viernes, marzo 13

Moral friqui.

Ironías de la vida...
La semana pasada, en la reseña se me ocurrió comparar la crítica barata a los videojuegos con casos de hemorroides. Sé que no es el símil más brillante (y desde luego, no el más decoroso), pero parece que hay alguien que ha tenido la intención de demostrar que dije una verdad. En concreto, esta columnista, cuyo artículo carece de gran parte de las características del buen periodismo.
Varias páginas han criticado el asunto desde el punto de vista de los videojuegos, así que sólo añadiré mi opinión personal. Es curioso observar cómo, tras años de polémicas absurdas (e inútiles), los aficionados a los videojuegos se han vuelto a veces más sensibles a la calificación de edades que los propios defensores a ultranza de la infancia*. Más que nada, porque estoy seguro de que muchos de estos compañeros crecieron no sólo con Mario, Sonic y demás**, sino también con Harry Mason, Chris y Jill, y Snake, por mencionar a algunos. Dicho de otra manera, que jugaron con títulos con que no debían, si seguimos a pies juntillas las recomendaciones.
Este fenómeno se observa igualmente en el mundillo de los tebeos y la animación, con seguidores que dejarían con sus ideas a los ya arcaicos dos rombos como simplones. Por supuesto, estoy de acuerdo con ellos en lo que se refiere a rectificar a quienes ignoran que tenemos un sistema calificatorio de edades (de hecho, hubo varios), pero hablan como expertos (periodistas y/o columnistas, normalmente). Sin embargo, no puedo evitar tener dudas sobre si volvernos ultrasensibles es lógico. Posiblemente, el número de personas adultas que hayan llegado a la madurez sin disfrutar de aunque sea una sola obra no recomendada durante su infancia y adolescencia es muy bajo. No obstante, tampoco veo que haya un cataclismo social, más o menos los problemas actuales tienen precedentes históricos.
Para mí, la cuestión no es tan simple como confiar sólo en la clasificación de edades, como sí en nuestra opinión. Si, como he leído hace poquito, llevas a tu hijo pequeño a una película para mayores de 18, y después te pasas distrayéndolo cada vez que te sorprenda una escena fuertecilla de sexo, haces un ridículo espantoso, y actúas como un verdadero imbécil. Ahora bien, si crees que ello no repercutirá negativamente en tu hijo, porque estás seguro de estar dándole una educación necesaria, y que él sabe qué es ficción, ¡adelante! La base no es una clasificación hecha por unos terceros, quienes, inevitablemente, tendrán criterio distinto; como sí pensar en qué nos gusta, y qué no. Muchas obras catalogadas para todos los públicos pueden, por detalles para la mayoría insignificantes, molestar a ciertos individuos. Entre todas las obras de la historia, es posible que nadie se salve de sentirse molesto. Por tanto, es nuestra elección, del mismo modo que pensamos qué le gusta a un amigo cuando es su cumpleaños. Desde luego, no va pensar en nuestros gustos el autor de un tebeo, ni un programador de videojuegos, ni un escritor; y tampoco tienen la obligación.
Quienes sí hacen esto son los friquis, especialmente porque están acostumbrados a desoír los prejuicios. Por ello, me sorprende que a estas alturas de la vida le hagamos caso a la edad que viene en la caja.

* Habitualmente, esta gente es más pueril que la propia chavalada. Tanto, que ofenden a este sector de edad.
** Me veo obligado a recordar que algunas personas piensan que los juegos de Mario son tan violentos y nocivos como una partida de Mortal Kombat.

2 comentarios:

Koopa dijo...

¿Sabes que pasa? Que es mucho más práctico para el Padre-Guay-De-Hoy un número en una caja que tomarse tiempo para con su retoño y explicarle bien las cosas.

Anónimo dijo...

Ozanu, he leído sobre los andalucismos y solo decirte lo friki subnormal que eres, un auténtico españoleitor onanista.

A ver, friki japabobo, si perrifollá no es una expresión propia sino analfabetismo, porqué coño escribes en castellano y no en latín que es mas puro???, eh? gilipollas...

Pero mira que llegas a ser imbécil macho


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