miércoles, agosto 24

Cinefilia y “tebeofilia"

Durante estos días me he hartado de ver películas, ni más ni menos que tres películas en dos fines de semana, y todavía tengo grabada una miniserie que la primera despachó en cuatro horas seguidas, con apenas anuncios.
Election, estadounidense, es una de esas películas que mezclan la crítica social con el humor más descarnado y grosero. En esta película una alumna modelo quiere ser la representante de los estudiantes con el fin de mejorar su expediente escolar para entrar en Harvard. El problema surge cuando un profesor, apodado señor Eme, propone otro candidato, un jugador de fútbol lesionado y bastante inculto porque teme la ambición desmedida de la primera... En fin, la película se hace interesante, con un cachondeo desmedido y un montón de tácticas rastreras para conseguir votos. ¡Y pensar que yo me retiré de delegado el último año porque fui elegido en mi ausencia y estaba hasta los huevos de mis compañeros!
Advierto que el lenguaje es soez y vulgar, con perlas como ¡Lléname, métete en mí!...¡Fóllame, fólleme del todo, señor Eme!. Así, nadie se quejará después. Eso sí, conste que ignoro si hay relación entre el señor Eme y M. A. Barracus del equipo A. XD
La guerra de los Rose es también estadounidense, y seguramente más conocida por tener sus años. Un feliz matrimonio, los Rose, con dos hijos mellizos y una casa preciosa, deja de serlo cuando el marido sufre un amago de infarto y su señora no lo visita mientras está ingresado en el hospital. Cuando hablan de ello, ella reconoce que ya no lo ama y pide el divorcio. La cosa sigue, cuando llega el problema de quién se queda la casa... porque ninguno quiere dar su brazo a torcer. Así que los recién divorciados viven juntos con tiranteces hasta que sus hijos van a la universidad, momento en que empieza el caos. La historia es contada en pasado por un Danny DeVitto muy metido en un papel de abogado de divorcios. Atentos a los momentos de humor, brutales, incluida la traca final.
Gattaca es de la misma nacionalidad, aunque ya no es una comedia sarcástica, sino un filme de ciencia ficción que habla de un mundo frío dominado por la genética. En la sociedad que describe, no obtienen los puestos de trabajo aquellos que están preparados tan sólo intelectualmente, sino aquellos que además están preparados genéticamente. Por ello, la mayor parte de los hijos son concebidos artificialmente maximizando las cualidades genéticas de sus progenitores y evitando cualquier aspecto genotípico desaconsejable (enfermedades, miopía, carácter violento, drogodependencias o ser zurdo (no, no es broma)). Por esto, los concebidos naturalmente son despreciados y no admitidos para nada, pues siempre tienen algo desaconsejable. En este contexto vive Vincent, el protagonista, natural, zurdo, miope y con una lesión cardíaca que le auguraba un 99% de probabilidades de morir a los 30 años. Tiene un hermano “perfecto”, Anthony, que es el favorito de su padre, un tipo desagradable como en un buen número de películas estadounidenses. El sueño de Vincent es ser tripulante espacial, y se prepara incesantemente para ello, a pesar de las recomendaciones de su padre. Debido a que ninguna empresa acepta a los “no válidos” (lo cual se debe, teóricamente, a que no quieren perder dinero con el seguro médico que suponen), se ve relegado a labores de limpieza. Pero su oportunidad surge gracias al negocio de los “eslabones prestados”, que consiste en que un “no válido” adopta la identidad de un “válido” caído en desgracia... Entonces empieza la película, en que Vincent se ve obligado a ser el artista de la falsificación en ese sistema opresivo, incluyendo yemas falsas con sangre de su “doble” (¡Eeeeergh!). El argumento es realmente sorprendente, con un detalle final inesperado.
En fin, sólo me queda la miniserie, Rose Red, basada en un relato de Stephen King.
Ahora les toca el turno a algunos tebeos que he leído últimamente.
El primero es la gran sorpresa, Azumanga Daioh, de Kiyohiko Azuma. Es un conjunto de tiras llamadas yon koma manga (tebeo de cuatro viñetas) que relata las anécdotas sorprendentes que le ocurren a un grupo de chicas, compañeras de clase. El humor es surrealista, sobre todo con “Osaka”, la soñadora que sufre alucinaciones en las cuales las coletas de Chiyo (cría de diez años superdotada que va a la secundaria superior, para mayores de quince años) conspiran contra ella. Por otro lado, vemos que una chica de aspecto duro como Sakaki es en realidad un pedazo de pan, que Koyomi es demasiado perfeccionista para su edad, la actividad incesante de Tomo y los problemas de Chiyo en educación física (diez años y ejercicios de gente de quince). En fin, realmente recomendable, cuatro números. Eso sí, el precio es algo alto para 160 páginas, 10€, pero la edición no desmerece. Editada por Norma.
Ahora dos, The Authority y Planetary de la editorial Wildstorm. Ambos comparten no sólo editorial, sino guionista, Warren Ellis, en su mejor parte, Planetary al completo y The Authority en los doce primeros números; y ambos tratan de superhéroes. The A. lo hace en tono paródico llegando a la máxima expresión superheroica, con una progresión de poder de los enemigos acojonante. La historia comienza con Jenny Sparks, superhumana de casi cien años conocida como “El espíritu del siglo veinte” cuya habilidad es el manejo de la electricidad (y una misteriosa eterna juventud). Está organizando un grupo de siete superhumanos con el cual defender el mundo. Simultáneamente, Moscú es atacada por un ejército de “superbastardos” y posteriormente Londres recibe el ataque, pero entonces llega el grupo, The Authority... En fin, The A. se presenta en arcos de cuatro números (24 páginas cada uno, 96 páginas en total) en los cuales los protagonistas tienen que salvar el mundo de una amenaza peligrosa. Lo realmente original de este tebeo es la mala leche que destila, amén de la exageración y violencia de los protagonistas, capaces de destruir un país completo con tal de defender el planeta. Por tanto, no estamos ante los típicos protagonistas con sus principios inviolables de no matar y similares, estos no respetan a nadie, gobiernos sobre todo, en su importante tarea. Realmente llega a un punto bastante temible, pues los protagonistas pasan a ser la policía del mundo. Eso sí, desmejora mucho a partir del número 12, momento en que Ellis le pasa el guión a Millar (y un cameo de Peyer). Entonces la historia es muy transgresora y exagerada, con miles de referencias a líderes mundiales y otros tópicos incorrectos. Tantos, que uno se da cuenta de que Millar necesita más espacio, porque el calzador que usa no es suficiente. Eso sí, sigue haciendo gracia, pero la verdad... Visto cómo acaba (y el especial de Tierra quemada), no me apetece comprar la segunda edición que acaba de aparecer.
Esp só, hace gracia ver como The Authority destroza a los Cuatro Fantásticos, los Vengadores y otros grupos clásicos con apenas esfuerzo.
Otra cosa es Planetary. En esta, Elijah Snow es un superhumano de casi cien años (“dejà vu”) que es reclutado por una misteriosa organización llamada Planetary. Allí será el tercer hombre, acompañado por Jakita Wagner, mujer de fuerza increíble, y el Batería, un chiflado que puede hablar con las máquinas. Se dedican a investigar sucesos sobrenaturales, pero algo raro sale a la luz... A diferencia de la anterior, cada número de 24 páginas es una historia que revela un poco más del enigma planteado en los primeros números. Todas son homenajes descarados a diversos tebeos y películas de ciencia ficción, por lo cual no os extrañe ver a Godzilla, John Constantine y la Liga de la Justicia (Superman y demás).
Desde luego, espero hacerme lo más pronto posible con la segunda edición.
Por último Inu-Yasha y Naruto siguen en su línea, bien.
Aparte, he publicado mi primer post en Lost Levels, blog colectivo de videojuegos, al cual he sido invitado gentilmente por Koopa.
Hale, hasta la vista, que será tras los exámenes. Buena suerte a todos y a triunfar.

Andalucismos (II)

Como vosotros veis, continúo con el tema, aunque se verá parado hasta después de los exámenes. Y en las primeras palabras ya he dicho de qué quiero hablar. Sí, sí. Se trata del pronombre “vosotros”, que designa a la segunda persona del plural. Forma que proviene del latín “vos”, y de uso normal y extendido, vosotros diréis, y que poco tiene que ver con hablas dialectales... Pues no, porque parece ser que algunos condiscípulos de mi facultad no reconocen esa palabra. Sí, no estoy de coña ni borracho. Puede que algo suspicaz o paranoico, pero mi observación parece cierta.
Me explicaré, como hago siempre. En realidad, la anécdota es un conjunto de situaciones en que he tenido que repetirle una pregunta a alguien. Mi modo de hablar tiene poco deje andaluz, sólo algún detalle tan sevillano como propio de otras localidades como yeísmo y omisión de des, y encima hablo muy rápido, según dice mi padre a veces intento hablar a la misma velocidad que pienso. Por esto, hay gente que, a veces, no entiende a la primera lo que digo. Pero la cuestión es que me parece que he tenido que repetirme más cuando uso dicho pronombre, “vosotros”. Y no es tan raro como puede pensarse, resulta que en Sevilla, como en la mayor parte de Andalucía occidental (según los dialectólogos), es más común usar “ustedes” por “vosotros”. Este hecho ha tenido lugar desde los tiempos del descubrimiento de América, pues gran parte de los conquistadores españoles eran andaluces, lo que influyó en el habla americana, que también realiza la misma sustitución de pronombres.
Alguno preguntará entonces por qué, si soy oriundo de esta ciudad, no hago lo mismo o decido amoldarme. La respuesta es compleja... en primer lugar, yo he vivido siempre aquí. Creo que mi modo de hablar procede de mi afición a la lectura y a la televisión desde pequeño, que hizo que conociera bien el dialecto normativo. Claro está, por ello uso “vosotros”. Y no me da la gana, sinceramente, de cambiar mi modo de hablar. Que sí, que es el habla popular y lo que se quiera decir, pero cualquier hispanoparlante debería reconocer sin duda alguna la palabra. Que yo sepa, todo el mundo recibe una educación, para más señas, gratuita en la mayor parte de los casos desde hace algunas décadas, aunque sé que los libros de texto valen un riñón. Y en esas clases se da lengua, con todo lo que eso conlleva: Conocimientos de gramática, que incluyen los pronombres personales. Cualquiera con un poquito de interés aprende que el uso correcto es “vosotros” aunque en la calle se diga “ustedes”. Aunque bueno, no sólo eso. Las novelas, las revistas, las series de televisión y todas las obras de ficción se escriben en dialecto normativo, por lo que muchas veces en su vida habrán oído o leído “vosotros”. ¿O es que esa gente que no conoce la palabra nunca ve la tele, ni lee ni va al cine...?
...
Bueno, venga, dejad de reíros de lo que he dicho de leer. Adonde quiero llegar es que me parece inaudito que alguien, para más sorpresa un universitario, ignore esa palabra. ¡Que una vez tuve que decir “¡Él y tú!” cuando alguien me preguntó dos veces “¿Quién?” y entendió entonces a “quiénes” me refería! No sé, será que soy algo exigente, pero esa persona tendrá problemas si obtiene empleo en otra parte de España donde se diga “vosotros” y tenga que vivir allí, porque por lo visto es de ideas fijas aunque después se amolde al habla local. Y no digamos cuando un turista le pregunte algo, diciendo “¿Qué?” a cada rato. Y, qué coño, los universitarios tienen que hablar de un modo correcto, siendo conscientes de que nunca será igual el habla callejera a la escrita. Ese es el problemas, después de todo. En otros países hay más conciencia de que la lengua popular y la culta es diferente, llegando a ser casi idiomas diferentes (pasa en Alemania, Japón e Italia entre otros), y todas las regiones tienen hablas populares no entendibles entre sí, pero siempre se enseña en la segunda, que es la literaria. Aquí no, se ha llegado al punto de que la lengua popular casi desbanca a la culta excepto en la escritura, y cada vez leo más modismos si leo ciertas obras. Si es ese el problema, porras. Que el español no muestra aún variaciones locales demasiado extrañas, pero como advertí en el anterior post, si se sigue fomentando, habrá un punto en que nadie entienda a su vecino si es originario de Málaga o Cádiz. En fin, hasta la próxima.

viernes, agosto 19

Andalucismos (I).

En efecto, este es el primero de seis posts dedicados al tema. En todos ellos parto de una anécdota de mi vida e induzco de esta una reflexión general acerca del modo de hablar de los andaluces y lo que hay alrededor de este. Antes de empezar, debo aclarar que esto no es una reivindicación del habla andaluza, ni lengua andaluza ni pollas en vinagre. En todo caso, es un conjunto de críticas, incluso contra aquellos que hacen chanza del dialecto andaluz. Parto de la premisa de que cualquier dialecto del español es respetable, pero siempre inferior a la forma normativa que propugna la RAE, aquel que ha de aparecer en novelas, obras de ficción y traducciones, en suma, la norma literaria. Por supuesto, algunos modos de hablar no son tan defendibles, pero todo a su tiempo.
La anécdota de este post, el primero, tiene miga. Sucedió cuando yo estaba estudiando por la mañana temprano en mi casa, antes de ir al segundo turno de clases a la facultad. Mi madre veía la televisión en el salón, al lado de mi habitación, y estaba sintonizada Canal Sur, cadena autonómica andaluza (aunque con emisión en Extremadura). Este canal, como cualquier otro autonómico, se centra especialmente en la autonomía donde es emitido (obviamente), adaptando los programas de cadenas nacionales. Esto se nota especialmente en programas de entrevistas al estilo del que presenta María Teresa Campos, llamados “talk show” en inglés. El problema aparece cuando vemos que el acercamiento a los sucesos regionales llega a recoger incluso los más estúpidos acontecimientos de pueblos. Por lo que he oído, no es exclusivo de Canal Sur, pero de eso no opino.
Así, vemos que en tales programas todo el público procede del mismo pueblo. Vamos, se invita a los ancianos de un pueblo perdido de Andalucía y se queda muy “autonómico y solidario”, como a tantos políticos les gusta decir. Esto conlleva que cada emisión trate del pueblo y sus más insólitas costumbres. Y, he aquí la anécdota, de su habla y expresiones coloquiales. ¿Cuál es el problema? Pues que en la emisión del susodicho programa del día que nombro arriba, se presentó una “expresión coloquial” que no es otra cosa que un ejemplo de incultura y “español malhablado”, esa denominación que tanto aterroriza a nacionalistas andaluces y partidarios del habla local.
La situación era la siguiente: Los presentadores, hombre y mujer que cumplían las características necesarias (buena imagen, educación, simpatía, elegancia...), estaban en el plató con una lugareña del pueblo invitado ese día y detrás de ellos, el público. Entonces, sin más, el fulano le comenta a su compañera: Oye, Cómo-te-llames, ¿sabes o te han dicho que estás muy “perrifollá”? Por supuesto, ella se quedó boquiabierta y el público rió la gracia. La mujer del pueblo se quedó tal cual, sonriente, como el tipejo, sólo que él lo hacía al “estilo Profident”. Yo, que no podía evitar oír la conversación, me mosqueé ante tal diálogo y empecé a sospechar. Jamás me gustó esa sección de frases coloquiales, pero hoy se habían pasado. Más todavía porque me di cuenta de que había gato encerrado. O tigre, por lo que se averiguó. Tras las risas de rigor, el presentador aclaró el significado de la expresión “perrifollá” mientras la expresión aparecía enmarcada en pantalla. No me hizo falta, me di cuenta. “Perrifollá” significa muy arreglada, muy guapa, muy bien vestida.- explicó el hombre mientras la señora cateta asentía sin más. Su compañera se sintió aliviada cuando comprobó que su honor no había sido puesto en duda. Fin de la anécdota.
Curioso, ¿no? ¡Si es que no hay peor ciego que aquel que no quiere ver!
Porque os habéis dado cuenta, ¿verdad?
“Perrifollá” no es otra cosa que la palabra española, que tiene su entrada en el diccionario, “emperifollada”, cuyo significado no repetiré. Parece que ese pueblo sufre un problema de pronunciación que les impide usar el término de modo correcto. Bueno, ¡qué coño! Es así, ¿o vamos a tragarnos esa historia de que es una expresión local? ¡Venga, por el amor de Dios! Hay que joderse, quince años de estudio en colegio, instituto y facultad con diversos planes para que un pueblo de catetos intente venderme gato por liebre. Sí, habéis advertido bien que el hecho me ha molestado. ¿Preguntáis por qué, o decís que no tiene importancia? Pues contestaré por partes.
En primer lugar, me preocupa sobremanera que un programa de televisión, por muy autonómico que sea, se dedique a hacer propaganda tan descarada a favor de hablar tan vulgarmente. Ya se ha dicho miles de veces, pero la televisión influye en el lenguaje usado cotidianamente, y estas cosas lo empobrecen. Porque no es malo que se diga que en ese pueblo se usa esa palabra, lo malo es disfrazarla de “expresión local” y negar todo parentesco con las que se leen en el diccionario. Yo tengo al suerte de haber recibido una buena educación, pero alguien con menor cultura podría creerlo. En fin, mal por parte de la cadena de televisión.
Segundo, no creo que todos los del pueblo sean tan catetos. Alguno habrá estudiado, y habrá comprobado que en el diccionario existe “emperifollado, a”, con definición idéntica a “perrifollá”. Pero por lo visto, no se han enterado. ¿Tanto cuesta promover la pronunciación correcta, o quizás les molesta darse cuenta de que su modo de hablar se desajusta claramente de la norma expuesta en el diccionario? Si es lo segundo, sólo hay una solución: Contratar un equipo de logopedas que desarrolle un programa intenso, y con el paso del tiempo los lugareños hablarán como en una reunión de la RAE. Pero claro, eso es reconocer que ser cateto, así que timar al personal toca. Claro que, si se piensa bien, puede ser lo primero... ¿o no? Porque la malformación, “perrifollá”, tiene un obvio matiz vulgar y venéreo, amén de que por lo visto es un adjetivo que sólo se expresa en el género femenino (otras patada al diccionario, y mira que la primera se dio con una bota con remaches metálicos, como las que usan los neonazis). Vamos, que todo lo que pasa es que en ese pueblo dan por hecho que toda chica arreglada y que tiene estilo sólo busca ligar y echar un polvo, en el fondo son unos jodidos sátiros. Si fiera esto, me pondría aún de más mala leche, presentar una coña local como algo serio. Claro que salía una señora que asentía... En fin, sea lo uno o lo otro, muy mal también por parte del pueblo.
Por último, me gustaría aclarar que la transcripción del palabro raro es incorrecta. Más bien es “perrifoyá”, pues en el sur, y en ese pueblo también, se practica el yeísmo, esa costumbre de pronunciar la doble ele (ya no se admite que la elle es una letra, sino un dígrafo, luego entonces...) como i griega (por cierto, hay que ver la cantidad de diccionarios bilingües que dicen que esa letra se pronuncia siempre en español como la i latina...). Yo mismo hablo así, y omito las des intervocálicas (¡Me ha “dolío” eso!), para que nadie diga que hablo así porque me creo superior. Eso sí, a veces se ven cosas ingeniosas, como un pueblo donde “ovejo” significa “novio”. No es una muestra de ignorancia, ni una patada al diccionario e incluso es ingenioso. No me apasiona, pero coño, hay clases.
En suma, que como esto siga así, el dialecto andaluz seguirá siendo el dialecto cateto oficial de España. El segundo post, para cuando lo tenga escrito. Como anécdota, diré que al principio pensé tres o cuatro partes, luego cinco y al final seis. Saludos.

sábado, agosto 13

Dictadores del "Pásalo".

Este tema va a traer cola, o eso espero.
En primer lugar, una referencia: http://www.clubelsemanal.com/web/firma.php?id_edicion=206&id_firma=741
Este artículo de Pérez-Reverte me sirve como ejemplo de un fenómeno bastante preocupante en nuestros días, o al menos a mí me hace plantearme la definición de ser humano como ser racional. Se trata de los mensajes en cadena, los célebres "Pásalo", esos mensajes enviados a varios móviles (y que suelen tener otra versión en correo electrónico) que tratan de diversos temas, habitualmente humorísticos o festivos (esto es, anunciando la celebración de alguna botellona, como es habitual entre los alumnos de la Hispalense), pero a veces se usan con malas intenciones, como en el ejemplo expuesto. Porque a ver, seamos sinceros: ¿A alguien le parece una buena idea organizar una protesta mínimamente seria a través de mensajes breves, y en lugar de pedir que se conozca con detalle el motivo de la queja, prácticamente ordenar que se distribuya la propuesta sin más? Pues a todos estos quejicas, parece que sí. Se quejaron, y según se dice, en términos poco amables, seguramente sin molestarse en leer el artículo que este hombre escribió (aunque en este lo aclara perfectamente); aunque como yo no he leído tales mensajes electrónicos que colapsaron el correo electrónico del ABC, no comentaré demasiado (así demuestro que no soy como ellos).
Lo que sí me preocupa es la pasmosa facilidad con que la gente reacciona mecánicamente cuando recibe un mensaje de marras. "Pérez-Reverte ha llamado hijos de puta a los judíos, protesta y pásalo." y lo hacen, oiga, sin más. Lo mismo pasaría con cosas como "Fulanito es un extraterrestre que quiere dominar el mundo, organiza una conspiración para asesinarlo y pásalo.". Parece increíble que el personal actúe así, como marionetas. No obstante, este hecho se basa en un razonamiento muy simple: ¿Cómo te va a engañar un amigo? Es decir, nadie va a pensar que el mensaje es falso porque sería considerar al amigo emisor un mentiroso. Obviamente, es así, pero ello no quita que el mensaje pueda ser falso, porque el amigo ha podido ser previamente engañado. Que es lo que sucede.
Por supuesto, esto no es nuevo. Hace tiempo, recibí un curiosísimo mensaje en cadena que pretendía informar de las causas verdaderas del desastre del Prestige. Sobre todo porque al final no aclaraba nada, sólo que el barco era propiedad de una empresa cuyo accionista más conocido es un personaje público. Además, añade varios detalles. Concretamente, asegura que cuando el barco de los cojones se hundía, el accionista estaba en el barco de otro personaje público, de vacaciones... He olvidado decir que el mensaje era un fotomontaje donde los personajes famosos se mostraban en fotografías muy grandes y las razones estaban escritas en pequeño sobre las flechas que las unían. Y me pregunto yo: ¿Qué culpa tiene alguien de dejarle algo a cualquiera sólo porque esa segunda persona es responsable de algo? Pongamos un ejemplo: Yo le presto a Fulano la última novela gráfica que todo buen gafopasta debe leer, Fulano la lee mientras, por su actitud negligente, ocurre algo malo. Entonces viene Mengano y “explica” los hechos cuando dice que lo que ha pasado es que FULANO estaba leyendo un tomo que YO le presté...¿Y qué? No me negaréis que quien hace las cosas de este modo tiene asuntos pendientes con estas personas o quiere señalar públicamente a quien pueda para darse aires.
En fin, un asunto vergonzoso. Esto no es nuevo, el boca a boca es lo mismo, el problema es que las capacidades de dichos medios de comunicación son aprovechadas del peor modo posible, haciendo daño. También es que yo soy algo suspicaz, siempre sospecho cuando alguien quiere convencerme de hacer algo sin darme explicaciones suficientes, ya que suelo tomarlo como una orden, como decía una amiga mía del instituto. Pero qué queréis que os diga, yo soy así, procuro no dejarme guiar por el primero que pase, y a mí eso de que acabe el mensaje con el imperativo “Pásalo.”... Dentro de unos años hablaremos de los fenómenos de masas promovidos con mensajes en cadena.

lunes, agosto 1

¡Ahora, un post autobiográfico!

¡Pues hala! La verdad es que el uso de los weblogs debería ser este, para algo son bitácoras internautas, pero bueno...
He visto dos películas esta semana. Una de ellas es El rostro, del mismo director de El séptimo sello, comentada la semana pasada, creo...No, hace dos: http://analitoendisolucion.blogspot.com/2005/07/de-vez-en-cuando-cuento-lo-que-hago.html
Del mismo estilo, también en original sueco subtitulada. Una interesante reflexión en torno a la existencia de Dios (este Bergman era un ateo de los gordos XDDD) centrándose en una compañía de ilusionistas ambulantes. Eso sí, pasé de grabar otra película suya ayer, con dos me bastan.
La segunda es Las vírgenes suicidas, emitida por la Dos este miércoles. Cecilia, la menor de cinco hijas de un matrimonio católico muy conservador, se suicida. Esto desemboca en un control muy estricto sobre las otras hijas que acaba no muy bien que digamos...No ha estado mal, es ese estilo de cine social que de vez en cuando sienta bien, pero que te satura, como cualquier otra cosa.
Por otro lado, estoy leyendo algún periódico atrasado y no he jugado mucho con la consola. Eso sí, un par de experiencias de esta semana me ha llevado a descubrir dos leyes de Murphy aún ignotas. Son las siguientes:
-Ley ozanunéstica del movimiento de sólidos blandos y pequeños: Si una goma cae al suelo y rueda, no parará su movimiento hasta que haya llegado al punto más inaccesible para ser recogida.
-Ley ozanunéstica de la búsqueda aleatoria de páginas web concretas en Internet: Cuando uno busca una página, puede suceder que forme parte de una mayor que ordene las urls de dichas páginas numéricamente. Así, como la url no muestra palabras, no se puede deducir cuál es la página concreta buscada, por lo que tecleando las primeras letras de la url aparecen las demás, diferenciadas por el número. Bien, si uno prueba aleatoriamente, nunca encontrará la buscada, sino otra que visitó mucho tiempo atrás.
·Caso particular del Analito: Si después uno quiere visitar la otra página que siempre aparecía, no sólo no la encontrará, sino que además encontrará la otra que buscaba los días anteriores.
En fin, el universo aún tiene varios misterios inalcanzables XDDDDDDDDDDDDD.
Pues nada, hasta otro mes, que mañana es agosto.

You´re very freak.

Buenas.
Ya dije en el anterior post que íbamos a vernos pronto...Y es así, ya que este post aparece el mismo día XD. He decidido repartir la temática de mis posts un poco más, no sólo distinguiendo entre relatos y vivencias, que si no me salen demasiado largos (aún así, el anterior es muy largo, pero trata de un solo tema). Este trata de un par de noticias algo viejas, la más nueva de la semana pasada, sobre el mundillo friqui.
La primera, la más vieja, trata de la conclusión de un profesor universitario valenciano, creo, que afirma que el Quijote fue el primer friqui ("freak", palabras textuales) de la historia. Ignorando que es un personaje y no una persona, el buen hombre afirma que la actitud del Quijote en la célebre novela es comparable al comportamiento de algunos jóvenes con la saga Star Wars. Y razón no le falta, al buen hombre. ¡Diablos, si fue el primer "cosplayer" de la historia, sea o no ficticio! ¿O no iba disfrazado como sus personajes favoritos, los caballeros andantes? XDDDDDDDDDDDDD. Lástima que no la encuentre por la red, pero no era muy larga. Al fin y al cabo es una chorradilla.
La segunda trata de un concurso para elegir al más otaku de todos los japoneses: http://www.20minutos.es/noticia/39803/0/busca/mejor/experto/
Poca cosa que decir al respecto, sólo que...¿Desde cuándo Las tortugas ninja está considerada como un anime? Va a ser lo que me ha preguntado mi padre cuando he señalado el fallo (él me ha dicho que lea la noticia), si la serie no va de ninjas. Yo le he dicho que eso es como considerar El Cid donde aparece interpretado por Charlton Heston como película española porque sale el bravo Rodrigo Díaz de Vivar. Si es obvio, josconcia. En fin...Eso, y que el shônen está destinado a jóvenes más que hombres, los últimos tienen el seinen. No hay más fallos (en la versión impresa aparecía una chica disfrazada, muy mona).
Dentro de nada un nuevo post.

Tralaralá... piri, piri, piri, piri...

¿Es gracioso el título? Pues sí lo es, oiga. Al menos, si lo yo leo en voz alta es gracioso. Ese tarareo aparece en la obra de Miguel Mihura Tres sombreros de copa, que leí en 3º de ESO. El protagonista, Dionisio, le cuenta a Paula, una bailarina de vida alegre (Una puta, vamos) que ese es el sonido aproximado que hace su novia cuando toca el piano. Tres sombreros de copa es una obra de teatro, por lo que resultaba idónea para ser leída en voz alta en clase por los alumnos, asumiendo un personaje concreto un alumno, intercambiando los papeles cada tiempo. Yo interpreté dos mientras la leíamos, pero fue el segundo, el de protagonista, el que resultó más exitoso. Resulta que un servidor lee muy bien, tanto en silencio como en voz alta. No tengo, ni tenía, nada que ver con la típica imagen de jovenzuelo que lee poco e ignora que, si en el texto aparece un signo de puntuación, es para ser respetado. En fin, mientras algunos compañeros míos interpretaban sin inflexiones y sin ninguna gracia, yo lo hacía con pasión (Bueno, no tanta XDDDDD). También es que un servidor tiene lo que yo llamaría "visión de la intencionalida", esto es, capacidad de adivinar qué quería decir al autor exactamente. Vamos, por así decirlo es una manera de captar el contexto hasta el más ínfimo detalle. Esto me permite leer como ya he dicho. El caso es que la profesora ya señaló durante la lectura del anterior libro, Morirás en Chafarinas, que yo recitaba con la intencionalidad exacta y que era el único de la clase. Así, seguí haciéndolo durante el curso. Pero claro, llegó el gran día y leí lo siguiente:
DIONISIO: (...) Y ella sólo ama cantar junto al piano "El pescador de perlas". Y "El pescador de perlas" es horroroso, Paula. Ella tiene voz de querubín, y hace así: (Canta) Tralaralá... piri, piri, piri, piri...
Toda la clase, simultáneamente y al unísono (En realidad, "al unísono" significa en el mismo tono, no a la vez.) empezó a reír, ¡incluso la profesora! Y yo, ¡qué diablos! XDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDD. Es que tuvo su gracia la interpretación del tarareo, me metí tanto en el personaje que provoqué la misma hilaridad. Cosas de leer demasiado bien...Al menos se rieron de lo bien que lo hice, no de leer mal o algo así. En fin, una experiencia curiosa.
No obstante, nos reímos más en otra ocasión, ya que en esa clase había un alumno llamado Adrián, apodado "El negro" por lo moreno que era. A él le tocó el personaje de Buby...¿Que qué pasa con Buby?
PAULA: Sí. Le voy a abrir. (Abre la puerta y entra Buby, un bailarín negro, con un ukelele en la mano.) (...).
¡Cuánto reímos! XDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDD. Al negro Adri, le tocó interpretar el negro Buby. Sí, también la profesora reía, la jodida. Desde luego, eran tiempos anteriores a la corrección política que hoy nos ahoga...¡Coño, han pasado ocho años!
Por otro lado, he recordado otra anécdota sucedida en el mismo curso no tan agradable, de hecho es desagradable. Resultó que en la asignatura de lengua, la misma en que se leía el libro que he comentado, había una biblioteca formada con las contribuciones de los alumnos, esto es, un libro por alumno. Los alumnos debían coger libros y leerlos, para posteriormente rellenar una ficha sobre el mismo. Al principio, era obligatorio leer cinco o un número que no recuerdo, pero aquellos a los que nos gstaba leer leímos muuuuchos libros. Yo, unos diecisiete aproximadamente, siendo el alumno con mayor número de libros leídos (¡Ejem! XD). Lo cierto es que cogí dieciocho, uno más, pero hubo un libro, el de Adrián, que no pude soportar. El primer relato iba de un tío que naufragó en altamar, que repitía cien mil veces que tras su odisea fue besado por las mujeres más bellas (Misses y demás), los políticos le dieron la mano y otras cosas que repetía hasta la náusea. El segundo iba de un vampiro que no pude soportar. ¡Diox, qué hartura! Lo devolví y pedí otro. Pero no esta no es la experiencia negativa. Al fin y al cabo, sólo era un libro de promoción de una marca de automóviles...
Resultó que la profesora, con el objetivo de fomentar la lectura, decidió entregar un premio económico (500 pesetas, aunque fuéramos alumnos de quince años, no era una cantidad muy elevada ni muy baja) para dedicarlo a la compra de un libro (¡Qué tiempos, a lo mejor con esa cantidad tenías para un libro!). Esto no sería malo si yo hubiera ganado el premio, a tenor de lo que ya he comentado, estaréis pensando...¡Pero no fue así! ¡Hubo tongo! ¡Y YO ESTABA EN EL JURADO!
Sí, en el jurado. No recuerdo si la profesora nos escogió a todos o a una parte, o si salimos voluntarios. El caso es que el jurado estaba compuesto por cuatro alumnos que habían cursado EGB juntos...Debo explicar que ese curso, 3º de ESO, se impartió en un instituto, no en el colegio donde estuvimos juntos. La verdad es que fue así porque nosotros estudiamos para entrar en BUP no en la asquerosa y deficiente LOGSE...En fin, el caso es que corregiríamos las fichas de los alumnos, para ver cuántas de las fichas presentadas eran buenas y merecían ser contabilizadas. También, claro está, para ver cuántas eran malas y cuántos se habían copiado. Algunas de las veces corregíamos con al profesora, otras no, y el lugar donde se hacía era la sala de profesores. ¿Qué pasó? La corrección fue imparcial, incluso con nossotros mismos, nadie se autocorregía. Por ejemplo (Yo soy Carlos):
-Carlos, francamente, tus dibujos de los personajes son algo pésimos, y la letra es legible, pero no una maravilla...Si alguno es malo, voy a tener que restarte una ficha, aunque el resto está muy bien-decía Pablo.
-Bueno, bueno, esto es literatura-respondía yo-, no clase de dibujo.
-¡Apechuga, apechuga!-decía riéndose Miguel.
-Pues, Migue, tengo aquí una ficha tuya que voy a descontarte-respondí entocnes.
-¡Illo! ¡No seas así!
-No, no puede ser.
-¿Por qué, Carlos?-preguntó Alberto.
-Leedla los dos-tanto Pablo como Alberto vieron que Migue había puesto en todas las secciones "Este libro es tan malo que no merece una ficha". Migue, por cierto, era mi principal rival, era una persona inteligente con la misma mala caligrafía y escaso don para el dibujo que yo y quizás mejor comprensión lectora, aunque era una persona algo altiva con tendencia a desdeñar a quien consideraba menos inteligente. ¡Pero, coño, una cosa es deportividad y otra consentir tales cosas!
-¡Illo, Migue! Esto tampoco...-le comentó Alberto. Pablo se quedó de piedra.
-¡Es que es muy malo!-se qeujaba Migue.
-¡Pero que muy malo!-respondí yo-¡Pero tú haz las fichas, coño! Lo que no puedo hacer es consentir tales extremos. ¡O todos, o ninguno!
-¡Sea!-respondió él.
No fue así. La lectura de fichas fue muy divertida, ojo. Pude ver cómo eran los alumnos, cómo entendían las historias y cómo trampeaban. Otro ejemplo:
-¿Eh? Yo he leído esta ficha antes...A ver, Raquel...No espera, el color...¿¡Y esto!?-comenté en voz alta en algún momento de la corrección.
-¿Qué pasa?-preguntó Pablo.
-Resulta que creo que esta ficha es una copia de otra. A ver si la encuentro...¡Mirad!-les di las fichas para comparar.
-¿Las dos Raqueles?-en mi clase había dos alumnas, amigas, con el mismo nombre-¿Y eso?-volvió a preguntar Pablo.
-Se parecen mucho en las sensaciones causadas y los resúmenes del planteamiento, nudo y desenlace y, además, en la sección del párrafo favorito han escrito el mismo texto, pero con un detalle...
-A ver...-Migue leyó ambas fichas con una velocidad envidiable, aunque no para mí-Sí, no me cabe duda. Es una copia.
-¿Te has fijado en el intento de pasar la ficha como suya?-pregunté.
-¿A qué te refieres?
-Al párrafo favorito.
-Bueno, es el mismo, difícil que dos personas escojan el mismo sin estar de acuerdo...-respondió.
-¡Peeeero han intentado disimularlo muy malamente! Fíjate en que varía una palabra.
-Sí-dijo Pablo-, una...¿Y?
-Hombre, veréis, no sé vosotros, pero yo he copiado los párrafos del libro tras haberlos leído. ¿No os parece raro que dos personas que copian el mismo párrafo del mismo libro lo hagan con palabras diferentes?
-Sí...-contestó Alberto.
-Es que está claro: Una de las dos lo copió de la otra, pero sistemáticamente ha cambiado algunos detalles para disimular su trampa, pero ha sido tan tonta que en el párrafo ha cambiado una palabra, cuando es la única parte donde no debió hacerlo.
-¡Claro, sí! Es verdad, varía periódicamente....comentó Migue.
-Muy espabilada no es-dijo Alberto riéndose-Y tú, muy agudo, Carlos.
Pablo me miró con cara extraña...Es que a mí me gustaban las dos chicas tramposas, ¿sabéis? Pero tampoco iba a ser débil con las mujeres, ¿no?
...¿Será por eso que no he tenido aún novia? ¬¬U.
Y así, hasta que cerca del final, surgió el problema. El ganador estaba a punto de ser desvelado.
-Hum...Migue, Carlos, tenéis dieciséis y diecisiete fichas respectivamente...Aunque no sé si habréis visto que José Carlos y Fulanito (No recuerdo el nombre del chico) tienen quince y catorce muy buenas, con caligrafía y dibujo mejor-comentó entonces Alberto-Aunque a mí me gustan más las de Carlos.
-¿Cuánto dinero se sortea, por cierto?-preguntó Migue.
-Quinientas pesetas-respondí. Hice mal. Pablo sonrió como lo hacía cuando tenía una idea avariciosa en mente.
-¿Y sí...hacemos tongo?-preguntó.
Todos se quedaron callados.
-¿Cómo que tongo?-pregunté irritado.
-¿Cómo?-preguntó Alberto.
Migue permaneció callado.
-Sí, haremos lo siguiente...Carlos gana, y nos repartimos la pasta...
-¿EIN?-protesté.
-¿Pero a cuánto tocaría?-preguntó Alberto.
-Ciento veinticinco pesetas-respondió Migue, que era genial en las Matemáticas...No, si era un auténtico ejemplo de inteligencia. Yo también era genial en cierto sentido, pero era más bonachón, y claro...
-¡Ni hablar! No podéis. Además, ¡porras, soy el ganador claramente!-expuse yo con toda la razón del mundo.
-Hombre...La verdad es que tiene la razón al quejarse-opinó Alberto.
-Mira, Carlos, o hacemos eso o declaramos ganador a Fulanito, porque con Migue la cosa cantaría mucho. Si tú ganas, la gente lo aceptará, porque saben que eres inteligente y dedicado...Si gana Migue, aunque es tan listo como tú, la gente sospechará porque saben que es un vago redomado. Por eso, Fulanito es ideal. No está en el jurado y la gente pensará que ha habido justicia-dijo Pablo, maquiavélicamente.
La cuestión, obviamente, era envidia. Pablo me envidiaba, al fin y al cabo yo tenía, como Migue, facilidad para aprobar, y era mi amigo desde la infancia. Quizás él pensaba que no debía ganar más, porque él me creía igual de vago que él, un adicto a los videojuegos y futuro friqui que encima resultaba simpático y bondadoso, nada orgulloso, aunque algo raro. Era una cuestión personal, vaya. Lo cierto es que en el colegio siempre tuvo notas parecidas a las mías, hasta que en octavo pareció quedar atrasado respecto a mí. Quizás era hora de que estudiara más y no confiara tanto en su genialidad natural, porque al fin y al cabo era muy inteligente.
En cuanto a Migue, era simplemente avaricia pasajera. A Migue le encantaba humillarme a quien pudiera, a mí quizás porque me veía como parecido a él pero algo inferior, sin capacidad de alcanzarlo, como su sombra.
Lo cierto es que siempre he sido sino considerado alguien inteligente, pero siempre de segunda categoría. Me pasó en el colegio, en el instituto e incluso en la facultad. ¿Qué queréis que os diga? Quizás eso me enseñó humildad, ningún genio del colegio ha llegado a la universidad excepto una chica, sólo llegamos los segundos y algunos de los terceros, como Pablo (Sí, sí) y yo mismo. Migue también, pero él fue el primero en esa desastrosa clase de 3º de ESO, cuya mayor parte de alumnos tenía una formación lamentable. Sólo destacábamos los de EGB.
Por último, Alberto era una persona no muy destacable en los estudios, pero tampoco alguien lamentable. Era realmente buena persona, enemiga de problemas, peleas y discusiones, como sucedió a continuación.
-No-fue mi respuesta tajante.
-Bien...Ganador, Fulanito. ¿Quién está de acuerdo?-preguntó Pablo. Migue levantó la mano.
-¿Y en contra?-volvió a preguntar con sorna. Yo la levanté. Alberto no lo hizo antes ni ahora.
-¿Alberto?-preguntó Pablo.
-Mirad...Francamente, prefiero mantenerme al margen de esto-obviamente, estaba asqueado. Pero tampoco quiso oponerse firmemente. La verdad es que yo tampoco, quinientas pesetas no valían la pena que suponía una agria discusión acerca de chorradas.
-En fin, nada, no he ganado. Pero vosotros tampoco-les espeté.
-¿Tú crees?-dijo Pablo con una sonrisa sardónica-Podemos pedirle a Fulanito nuestra parte del dinero, diciéndole que ha ganado gracias a nosotros.
Alberto y yo nos miramos asombrados. Aquello era corrupción en gran escala. No estaba nada mal, para un alumno de quince años.
-¿Y creéis que os lo dará?-preguntó Alberto algo extrañado.
-Ya se verá-repuse yo.
-Bueno, soy convincente...¿Nos vamos ya, Migue?
-Sí-respondió el aludido.
-Tú no vienes aún, ¿verdad, Carlos?
-No-respondí malhumorado. Se despidieron y se marcharon. Alberto se quedó conmigo.
-Estaba pensando decirle esto a la profesora, pero la verdad...No, además no me creerá diciéndole que yo soy el ganador. Y si me cree, seguramente preferirá que el premio lo tenga Fulanito, ya que Migue y yo estaremos descalificado. ¿No crees?
-¡No lo hagas! No vale la pena. Ya sabes que Pablo y Migue son tontos, no caigas en su juego. Que les den por culo, ya pagarán su avaricia. Tú eres buena gente y siempre tendrás el favor de la gente, al revés que él, que sólo tiene su codicia. No seas tonto, que no lo eres.
-¡Gracias, Alberto!
Está algo dramatizado, pero más o menos así quedó la cosa...Bueno, no. Pocos días después, salió el resultado del concurso.
-¡Eh, Piñero!-me llamó Acosta-¿Ha salido el resultado de lengua?
-Sí, tú mismo, en el tablón, o eso parece-se quedó ante mi respuesta intrigado, se dio cuenta de que escondía algo. Fue al tablón, y leyó el resultado. Obviamente, no esperaba ese nombre. Ni ningún otro de la clase. La gente esperaba que saliera Migue o yo, sabían que éramos lectores natos, por eso, quizás formábamos parte del jurado. Volvió.
-Piñero...¿Ha habido trampa?-preguntó. Me miraban varias alumnos. Las dos Raqueles, también, por cierto. Ninguno creía que fuera la verdad.
-Sí-dije, simplemente. Me fui, empezaron a discutir. Estaban ofendidos, sabían incluso quiénes estaban en el ajo. Quizás, otras personas me preguntaron después los detalles, y cuando respondía siempre comentaban que eran unos cabrones. Por cierto, Fulanito se quedó sorprendido al ver su nombre, pero más cuando Pablo, ante todos, quiso hablar con él aparte. Jamás supe si el tongo fue exitoso.
En fin, una experiencia sin igual. Al menos, eso sí, me sirvió para darme cuenta de que el dinero destruye lo que sea y que tus amigos pueden darte la puñalada en el momento más inesperado. Habrá quien opine que el fallo estuvo en dotar un concurso escolar de un premio económico, otros dirán que en dejar al cargo a unos alumnos, algunos terceros que en realidad el error consistió en que los jueces también concursaban y no faltará quien diga que es una combinación de las anteriores. Para mí, será una vulgar cuestión de envidia. Curiosamente, Pablo y yo olvidamos el asunto. Algunos diréis que fue un error por mi parte seguir siendo amigo de alguien tan ruin, pero mi padre dice que no hay mayor tonto que aquel que quiere pasar por listo. Y su amistad me fue útil durante algunos años, hasta el fin del instituto.
En fin, hasta otra, que creo que será muy pronto.