores.
Otro de los Innombrables es una editorial. Hace quince días, el propietario de una tienda especializada en cómics se quejó en una bitácora temática de sus métodos de venta. Una semana después, recibió un correo electrónico de una empleada, que lo regañaba por su insolencia.
¡Ah, los Innombrables!
1 comentario:
¿Donde narices ha quedado la libertad de expresión si estos idiotas de la Innombrabrle nos la quitan?
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